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De pie entre los escombros

Estrasburgo considera que la casa de Raji, con una orden de derribo, no corre peligro

Virginia López Enano
Mohammed Raji posa delante de su casa con la resolución del TEDH.
Mohammed Raji posa delante de su casa con la resolución del TEDH. Carlos Rosillo

Mohamed Raji tiene una casa en el sector 4 de la Cañada Real Galiana. La hierba no adorna su jardín porque en su lugar se ha apoderado del terreno un amasijo de basura, baldosas y ladrillos rotos. Pero a Raji no le han robado la sonrisa porque a fuerza de insistir ha conseguido que el techo bajo el que duerme su familia no estalle en mil pedazos fundiéndose en uno con los escombros que rodean su vivienda, al menos por ahora.

Este marroquí de 48 años, casado y con dos hijas de 1 y 9 años, compró la casa por 12.500 euros en enero de 2010 sin saber que sobre ese inmueble había una orden de demolición. Tras unos intensos años de lucha el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) ha archivado la denuncia presentada por Raji porque considera que la vivienda ya no corre peligro y que, a la vista de las negociaciones entre la Administración y los vecinos, no es necesario continuar con el examen de la demanda.

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La familia de Mohamed Raji consiguió en 2013 paralizar temporalmente el derribo de su vivienda y de otras 11 casas cuya demolición estaba ya programada por el Ayuntamiento de Madrid. A este logro contribuyó un dictamen del TEDH en el que decretaba medidas cautelares porque consideraba que la Administración no garantizaba un nuevo alojamiento para la familia. “Los demandantes no deben ser desalojados hasta que se provea al tribunal información precisa y detallada del acuerdo con las autoridades domésticas para asegurar una vivienda adecuada y servicios sociales a los demandantes”, concluía el documento.

Estrasburgo abrió entonces el procedimiento y la casa quedó protegida. El Ayuntamiento de Madrid declaró paralizado temporalmente los derribos en la Cañada Real y meses más tarde el Consistorio desistió de la autorización de entrada al domicilio de Raji para el desalojo y demolición del inmueble. La Administración alegó entonces que era preciso dar estabilidad y tranquilidad a las familias a la vista de las negociaciones. “El motivo que hay realmente detrás es que se había decretado la suspensión y no se podía tirar la casa”, apostilla Javier Rubio, abogado de Mohamed Raji. La vivienda de esta familia se convirtió así en una de los pocas en España que se ha beneficiado de medidas cautelares decretadas por el tribunal.

Por eso la decisión de Estrasburgo de archivar la causa tiene un sabor agridulce, cree Rubio. El abogado está satisfecho porque las medidas cautelares facilitaron la apertura de las negociaciones y que se suspendiera el derribo, pero entiende que con el archivo no se ha entrado a fondo en el asunto. “Nosotros esperábamos que declarasen ilegales este tipo de actuaciones, el derribo de una vivienda sin importar qué va a ser de la familia. No era nuestra intención que se valoraran el estado de las negociaciones porque no era el objeto de la demanda”, afirma Rubio.

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El abogado critica que todavía no hayan salido soluciones efectivas de las negociaciones y denuncia que la zona sigue “un poco al margen de todo”. Pero, a pesar de ello, ya no temen por la casa de Raji. “Se podrían volver a ordenar las demoliciones, pero es complicado porque hay mucho metido en los juzgados y a nivel vecinal se ha estructurado una importante red de apoyo”. El Ayuntamiento de Madrid no ha dado a este periódico declaraciones sobre el estado de las negociaciones.

Esperábamos que declarasen ilegales este tipo de actuaciones, no una valoración de las negociaciones  Javier Rubio, abogado.

Pero Raji todavía tiene el “miedo en el cuerpo”, exclama con risa nerviosa. Han pasado ya cinco años desde que se mudaron a la Cañada Real. Este cocinero vivía con su mujer y su hija en Villa de Vallecas, pero el dinero llegaba a cuenta gotas a su casa, el alquiler del piso empezó a ser superior a la pensión que recibía por desempleo y la familia se vio obligada a vivir de sus ahorros. “No queríamos venir aquí. Preferíamos estar en un sitio con servicios públicos”, afirma Raji. Pero la necesidad le ganó la batalla al deseo.

Ahora sueña con conseguir un trabajo que le ayude a cambiar su estilo de vida y quizás montar un pequeño negocio de pastelería marroquí. Pasito a pasito la familia trata de resistir entre la basura que rodea su humilde hogar, mientras la moto de juguete de plástico naranja de la pequeña Mariam, hija de Raji de apenas un año, custodia la puerta de la vivienda y trata de, al igual que la casa, mantenerse en pie entre los escombros.

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Sobre la firma

Virginia López Enano
Trabaja en el equipo de Redes de EL PAÍS. Ha pasado por varias secciones del periódico, como la delegación de Sevilla, Nacional o El País Semanal, donde ha escrito temas de música y cultura. Es Licenciada en Historia y Graduada en Periodismo por la Universidad de Navarra y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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