El héroe bobo
Stefan Vinke, en substitución del anunciado Lance Ryan, se las vio con Siegfried, el “tonto útil” manipulado que se representa en el Liceo
El papel de Siegfried, por duración, por extensión del registro, es quizá el papel wagneriano más duro y exigente para un tenor. Un papel terrible. Que en el estreno de un Siegfried se avisara antes de empezar la función de que el tenor anunciado no podría cantar y que en su lugar cantaría el tenor que se alternaba con él en las siete representaciones del título, disparó todas las alarmas. El anuncio, y eso dice mucho en su favor, lo hizo, desde el escenario, con la sala llena, asumiendo la responsabilidad y el riesgo de una bronca —que no se produjo— la misma directora artística del teatro, Christina Scheppelmann.
Stefan Vinke, en substitución del anunciado Lance Ryan, se las vio con Siegfried, el héroe bobo, el “tonto útil” manipulado por Wotan, Alberich y Mime en beneficio de sus intereses y que en la producción vista en el Liceo es presentado en el gesto y en comportamiento, como especialmente bobo, como un zoquete rudo y agresivo. El timbre de Vinke quizá no es muy bello y la proyección podría ser mejor, pero el hombre aguantó como un valiente y sin desfallecer las cinco horas de representación cantando constantemente sobre un orquesta muy nutrida. Su Siegfried no será histórico pero es importante y bueno.
SIGFRIED
SIEGFRIED de Richard Wagner Stefan Vinke, tenor. Peter Bronder, tenor. Albert Dohmen, bajo-barítono. Jochen Schmeckenbecher, barítono. Andreas Hörl, bajo. Ewa Podles, contralto, Iréne Theorin, soprano. Cristina Toledo, soprano. Orquesta Sinfónica del Gran Teatro del Liceo. Josep Pons, dirección musical. Robert Carsen, dirección escénica. Liceo. Barcelona, 12 de marzo.
Comparados con el bobo, todos los demás papeles, parecen fáciles pero no lo son en absoluto. Peter Bronder estuvo magnífico de voz y de gesto en un Mime que la dramaturgia presentaba, acertadamente, como un histérico. Wotan fue interpretado por Albert Dohmen, la tesitura del Wotan de Siegfried, mas central, le conviene más a Dohmen que la del Wotan de Die Walküre que cantó en el Liceo el año pasado. Dohmen estuvo exacto en el personaje y muy capaz vocalmente. Alberich canta poco en Siegfried, Jochen Schmeckenbecher resultó convincente en el papel. Andreas Hörl estuvo bien en Fafner, el dragón. Contar con la voz oscura, impresionante de Ewa Podles en el papel de Erda fue un lujo.
La rubia Brünnhilde solo canta la última media hora pero la escena es de órdago, durísima. Iréne Theorin, la Brünnhilde del año pasado, volvió a estar imponente.
La producción de Siegfried, proveniente de la Ópera de Colonia, está firmada escénicamente por Rober Carsen, es cuidada y minuciosa en la dirección de personajes, visualmente es hermosamente fea y conceptualmente regresa al ambiente de mugre y cochambre que ya se anunciaba en, Das Rheingold, el prólogo de la Tetralogia, presentado hace dos temporadas. La acción se desarrolla en un mundo postindustrial, sucio y en decadencia lleno de basura y árboles tronchados, resultado de una sobreexplotación irresponsable de la naturaleza. Una visón, una lectura absolutamente pertinente del ciclo del Anillo del Nibelungo.
Josep Pons estuvo muy bien en la dirección orquestal y aún mejoró las prestaciones del año pasado en Die Walküre. Este Siegfried es, hasta hoy, su mejor Wagner. Pons dedicó atención a los detalles, ajustó casi siempre y esto en Wagner es sinónimo de sujetar, el sonido orquestal a las necesidades de las voces. La orquesta mejoró notablemente en sus prestaciones especialmente en los metales, tan importantes en Wagner y especialmente importantes en la Tetralogía. Solo al final aparecieron algunos desajustes, resultado, probablemente, de la fatiga.
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