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Tribuna
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La cultura espera el cambio como agua de mayo

Valencia se merece recuperar su espacio de reconocimiento y de desarrollo para la ciudadanía

Según el Informe sobre el Estado de la Cultura en España-2014 elaborado por la Fundación Alternativas, el consumo de bienes culturales ha descendido casi un 28% en los últimos seis años. Aunque es evidente que todos sufrimos esas consecuencias, -es decir, los que disfrutamos, gestionamos o creamos cultura-, aclararemos que su origen parte de una voluntad política que considera el consumo cultural como un bien de lujo. Esta afirmación se sustenta cuando desde el gobierno del PP existe un incumplimiento de responsabilidades constitucionales (art. 44) e internacionales (firmante en 2007 de la Convención por la Diversidad de la Unesco) de apoyo al derecho de acceso a la cultura. Además, en un momento tan crítico como el actual, esas mismas políticas han castigado fiscalmente nuestras industrias culturales, recortando también de manera drástica la inversión en cultura y potenciando el deterioro de las condiciones laborales del sector.

La situación en Valencia, tras años de ausencia de un plan de gestión cultural para la ciudad, es quizás de las más lamentables. Frente al impulso que vivimos a partir de referentes como el Palau de la Música, el IVAM o la Mostra de Cinema, un recorrido por las hemerotecas actuales sólo nos lleva a las imágenes del ruinoso trencadís, el expolio de El Cabanyal, el grave estado del museo y pinacoteca del San Pío V o las agresiones a nuestra lengua desde el esperpento de la pasada Crida. Ha llegado el momento de poner en valor la creatividad y la transparencia; el talento y la participación ciudadana. Porque la cultura es un derecho, no un regalo.

 Si una ciudad no se define sólo por lo que crea, sino también por lo que decide conservar, es importante recordar que Valencia cuenta con unos de los centros históricos más grandes de Europa, pero carente de información o identificación en su recorrido. De poco sirve, por ejemplo, que se anuncie hace unas horas la gratuidad de los museos municipales hasta mediados de abril, si no existe un criterio evaluativo ni acción estratégica hacia el turismo. Esos museos seguirán ofreciendo a sus públicos aparatos obsoletos y pantallas apagadas. El cuidado al visitante y los estudios de público permanecerán en el olvido, desde una hazaña donde lo gratuito equivale sólo a medida electoral. Por esta razón, la labor por hacer implica un cambio de paradigma cultural donde el IVA descienda al 5%, la democratización de la Ley de Mecenazgo garantice también el apoyo a los micromecenas o el fortalecimiento de los planes de lectura integren las recomendaciones de la Unesco (en la actualidad las bibliotecas de la ciudad no alcanzan la mínima dotación de libro por habitante).

Valencia se merece recuperar su espacio de reconocimiento y de desarrollo para la ciudadanía. Si como afirma el filósofo, ‘la política es el arte de lo posible’, la cultura debería ser uno de los caminos para lograrlo.

Maite Ibáñez es secretaria de Cultura. Ejecutiva Comarcal de Valencia PSPV-PSOE

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