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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Esas palabras que retratan

Susana Díaz dijo que iba a unas elecciones "a ganar, no a pactar" y Rajoy proclama que quiere gobernar para la gente ‘normal’

J. Ernesto Ayala-Dip

Hay que acordar que en muchos momentos a algunos líderes políticos, las palabras les traicionan. Se ahorrarían contratiempos solo con aplicar el proverbio indio que enseña que solo se debe hablar cuando las palabras demuestren ser mejores que el silencio. No son pocas las veces que luego tienen que recurrir a aquello tan manido de “han sacado de contexto mis palabras” o “se ha tergiversado su sentido”. Con el tiempo uno descubre, porque la gente que los escucha no es tan ingenua como ellos quisieran que fuesen, que al final el sentido de esas palabras, con contextualización o sin ella, es lo que es.

Recuerdo a bote pronto algunas dignas de figurar en una antología de majaderías. Recuerdo, por ejemplo, un eslogan del PSC que mostraba, en un cartel electoral, al expresidente de la Generalitat José Montilla pidiendo: Palabras no, hechos. Que un político reniegue de su arma fundamental no deja de ser una paradoja; además de ser peligrosamente sintomático, como si el mismo político no confiara en lo que él enuncia (con palabras, claro). No es menos increíble escucharle a Artur Mas, en vísperas de la celebración de la Diada del 2013, haciendo alusiones a la marcha por los derechos humanos que encabezó hace más de 50 años el líder negro Martin Luther King. No menos sorpresa me causó, durante la campaña de las recientes elecciones autonómicas en Andalucía, escuchar a la presidenta de la Junta sentenciar graníticamente: “Yo voy a las elecciones a ganar, no a pactar”. Es obvio que nadie va a unas elecciones a perder. Y también no es menos obvio que después de ganar sin mayoría es necesario pactar. Susana Díaz debería saber que a la palabra pacto, hoy, hay que adorarla como a un fetiche. Aquí también puede que a Díaz el inconsciente le haya jugado una mala pasada: como si hubiera olvidado aquellos tiempos gloriosos de los rodillos socialistas, esos tiempos en que no hacía falta pactar con nadie, aunque la ética democrática exigiera no ningunear a las minorías parlamentarias por más minorías que fueren.

Ahora, cuando escribo esto, me acabo de enterar que el próximo eslogan electoral del PSOE será algo así como Gobernar para la mayoría. Parece que en el think tank del PSOE van un poco faltos de la bibliografía aparecida en los últimos años sobre la relación de las nuevas maneras de entender el funcionamiento democrático con las minorías, todas las minorías, desde las parlamentarias hasta las sociales.

No hay ninguna duda que los dirigentes del PP tienen un serio problema con la gente que no es normal como ellos quisieran que fuesen

Todo esto que desgrano viene a propósito de unas declaraciones del presidente del Gobierno español. En la última reunión de la junta directiva del PP, Rajoy dijo, después de desgranar desdenes, ninguneos y desprecios a diestra y siniestra, que ellos quieren gobernar para la gente normal. Parecidas palabras recuerdo que le escuché esgrimir alguna vez a la alcaldesa de Madrid, Ana Botella.

No hay ninguna duda que los dirigentes del PP tienen un serio problema con la gente que no es normal como ellos quisieran que fuesen. Incluso comienzo a tenerlo yo con la dichosa palabrita. Por eso me acerco a la gran María Moliner. Me instruye en las dos primeras acepciones de la palabra normal: 1) Se aplica a lo que sirve de norma o regla. 2) Se aplica a lo que es u ocurre como siempre o sin nada raro o extraordinario. Supongo que cuando el señor Rajoy habla de la gente normal, se refiere a las dos acepciones que registra el Moliner. Es decir, siguiendo estas definiciones, todos somos gente normal, pero parece que para el PP algunos son más (o menos) normales que otros.

Veamos ejemplos de normalidad para la cúpula del PP. Afirmar que este año España acabará con un crecimietno del PIB de entre dos y tres puntos es normal. Pero decir que esta subida no disimula, ni mucho menos corrige, la enorme desigualdad que se produce entre la población, haciendo que los ricos lo sean más y los pobres más pobres, esto no es de gente normal. Corresponde a gente no todo lo normal que se desearía —gente a la que el PP dispensará gran atención, de la misma manera que el PSOE hará con las mayorías que los voten— que se vaya diciendo (y demostrando jurídicamente) que las puertas del PP se abren con mayor disponibilidad a los llamados de la corrupción.

Y pasando a la cuestión catalana. Mariano Rajoy debe pensar que es de gente con escasas dosis de normalidad andar exigiendo erre que erre que se responda a la lista de 23 exigencias que le presentó Mas en junio del año pasado. Y mucho menos normal para el señor Rajoy deben ser los que constantemente invitan al diálogo de Estado para reformar la Constitución. ¿Conoce Rajoy lo que pensaba el padre de la independencia norteamericana, Thomas Jefferson, sobre la capacidad del ser humano para perfeccionarse con el paso del tiempo y adquirir sabiduría humana? ¿Habrá sido una persona normal o anormal Thomas Jefferson por decir que cada generación tendría que reescribir la Constitución, única manera, según él, de evitar que la sociedad “estuviera siempre bajo el régimen de sus antepasados bárbaros”?

J. Ernesto Ayala-Dip es crítico literario

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