La Pasión según Savall
La parte instrumental estuvo correcta pero en la cuerda faltó cuerpo y homogeneidad
Jordi Savall ha pasado por fin por la Pasión según San Mateo. Ha esperado mucho -tiene 73 años- y antes de ponerse frente a una obra de prestigio mítico, un reto muy especial y comprometido para un músico que ha dedicado toda su vida a la "música antigua", ha dirigido otros Bach mayores como la Misa en Si menor o el Magnificat..
Savall contó para la Pasión con sus dos formaciones de referencia, Le Concert des Nations en la parte instrumental y la Capella Reial de Catalunya en la parte coral, montó un doble equipo de solistas vocales de procedencia mayormente germánica y convocó, también, al Cor Infantil Amics de la Unió.
PASIÓN SEGÚN SANT MATEO
Pasión según San Mateo de Johann Sebastian Bach. Jörg Dürmüller, tenor. Matthias Winckhler, barítono. Marta Mathéu, soprano. Maarten Engeltjes, contratenor. Manuel König, tenor. Stephan MacLeod, barítono. Ruby Hughes, soprano. Margot Oitzinger, mezzosoprano. Thomas Hobbs, tenor. Matthew Brook, barítono. Coro infantil Amics de la Unió. La Capella Reial de Catalunya. Le Concert des Nations. Jordi Savall, director. Temporada de conciertos Palau100. Palau de la Música Catalana. 15 de marzo.
La parte instrumental estuvo correcta pero en la cuerda faltó cuerpo y homogeneidad. Todo sonaba bien pero parecía que a todos les faltaba aún un ensayo más. La parte coral, musicalmente estuvo bien, todos los cantantes eran solventes, pero también faltaba sentido de grupo e intensidad.
En la parte de los solistas hubo de todo: unas prestaciones notables ofrecidas por la soprano Marta Mathéu, el contratenor Maarten Engeltjes y el barítono Stephan MacLeod, unas actuaciones correctas del tenor Thomas Hobbs y del barítono Metthew Brook, unas más justitas de la mezzosoprano Margot Oitzinger y la soprano Ruby Hughes y una muy floja, insuficiente, del tenor Manuel König.
Para que una Pasión funcione tiene que haber dos grandes cantantes en dos partes que no cantan pero sostienen los importantísimos recitativos y conducen la narración, la del Evangelista y la de Jesús. En este cometido se contó como Evangelista con el tenor Jörg Dürmüller y gracias a él, a su buen trabajo, la Pasión ganó en tensión. El jovencísimo barítono Matthias Winckhler, sólo 24 años, ofreció una nobilísima línea a la parte de Jesús.
Fue una buena Pasión pero faltó dolor, piedad, congoja, sentimiento de culpa, drama, emoción. Unos tempi y unas dinámicas quizá más contrastadas, menos cómodas, menos balanceantes, habrían añadido intensidad expresiva a la espeluznante narración de ese vergonzoso linchamiento tolerado por un gobierno pasivo y acoquinado. Menos mal que el Evangelista, el narrador, lo contaba todo con intensidad, con pasión.
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