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PATÉ DE CAMPAÑA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La primera vez

Al principio parecía que no había emoción. El personal gritaba un poco “Sí se puede”, formaba corrillos y hablaba sin atender a los oradores. Pero eso era al empezar y la plaza de Catalunya dibujaba un redondel de sillas bajo un cielo plomizo. Los oradores (iba a poner que se desgañitaban, pero esto pasaría más tarde), explicaban que ésta era la plaza del 15M, del no a la guerra, del derecho a decidir...

Sin embargo, la plaza que hoy se veía en el mitin era otra más uniforme, más domesticada, rodeada de las casetas que representaban a los barrios, pero ya todas las casetas eran iguales, eran el mismo tenderete, y aunque apenas había banderas, siempre se veía la misma única bandera y siempre una misma camiseta. ¿Qué pasó con la biodiversidad revolucionaria? Que sigue en los barrios. No es lo mismo un mitin de Ada Colau en un barrio que en el epicentro de Barcelona, en tierra de nadie.

Sí que es cierto que era la misma gente, la de los barrios, la que estaba hoy en la plaza; pero si las otras veces habían venido a luchar hoy lo hacían para escuchar. Ya lo decía el viejo grito de guerra: el pueblo sentado está más descansado. Primero habló Ada Colau, y lo hizo dos veces. Fue bíblicamente la primera y la última. Ada Colau, con su levita/gabardina de la Liga de los Caballeros Extraordinarios, la chapa con la espiral de Barcelona en Comú, la verruga republicana de Azaña en la mejilla y su peinado de raya en medio, bueno, hacia el centro izquierda. En su primera intervención repitió como una letanía, como un no nos moverán, la frase “no nos resignaremos”, y con esta coletilla enumeró los males de Barcelona, infinitos como todo lo verdadero. Resignar tiene algo de verbo de cristiano primitivo, de cruce entre indignar y persignar.

Quien sí se desgañitó (pero no por encima de sus posibilidades) fue el candidato Jaume Asens con un estilo antiguo y bonito, épico y cantante, y así cantó gestas antiguas y épicas, de revoluciones, bombardeos y rebeldías. La Gran Barcelona. Esa emoción que se iba gestando (igual que en se van gestando en silencio los cambios) la sacó del todo a la luz el candidato Gerardo Pisarello, que le explicó a la gente algo mejor que una Barcelona mejor: una Barcelona diferente. La plaza vibró. Y la locura vino cuando Santiago Auserón dijo que, con Ada en Barcelona, también quería que Carmena fuese alcaldesa de Madrid. Fue ésta la frase más celebrada de la tarde. Un hombre de 67 años que miraba en pie, decía: “Como lo consigamos, saldré a la calle con un cartel que ponga es la primera vez en mi vida que gano”.

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