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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

De la bruma al sol radiante

Franco Battiato lleva al Palau de la Música su acercamiento a la música electrónica

El músico italiano Franco Battiato durante el concierto ofrecido en Barcelona.
El músico italiano Franco Battiato durante el concierto ofrecido en Barcelona.Marta Perez (efe) (EFE)

Franco Battiato es un músico sumamente inquieto. Lo sabemos desde los años setenta del siglo pasado, así que a nadie deberían extrañar los bandazos estéticos que dominan su carrera. El último le ha llevado a adentrarse más aún en la música electrónica. Siempre ha tenido un pie dentro y otro fuera pero en su último trabajo discográfico se ha sumergido totalmente.

Y ese universo electrónico algo desconcertante es el que trajo al Palau de la Música en la noche del jueves. Las entradas se habían agotado con antelación y en la puerta del local varios desesperados intentaban sin éxito comprar una a cualquier precio. En el interior los ya habituales minutos de retraso se vivieron con un calor entusiasta que se desbordó cuando el divo italiano apareció, como quien no quiere la cosa, sobre el escenario con su ya habitual talante tímido.

Franco Battiato

FESTIVAL DE GUITARRA
Franco Battiato
Palau de la Música, 12 de marzo

Todo parecía ir sobre ruedas pero, solventados unos ligeros problemas tecnológicos, Battiato y sus dos acompañantes, parapetados tras teclados, sintetizadores analógicos y digitales y ordenadores, se lanzaron a un larga sesión electrónica basada en material antiguo totalmente manipulado a medio camino entre una new age algo desquiciada y las pistas de baile. Battiato prácticamente no cantó y su público en un primer momento no supo a qué atenerse ya que tras el tema inicial nadie se atrevió a aplaudir a pesar del silencio escénico.

El elemento canción quedó totalmente desnaturalizado, casi podría decirse que no existió pero tampoco hubo aportaciones interesantes desde el punto de vista electrónico. Todo discurrió por caminos trillados tirando al aburrimiento.

Tras una sesión más propia de un Sonar descafeinado, Battiato pareció querer reconciliarse con su gente y lo dejó bien claro: "¡Se cambia música!". Giró su silla hacia el público y, todavía envuelto por sonidos sintéticos, ritmos prefabricados y sonidos pregrabados, pero mucho más discretos, recuperó su faceta de cantante. Su voz, su peculiar y cercana forma de decir unos textos siempre con un toque entre el misticismo y la sensualidad, cobró protagonismo y el público lo agradeció, los aplausos subieron muchos enteros.

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Entre excesos de tecnología, no siempre justificados, la voz de Battiato se alzó majestuosa, mostrando todo su poder comunicativo. Le dio la vuelta al concierto, pasando de las brumas iniciales a un sol radiante que cautivó, no podía ser de otra manera, a todos los presentes.

Battiato había cantado esa segunda parte casi toda en italiano, solo un par de temas en castellano. En los bises, tras hacer una declaración de amor hacia San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila, anunció que cantaría en castellano La estación de los amores, una parte del público abucheó el anuncio idiomático y otra aplaudió. No a todo el mundo le gusta oír a Battiato en castellano, sin duda en su idioma natal es mucho más profundo y se mueve con mayor naturalidad. Prosiguió, probablemente por si acaso, la tanda de bises en italiano y la noche acabó en lo más alto. Prospettiva Nevsky sonó resplandeciente.

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