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Videoarte en el templo del románico

El MNAC acoge las obras audiovisuales más significativas de la colección Sorigué en el marco del festival Loop

La reproducción ficticia de una obra cumbre de Mondrian de Gregory Scott que puede verse en el MNAC.
La reproducción ficticia de una obra cumbre de Mondrian de Gregory Scott que puede verse en el MNAC.

Éric Rohmer afirmaba que el cine no se puede explicar sin la historia de la pintura y lo cierto es que en gran parte de la producción videográfica, desde sus inicios hasta ahora, aflora una suerte de inconsciente pictórico, que revela un vocabulario compartido entre la pintura y el arte de las imágenes en movimiento. Lo explicó Javier Panera, comisario de la muestra El inconsciente pictórico, abierta en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) en el marco del festival Loop, que plantea un atrevido diálogo entre algunas obras de la colección del MNAC y los 12 vídeos más significativos de la Fundación Sorigué, que recientemente se ha incorporado al patronato del museo.

Para un entorno de tal calidad y personalidad, Panera ha elegido obras de carácter polisémico que reflexionan sobre las relaciones entre los procesos de creación pictórica y los dispositivos electrónicos de producción y proyección de imágenes. El mestizaje y la hibridación están de moda, pero para los visitantes no dejará de resultar sorprendente, y sin duda placentero, encontrarse con obras tan evocadoras, como The return de Bill Viola rodeado por los murales de Santa María de Taüll. “Será una doble sorpresa: para los visitantes del MNAC, que encontrarán propuestas inesperadas y para el público atraído por los vídeos que tendrá la oportunidad de descubrir obras de otras épocas”, afirmó Panera, quien para Loop 2013 comisarió la exitosa This is not a love song, sobre las relaciones entre vídeo y música, que se presentará en Estambul.

Tras el diálogo casi místico entre el románico y el tableau vivant de Viola, el recorrido se concentra en las renovadas salas de Arte Moderno, donde un espacio de paso, cerrado y oscurecido, acoge The end of Innocence, una pieza de Matt Collishaw que propone una transición visual entre el Inocencio X de Velázquez y el de Bacon con la complicidad de la cortina de pixeles de Matrix. “Por sus dimensiones aun no se había podido exponer”, apunta Ana Vallés, directora de la Sorigué.

Impacta por su tamaño pero sobre todo por la cantidad de imágenes también Civilization de Marco Brambilla, una visión neobarroca y satírica del encuentro entre el Infierno y el Paraíso, creada con multitudes de fragmentos audiovisuales ya existentes. “Brambilla mezcla la iconografía de El Bosco, Miguel Ángel o Dalí con el cine de catástrofe, películas de culto y la publicidad más kitsch, mientras que Collishaw juega con nuestra percepción”, explica Panera, aludiendo a Women under de influence, otra pieza del artista inglés que proyecta fantasmales imágenes de mujeres sobre un espejo, de modo que el visitante debe sortear su reflejo para identificarlas.

Pinturas en movimiento

La pintura puntillista puesta en movimiento por Ger van Elk, las obras fauvistas y post impresionistas evocadas por Jacco Oliver, los grabados de la Enciclopediade Diderot animados por Elisa Sighicelli & Marzia Migliora y los dibujos políticos de William Kentridge, completan una selección que cuenta también con dos vídeos objeto de Marina Alexeeva, un fascinante y extraño híbrido entre el trampantojo teatral, los dioramas y la pintura en movimiento, que utilizan vídeo, animación, espejos y escultura, para desarrollar escenas irónicas e inquietantes en diminutos escenarios. El recorrido se concluye en la tienda, donde Gregory Scott y su reproducción ficticia de una obra cumbre de Mondrian obligan el espectador a un último reto perceptivo. “Hay que mantener en guardia los sentidos”, concluye Panera. La muestra, que se enmarca en la línea de trabajo del MNAC con el arte contemporáneo, permanecerá abierta hasta el 30 de agosto.

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