¿AVE o tren de cercanías rapidito?
El proyecto AVE español es un despropósito económico y financiero de una administración muy atenta a los sobres y comisiones, pero poco acostumbrada a planificar y controlar
¿Bilbao-Donostia en 38 minutos?. Pues no, van a ser 55 minutos. ¿Se cambiará entonces el autobús (70 minutos), que costará la mitad de precio, por el nuevo AVE?. ¿Dejaremos de ir en coche (60 minutos)? Esta es la cuestión que surge tras el anuncio sobre los nuevos tiempos de conexión entra las capitales vascos con el famoso tren. Si antes se nos decía que de Vitoria a Bilbao costaría 28 minutos, ahora se dice que 43 y tan panchos. Y si entre Vitoria y Donostia se prometió 34 minutos, pues ahora decimos que 55 y tan tranquilos.
El cambio es profundo y afecta al núcleo del proyecto, pues el tráfico interno vasco suponía el 59% del tráfico total previsto y si las cifras de viajeros previstos ya eran sospechosamente altas, ahora quedan desmoronadas con los nuevos datos. Por ejemplo, el tráfico Vitoria Bilbao preveía aportar más de un millón de viajeros al AVE, una cuarta parte del total, robándoselos al coche. Pero ahora sabemos que el tiempo de viaje es igual en ambos medios, con lo que lógicamente tales previsiones son incorrectas. Y no es que uno se crea mucho las previsiones de tráfico de estos estudios. Basta decir que el AVE de Valencia, que nació con unas cifras de viajeros similares al AVE vasco, se ha quedado en la realidad con la mitad de viajeros. No es la única mala noticia.
Aunque no se ha publicitado todavía, es un hecho que no va a haber parada en el tronco principal del AVE en Astigarraga, con lo que los gipuzkoanos que en su día quieran ir a Francia (cuando haya conexión Madrid-Paris), tendrán que ir a coger el tren en Ezkio-Itxaso. Debe ser que se prevén masivas peregrinaciones a la Virgen de Ezkioga como hace 80 años. No me pregunten cómo hemos llegado a tal desatino. En el libro del GV publicado en el 2012, "La Y griega vasca: Un proyecto de País, una conexión internacional" aparece esa estación en unas páginas si y en otras no. Después…. desaparece a la chita callando y en su lugar nos ofrecen un variante de uso doble (el famoso tercer hilo) para que algún que otro AVE pueda ir despacito despacito desde Astigarraga hasta Irún y allí beber en el Bidasoa. Un colega me lo advirtió: llamar al Ave vasco con un nombre tan gafe como "Y griega" es tentar al destino.
El presidente de Adif
¿Cómo acabará todo esto?. Pues hay que pensar que no muy bien. Todo el proyecto AVE español es un despropósito económico y financiero que rompe con las débiles costuras de una administración muy atenta a los sobres y comisiones, pero poco acostumbrada a planificar y controlar adecuadamente los proyectos complejos. Recientemente el presidente de ADIF ha dicho que la red de alta velocidad en España "no tiene ni pies ni cabeza" con tan sólo 24 millones de pasajeros y que es insostenible. Si lo dice él, los demás no tenemos nada más que decir. En algunos cenáculos ya se cruzan apuestas sobre qué vía del AVE será la primera en ser abandonada sin terminar y se destine a carril-bici. Los datos son demoledores.
Tenemos más km de AVE que Francia o Japón, pero con cinco veces menos de pasajeros. Y lejos de parar y reflexionar se sigue prometiendo crear 8.000 km de AVE. Se ve que así como Felipe González se dio el lujo de iniciar el AVE desde donde vivía (Sevilla) a Madrid, o Rajoy se empeña en ir en AVE desde Madrid a su natal Galicia, todos los demás políticos sueñan con que el también el AVE pare en la huerta de su casa. Todos, menos los de Gipuzkoa oriental, que nos limitaremos a saludarlo cuando pase veloz como una centella. Nos conformaremos con tener un AVE-tren de cercanías rapidito.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.