¿Le hacemos la campaña a Podemos?
En la sobremesa de una comida en la que habíamos participado una docena de militantes socialistas, una compañera soltó una de esas frases hechas que valen para cualquier ocasión: “Le estamos haciendo la campaña a Podemos”. De esto se deduce que durante la comida habíamos estado diciendo cosas, no demasiado halagüeñas, del nuevo partido. Está muy generalizada esa idea de que de Podemos no se puede hablar porque cualquier cosa que digamos de él, aunque sea en contra, le reporta beneficios. Se me ocurre pensar que, utilizando el mismo criterio, hablar en contra del PP producirá también para el PP algún beneficio, sin embargo los socialistas no paramos de atacar al PP y nos sentimos a gusto. Como debe ser, claro. El debate político no admite miedos ni recelos cuando está soportado en una ideología consistente. De modo que Podemos, como fuerza que se baña en las aguas del PSOE, ha de encontrar en los socialistas un contrapeso, salvo que en el PSOE estemos dispuestos a hacer mutis por el foro en el panorama político, por incapacidad o desistimiento.
¿Da miedo Podemos a los socialistas? A algunos, sí. A algunos de IU y de otras fuerzas de izquierdas, aunque sean de corte nacionalista o regionalista, también. En la arcadia política, las diferentes izquierdas estaban bien instaladas, cada cual en su idea y su parcela, y la llegada de quien no ha aceptado las lindes de cada cual y ha negado las esencias que cada cual defendía ha puesto todo patas arriba. Cuando alguien o algo se encuentra patas arriba es difícil la reflexión, porque lo primero de todo ha de ser recuperar la estabilidad poniendo los pies en el suelo. Esto es lo urgente: poner los pies en el suelo. ¿Cómo es posible que las izquierdas clásicas se hayan tambaleado por la llegada de unos impostores, salidos de esos partidos de izquierdas, que niegan a su vez al mismo Podemos su condición de izquierdista: “Yo soy de izquierdas, pero Podemos no es de izquierdas ni de derechas…” (Pablo I. Turrión)?
Acabo de escuchar a una tertuliana que pertenece a la dirección de Podemos que el famoso cheque-bebé (400 euros) que su formación incluirá en su programa electoral, que se aplicará tanto a un hijo recién nacido del multimillonario Amancio Ortega como al hijo de un pobre, se explica recurriendo a los derechos del niño, es decir, que un niño rico (que los hay) debe poder beneficiarse de las mismas ayudas económicas públicas que uno pobre. Solo buscan el voto, venga de donde venga. Esto es solo un ejemplo, sin embargo ¿no es suficiente razón para que empecemos a combatir ese modo de populismo barato?
La izquierda no debe eludir el debate sociopolítico solo porque unos mesiánicos quieran culparla de todos los males equiparándola a la derecha. Si criticar con el debido fundamento a Podemos es interpretado como una forma de hacerles la campaña a su favor, será porque pensamos que los ciudadanos son necios. No es así. Como bien advierte el candidato Gabilondo, es al revés: “Los ciudadanos podemos votar porque valemos”. Cada cual a lo suyo, pero un PSOE amilanado y remiso, renuente y flojo ante Podemos, terminará por ver la desbandada de sus militantes, simpatizantes y votantes. En la España de hoy el PSOE sigue siendo imprescindible.
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