_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

CiU prepara la desconexión

Ante el fracaso de su política, a Mas no le queda más remedio que rectificar sin decirlo y volver a la centralidad política

Francesc de Carreras

Artur Mas habla de desconectarse del Estado. Sin embargo, todo hace sospechar que de quien se está desconectando realmente es de sus incómodos aliados de los últimos tiempos: de ERC y su entorno, de IC y hasta de la CUP, tan surrealista ha sido la política de alianzas de CiU por culpa del famoso derecho a decidir y de la dichosa independencia. Pero en algún momento debía cortar por lo sano y ese momento ha llegado. Que el momento haya llegado no quiere decir que esta desconexión sea abrupta: ahora simplemente se inicia una escenificación cuyo significado no se aclarará del todo hasta después de las elecciones de septiembre. Entonces, tras conocerse los resultados, Mas intentará recuperar lo que nunca debió perder: estar en la centralidad de la política catalana. El giro no será fácil y nadie pueda predecir con seguridad el resultado final.

Para dar este giro la composición de lugar que se han hecho en Convergència es la siguiente: a finales de 2010 estábamos muy bien situados tras la desastrosa gestión del Gobierno tripartito, aquel guirigay contradictorio y desconcertante. Obtuvimos un buen resultado electoral: 62 diputados, a sólo seis de la mayoría absoluta. Pero no lo suficientemente bueno como para gobernar en solitario. Necesitábamos el apoyo de ERC, un aliado molesto para un Gobierno que había prometido políticas económicas liberales y que pretendía ser no intervencionista, bussines friendly, amigo de las empresas y de los negocios.

¿Qué hacer? Ir arrebatando a ERC terreno electoral siendo más nacionalistas que ellos. Disponíamos de una propuesta: el concierto económico a la vasca, algo que sabíamos que no podía prosperar por razones económicas y constitucionales pero que nos permitiría mantener viva la llama nacionalista los cuatro años de legislatura con el arma habitual: el victimismo frente a Madrid, concretado en el cuento de las balanzas fiscales que conducía a la idea de que el concierto económico era imprescindible. Pero ello no fue así. Desde la misma dirección de CDC, los jóvenes leones, con Oriol Pujol y Homs a la cabeza, fueron encaminándose hacia la petición inmediata de independencia, al igual que ERC. Ello coincidió con un Gobierno del PP en Madrid y un importante repunte de la profunda crisis económica: España estaba débil.

Fue entonces cuando CiU dio la orden a sus seguidores de participar masivamente en la manifestación del 11 de septiembre. Un éxito. Pero lo que primero pareció un triunfo, con el tiempo pasó a ser la gran pesadilla de CiU. Al confundir una manifestación con una mayoría absoluta, Artur Mas dio el resbalón de no seguir negociando con Rajoy un nuevo sistema de financiación —o concierto o nada, le dijo— y, tras disolver el Parlamento, convocó elecciones. El resultado fue catastrófico: CiU pasó de 62 diputados a 50, el peor resultado de su historia desde 1984. Pero sucedió algo peor: habiendo dejado de lado el concierto sólo les quedaba la salida de la independencia, disfrazada de derecho a decidir, una ratonera en la que están todavía encerrados y de la que ahora intentan salir.

Fue entonces cuando CiU dio la orden a sus seguidores de participar masivamente en la manifestación del 11 de septiembre. Un éxito

En los dos últimos años, Mas y los suyos han visto cómo se alejaban de buena parte de sus bases más conservadoras y menos nacionalistas. Los sondeos les dan unos 30 diputados. ¿Cuál es la causa? Su opción independentista: los partidarios prefieren a ERC, los contrarios derivan su voto a otros partidos o a la abstención. Se impone rectificar, volver a la autonomía sin decirlo abiertamente, recuperar la ambigüedad. Ya ha habido varios síntomas: el dictamen del Consejo de Garantías tumbando las estructuras de Estado, algunas insinuaciones de escribanos adictos en recientes artículos. Pero el último informe de Josep Rull ante la ejecutiva del partido ha resultado clarificador. En síntesis, Rull ha dado a entender lo siguiente: nosotros somos, hemos sido y seguiremos siendo nacionalistas catalanes, esta es nuestra principal seña de identidad. Como nacionalistas optamos durante muchos años por la autonomía, creíamos que era lo mejor para Cataluña, como así fue. Pero en un momento dado, al ver que España no atendía nuestras razones, optamos por la independencia y aún estamos en esta posición. Ahora bien, para perseverar en este camino necesitamos el apoyo de una amplia mayoría de catalanes, más amplia que la mayoría absoluta.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Si esta sólida mayoría no se consigue en las elecciones de septiembre deberemos replantearnos el camino emprendido y, en su caso, intentar de nuevo un encaje en España menos traumático que la independencia. Nosotros no cambiamos: seguimos siendo nacionalistas. Abandonar la independencia para volver a la autonomía es mera táctica. Al fin y al cabo, autonomía o independencia son elementos instrumentales para aquello que es substancial: el mejor servicio a Cataluña.

Si muchos se creen este discurso, CiU volverá a ocupar su lugar central de antes, desconectado de ERC y su mundo. En cambio, si la desconfianza en CiU se consolida y sus antiguos votantes le abandonan, un partido que hasta ahora ha hecho historia, pasará a ser historia.

Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_