Pugna por la tele menos vista de España
Telemadrid se enfrenta a audiencias mínimas; a un centenar de demandas por el ERE de 2013 y a un cambio en la manera de elegir su Ejecutiva
Cinco colores, rojo, azul, verde, amarillo y morado, decoran una torre en la Ciudad de la Imagen. Ese pequeño coloso, rodeado de antenas, fue un día icono de una cadena local nueva: Telemadrid, la televisión madrileña fundada el 2 de mayo de 1989. El canal llegó a contratar a más de 1.000 personas y tener una cuota de pantalla superior al 20%. En 2013, un ERE redujo de manera drástica el equipo: “De 1.170 personas que trabajábamos allí [en la tele, la radio y el ente], se quedaron 309”, cuenta Cristina Bermejo, periodista de 40 años. En Antena 3, por ejemplo, trabajan actualmente unas 600 personas. En marzo de este año, la emisora autonómica fue la menos vista de España, con un 3,8% de share, muy lejos de la media de la FORTA, 7,5%, que agrupa a las cadenas regionales. En base a la ley actual, tras las elecciones del pasado 24 de mayo la cadena tendría un nuevo consejo administrativo con mayoría de representantes de PSOE y Podemos (3 y 2) frente a PP y Ciudadanos (3 y 1). El PP ha perdido el control ejecutivo, pero la Comunidad, con Cristina Cifuentes (PP), maneja los presupuestos. Además, el PP con el apoyo de Ciudadanos plantea cambiar el sistema de elección del equipo directivo de la tele para que lo nombre la Asamblea, con acuerdo de 3/5.
El parking exterior del edificio, inaugurado en 1997, está medio vacío tras los despidos de 2013. En esa fecha, Bermejo perdió su puesto. Tras pasar por los juzgados, el pasado mayo tuvo que ser readmitida —su despido fue improcedente y quedan cerca de un centenar de demandas pendientes—, “pero no me dejan acercarme allí”, cuenta. “Aunque me pagan, no me han asignado un puesto”. Como ella, 36 personas han sido readmitidas (28 de ellas formaban parte del comité de empresa), pero unas 25 no pisan la Ciudad de la Imagen. Llevan en esta situación más de seis meses: sin plaza, pero cobrando entre 1.500 y 2.000 euros al mes por no hacer nada (un gasto de 50.000 euros mensuales). “No tiene ningún sentido”, lamenta Bermejo.
La tele madrileña en números
- 1.170 personas trabajaban en Telemadrid, Onda Madrid y el ente antes del ERE de 2013.
- 309 se libraron del despido y continúan trabajando en la Ciudad de la Imagen.
- 36 readmitidos. Tras varias demandas, ese fue el número de personas que regresaron a sus puestos. A una veintena de ellos, no les han asignado plaza; cobran por no ir a trabajar. La cadena ha gastado en sus sueldos en los últimos seis meses unos 300.000 euros. Aún quedan un centenar de demandas por resolver.
- El 40% del presupuesto de 2014 se dedicó a programas externos. Este ejercicio, Telemadrid cuenta con 68,8 millones de la Comunidad a lo que hay que añadir los ingresos obtenidos por publicidad; entre 10 y 15 millones.
- Audiencia: 3,8% Esa fue la cuota de pantalla de la tele el pasado marzo; fue la televisión pública menos vista de España.
“La cadena ha cumplido las sentencias y se han reincorporado al trabajo aquellas personas cuyas funciones no han desaparecido”, replican desde Telemadrid. Los trabajadores creen que no les quieren dentro, pero mientras tanto siguen externalizando programas. En 2014, la cadena se gastó 33 millones de euros en programas por encargo. “Son formatos enlatados que realizan productoras amigas”, denuncia un trabajador de la casa que prefiere no dar su nombre. Esos encargos representaron casi el 40% de la asignación económica que tuvo el ente en 2014, que fue de 80,3 millones de euros. Este año recibirá 68,8 millones de la Comunidad.
“Telemadrid es la primera tele pública que ha acometido con éxito un proceso de transformación”, aclaran desde la cadena y añaden que es la televisión autonómica más barata de España: en 2015 prevén un coste medio por habitante de 10,58 euros; casi ocho euros menos que en 2012. El año pasado la cadena cerró el con un superávit presupuestario de 7,5 millones de euros que se han destinado a financiar las indemnizaciones derivadas de la sentencia del Supremo sobre el ERE.
“Telemadrid está monopolizada por programas externalizados cuyos datos de audiencia son más que cuestionables”, denuncian desde UGT. Ni siquiera el afamado, y escorado hacia la derecha Diario de la Noche de Ana Samboal, logró subir la media del aciago mes de marzo. En mayo, las elecciones del 24M y los debates entre candidatos, incluido el enfrentamiento dialéctico entre Esperanza Aguirre y Manuela Carmena, animaron la audiencia: una media de 4,2%, un 0,4% más que en marzo. Ese mes se ingresaron 4,5 millones por publicidad. “La realidad es que la publicidad no ha dejado de disminuir por dos razones: la crisis y el descenso de la audiencia por la politización de los programas”, denuncia Comisiones Obreras. Los periodistas de la tele madrileña lo llaman la redacción paralela. “Gente colocada a dedo y que manipula a diario”, describe Bermejo, que además de periodista es secretaria de CC.OO del sector de medios. Desde Telemadrid lo niegan.
El consejo administrativo entrante quería parar los programas externos. Con la actual ley, y en base a los resultados del 24M, el PP (3 consejeros) perdería el control de la cadena en favor de PSOE y Podemos (3 y 2 representantes). La izquierda se comprometió a “despolitizarla y readmitir a los 861 despedidos del ERE” mientras que la presidenta Cifuentes planteó cerrar la tele “si las cuentas no dejan otra opción”.
Tras ser investida, Cifuentes ha llegado a un acuerdo con Ciudadanos para cambiar la Ley de Creación, que afecta a la elección de los consejeros de la cadena y a su director: en lugar del Consejo sería la Asamblea la que los nombraría con una mayoría cualificada de 3/5. “Esto esconde un reverso tenebroso: los consejeros tendrían que tener el visto bueno del partido en el gobierno; las minorías podrían quedarse sin representación y no se dice nada sobre qué pasaría si no hay acuerdo”, opina José Angel Jiménez, trabajador de Telemadrid y del círculo de periodismo de Podemos. Aunque Telemadrid sea una de las cadenas menos vistas de España, la pugna por su control no cesa.
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