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PSE y PP, en el filo de la navaja

Los partidos constitucionalistas se disponen a su prueba más difícil con unas perspectivas adversas

Ruiz, Quiroga, Eguiluz, Llanos y Damborenea, de izquierda a derecha, este viernes.
Ruiz, Quiroga, Eguiluz, Llanos y Damborenea, de izquierda a derecha, este viernes.fernando domingo-aldama

La estabilidad del PP vasco está en manos de Javier Maroto. La pérdida de la disputada alcaldía de Vitoria, unida a la previsible llegada del PNV a la Diputación de Álava, sumergiría en el abatimiento a los populares y provocaría a corto plazo una rebelión interna por el estallido de una inevitable crisis de consecuencias inimaginables, motivada por la reducción al ninguneo institucional de un partido sin respaldo social a su espacio ideológico a partir del final de la violencia de ETA.

A su vez, el PSE-EE también tiembla, aunque no defiende ningún feudo relevante en las elecciones de este domingo por su orfandad institucional. Los socialistas cifran todo su objetivo en la suma suficiente de escaños para convertirse en el socio de referencia en la configuración de gobiernos de mayoría, capitaneados, claro, por el PNV, además de apuntalar sus contadas alcaldías. Temerosa por la incidencia del voto Podemos en su propósito de enmienda con el electorado perdido, la dirección de Idoia Mendia encara su primera reválida ante las urnas con el principal objetivo de contener la sangría generada a partir de la salida del Gobierno vasco de Patxi López.

Así las cosas, los partidos constitucionalistas buscan su hábitat electoral, desplazados por la innegable mayoría del binomio PNV-EH Bildu y oscurecidos por el impacto mediático de Podemos y de Ciudadanos, incluso en el País Vasco. Frente a estas tenebrosas expectativas, los populares ondean la bandera de Maroto como antídoto y los socialistas se refugian en su aportación a las futuras alianzas que descabalguen del poder en Gipuzkoa a la izquierda abertzale.

En Álava, el PP se siente "seguro". El equipo de campaña que dirige Iñaki Oyarzábal mantiene una confianza plena en el triunfo de Maroto y en la dificultad de la oposición para alcanzar un candidato alternativo con mayoría absoluta. La continuidad del actual alcalde sería la tabla de salvación para un partido que intenta llegar a la orilla en Bilbao y San Sebastián. "La pérdida que nos dan las encuestas es fuerte porque supondría la mitad de lo que tenemos", advierte un dirigente del PP vasco. Y cita el ejemplo de Getxo, su plaza de referencia en Bizkaia, donde podrían pasar de 9 a 5 concejales. Este presagio es extrapolable a Gipuzkoa. "Podemos ser residuales y estaremos en las Juntas Generales por el resultado de San Sebastián", reconoce la misma fuente.

Bajo este panorama resulta comprensible el abrazo político de la presidenta, Arantza Quiroga, a la dirección del PP alavés. "Se ha dado cuenta de que es su tabla de salvación", admiten desde dentro de un partido que no ha resuelto las heridas del anterior congreso y que ha avivado las tensiones con la elección de su cabeza de cartel en la capital guipuzcoana. "El problema es que en Álava no le creen porque todavía hay mucha brecha", subrayan desde Vitoria.

Conscientes del reto, la dirección del PP alavés ha creado su propia estrategia. La campaña -con criterio independiente- está diseñada en función de potenciar la figura de Maroto, principalmente, y la gestión de De Andrés como baluarte ante la "amenaza independentista" para este territorio que supondría, dicen, un triunfo de PNV o de EH Bildu. "Quiroga se ha subido a la ola que supone Maroto pero no podrá eludir que se le juzgue también por los resultados de Bizkaia o de Gipuzkoa".

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Los populares fían su suerte a retener la alcaldía de Vitoria, pero las dudas internas siguen

En Bilbao, el PP asume que quedará al margen del futuro gobierno local de Juan Mari Aburto si el PSE-EE aporta al PNV los escaños suficientes para conformar la mayoría absoluta. "Habrá colaboración por parte de Luis Eguiluz, pero se hará muy cuesta arriba la legislatura", señala un curtido dirigente que añora "aquellas elecciones generales en las que el PP ganó por unos votos al PNV", coincidiendo con la mayoría absoluta de José María Aznar. Ahora, los sondeos les atribuyen apenas tres concejales.

Tampoco en San Sebastián hay razones para un mayor optimismo. "Hemos salido muy tarde con una candidata que no era muy conocida y además todos se han enterado de que hemos discutido", señalan desde el PP guipuzcoano. Además, durante la campaña se ha apreciado la falta de sintonía política entre Miren Albistur y Juan Carlos Cano, alineado con quienes defendían la continuidad de Ramón Gómez como cabeza de cartel al Ayuntamiento donostiarra. "Es lógico", justifica la misma fuente.

Ante semejante coyuntura, todo pasa por atrincherarse en Álava al menos con el rédito político de Vitoria. Sin embargo, en el seno del PP vasco preocupa el futuro. "Con Maroto solo no nos vale porque en Bizkaia y en Gipuzkoa nos quedamos casi fuera y nos obliga a iniciar un camino en una posición muy difícil y con las generales y las autonómicas a la vista", señalan a EL PAÍS.

En paralelo, los socialistas caminan también por el filo de la navaja. Están convencidos de que "hemos hecho una buena campaña porque somos los únicos que presentamos propuestas". Es aquí donde recuerdan el extenso catálogo de iniciativas de Alfonso Gil, candidato por Bilbao. Pero en su análisis interno albergan la duda de si "vamos a recuperar a ese votante nuestro que se ha ido quedando en la abstención".

Denis Itxaso, la apuesta más personal y diferenciada del PSE-EE en estas elecciones, sostiene que hay "motivos y razones" para esta recuperación del voto. Persuadido de convertirse en el alcalde de Gipuzkoa, este candidato a diputado general ha liderado una campaña donde la marca ha quedado en un segundo plano. Toda una declaración de intenciones en un territorio donde los socialistas van de la mano y han trabado unas candidaturas con un influyente peso de independientes. "Responde a que estamos en contacto con la gente y hemos ensanchado nuestra presencia", argumentan desde la organización socialista guipuzcoana.

Pero en Álava, en cambio, contienen el aliento. Las expectativas son moderadas en el ámbito municipal y pesimistas en el resto del territorio. La dirección nacional teme que un mal resultado en esta provincia desencadene otra tormenta interna en el seno de una afiliación rota por la mitad y donde los críticos transitan durmientes.

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