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Un teatro en la estación del Norte

Adif adjudica el vestíbulo a Global Health Consulting, You Show y Wonderland Capital

Pablo León
Interior del vestíbulo de la antigua Estación del Norte.
Interior del vestíbulo de la antigua Estación del Norte. CARLOS ROSILLO

Resuena la música en los alrededores de Príncipe Pío. Gente, elegante, moderna, joven, mayor, en bici o en taxi y con todo tipo de vestimentas, van llegando poco a poco a la zona. En lugar de acercarse al edificio principal, que acoge el Cercanías, una parada de metro y un centro comercial, se dirigen hacia un lateral en busca de la entrada del imponente vestíbulo de la vieja Estación del Norte.

“Esto parece Berlín”, dice un chico, alzando la voz sobre la música electrónica, que resuena. El interior, desnudo, con desconchones y en evidente estado de abandono, ha sido acondicionado para acoger una fiesta. Fue la última que se celebró allí. Un rumor corría entre las copas y los bailes: "Disfrutad, disfrutad, que dentro de tres días los restos de la estación pasarán a manos privadas". Alguien había comprado la cabecera, cuyas fachadas, lámpara y paredes están declaradas Bien de Interés Cultural; nadie sabía ni quién, ni cuánto había pagado por ella, ni el destino de ese edificio. El misterio se resolvió hace un par de días.

La cabecera de la antigua Estación del Norte se convertirá en un recinto dedicado al teatro, una zona de restauración y una academia de artistas. Lo anunciaron, en una nota de prensa, sus arrendadores: Global Health Consulting, empresa dirigida por la familia de médicos López Ibor; You Show, del actor, director y productor Santiago Segura y Wonderland Capital, tras la que está el empresario cultural Luis Álvarez. El consorcio, que invertirá siete millones de euros en reformar el edificio, gestionará el espacio durante 50 años a cambio de 23,35 millones de euros; unos 468.000 euros al año.

Los más de 6.800 metros cuadrados, con un amplio vestíbulo de 18 metros de alto y dos icónicos torreones, de la Estación del Norte, inaugurada en 1882, llevan años despertando el interés de marcas y empresarios. Cerrada desde hace dos décadas —en 1993 partió el último tren de esta parada que dos años después fue remodelada preservando el antiguo vestíbulo, pero sellándolo a cal y canto—, en 2012 Adif comenzó a alquilar el espacio por unos 1.200 euros la jornada y exclusivamente para un “uso terciario recreativo”, como reza la normativa urbanística. Hace dos años, la empresa pública sacó un concurso para adjudicarla, pero quedó desierto: “Ninguna de las empresas que participaron se ajustaron íntegramente a las condiciones del pliego”, dijeron desde la compañía. Ahora parece que sí.

“Nunca había estado en una fiesta en un lugar así”, reconocía Sergio Pérez, diseñador de 29 años, en el último evento que acogió el espacio, arrendado en esta ocasión por la marca de vodka Belvedere, y en el que pinchó la diva del erotismo y dj Dita von Teese. El vestíbulo de salidas, una mezcla de modernismo, historicismo y art déco, se añadió en 1926 al edificio principal. La estación, obra de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España y que posteriormente pasó a manos de Renfe, conectaba Madrid con el norte de la Península. Durante la Guerra Civil, fue tomada por los golpistas y separada de la capital, en manos republicanas. Tras el conflicto quedó muy dañada, pero no cayó en desuso hasta que Chamartín le tomó el relevo como enlace el Norte.

Las lámparas, las farolas o las maderas, aparte de su arquitectura forman parte del patrimonio arquitectónico industrial de la capital y conforman un impactante escenario para cualquier evento que albergue.

“No lo pueden tocar”, decía el arquitecto Vicente Patón, presidente de Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, asociación de defensa del patrimonio, en una entrevista en EL PAÍS. “La Estación del Norte es un edificio de una calidad impresionante. No me parece mal que se utilice, pero es muy importante que se haga sin destrozarla. Su uso se debería realizar con un control estricto por parte de Adif y sobre todo del Ayuntamiento”, añadía, “lo importante es que lo esencial no lo alteren”.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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