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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Rajoy decide por Fabra (y por Barberá)

Los ingredientes primordiales de las listas electorales apuntan a que el PP trabaja en clave de perder las elecciones

Miquel Alberola

Mariano Rajoy, a través de intermediarios y desde Madrid, ha designado finalmente a Alberto Fabra como candidato a la Generalitat. Es un ritual que puede que sea evidente en el PP (el candidato no emerge desde la organización en Valencia sino desde el vértice de la pirámide), pero cuya sobreescenificación no esconde su desprecio por el sistema autonómico, puesto que las consecuencias, en caso de victoria electoral, exceden el ámbito estrictamente orgánico. Fabra, tras un retraso agónico que no ha hecho sino acentuar su vulnerabilidad a manos de los barones de su entorno, ya es el hombre y por la felicidad con que lo celebró el jueves se diría que llegó a dudarlo.

Rajoy le reconoce así que ha hecho el trabajo que le encomendó: recortar los excesos de su propio partido (a menudo seccionando órganos vitales para un pueblo con autogobierno y lengua propia como RTVV) y camuflar (con un trile de líneas rojas itinerantes) la basura que generó y que hoy procesan los jueces (Gürtel, Brugal, Emarsa, Cooperación, Fórmula 1, Terra Mítica, Carlos Fabra, Olivas…). Sin embargo, Rajoy ha evitado singularizar su designación, negándole la autoridad de confeccionar las listas a su gusto y, por tanto, subrayando la debilidad de su liderazgo frente a los barones provinciales. De una misma tacada, Rajoy le nombró los cabezas de lista por Castellón (Isabel Bonig) y Alicante (José Ciscar), y lo que resulta más asombroso: el número dos por Valencia.

Rita Barberá no solo repetirá como cándidata por séptima vez al Ayuntamiento de Valencia sino que se asegura un escaño en las Cortes Valencianas cuando hay muchos más pasajeros que asientos. Los ingredientes primordiales de las listas apuntan que la decisión de Rajoy para la Comunidad Valenciana está tomada en clave de oposición. No atenúan la desconfianza de que el partido logre retener el poder ni en el Consell ni, mucho menos, en el Ayuntamiento de Valencia.

Barberá, que tras 24 años en el cargo acaba de suministrar una secuencia de muestras de obsolescencia muy celebrada en las redes, pierde la oportunidad de cerrar su carrera como quería, con un halo de infalibilidad, el que tanto abonó el PSPV con su voraz ensimismamiento. Rajoy le arrebata ese final feliz, pero ella no desaprovecha y se pone moños en lo que ha definido como “los mejores años” de su vida. Aquellos en los que gobernó “sin tropelías” (por ejemplo, El Cabanyal) y en los que la Generalitat y el Gobierno central le pagaban todas las cintas que cortaba, mientras se producía el saqueo de la entidad metropolitana de aguas residuales (el caso Emarsa), su vicealcalde Alfonso Grau burlaba las normas de contratación pública (según la Audiencia de Palma en el caso Nóos) y se perpetraba el desbarajuste de Feria Valencia.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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