El abandono inesperado de Barranco agrava la debilidad interna de Gómez
El líder del PSM nombra presidente a Pedro Zerolo para congraciarse con Ferraz
En el día más frío del invierno, rodeado de dirigentes socialistas, y a sólo cuatro meses de las elecciones, Juan Barranco confirmó ayer que abandona con carácter inmediato la presidencia del Partido Socialista de Madrid y su escaño en la Asamblea regional —donde ejerce de vicepresidente—. Este gesto ha sido interpretado en el PSM como una censura directa al secretario regional, Tomás Gómez, que debilita su liderazgo precisamente por venir de alguien de su máxima confianza.
Barranco comunicó su decisión en el homenaje anual a Enrique Tierno Galván en la fecha de su muerte (en 1986), que fue también cuando él le sustituyó como alcalde de Madrid. Pese a que llevaba meses desencantado con los políticos en general y con su partido en particular, y había reiterado en su círculo de confianza su anhelo de retirada, el anuncio cogió por sorpresa a la mayor parte de dirigentes socialistas cuando el domingo se filtró a la prensa.
En un PSM carcomido por las intrigas, la decisión de Barranco de subrayar su marcha y convertirla en un gesto político en vez de apurar los cuatro meses que restan de legislatura ha sido interpretada por todas las fuentes consultadas como un portazo en la cara de Gómez. Se recalca que no sólo lo es —pese a que ante los periodistas el exalcalde templa quejas—, sino que además ha sido entendido como tal en el PSM.
Tres años han bastado para que el exalcalde pase de mentor y puntal de total confianza del líder madrileño —le incluyó en la lista electoral de 2011 como número tres— a demostrarle la máxima frialdad en público y alimentar de esa manera las críticas internas a su liderazgo. Pese a que Gómez dice sentirse respaldado por el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, la acumulación de investigaciones sobre Parla (que gobernó de 1999 a 2008, y donde dejó al cargo a su amigo de la niñez José María Fraile, detenido en octubre por su presunta implicación en la trama de la Operación Púnica) han abonado las dudas en la dirección nacional.
Circula además entre la cúpula socialista madrileña una reciente encuesta del PSOE que vaticina un resultado pésimo en mayo para Gómez, con el agravante de que en el Ayuntamiento (en principio, una plaza más adversa para la izquierda) el pronóstico es mucho más optimista.
Precisamente por todo eso, se coincide en interpretar la elección de Pedro Zerolo para sustituir a Barranco como una maniobra para agradar a Sánchez, pues el concejal forma parte de la Ejecutiva Federal. Además, Gómez evitaría así nuevos levantamientos internos que agraven su precariedad —Zerolo goza de aprecio general— y devuelve el golpe a Barranco —tardó menos de un día en cubrir su hueco—. Hay coincidencia en que le servirá para aguantar, pero sólo hasta mayo.
El entorno de Barranco transmite su desencanto por las formas de Gómez. Y todos los dirigentes consultados remontan a cerca de un año atrás ese malestar. El propio Gómez señaló ayer que la decisión del exalcalde “es madurada, de hace tiempo”. El desencuentro se tornó irreversible el pasado verano: el PSOE elegía al relevo de Alfredo Pérez Rubalcaba como secretario general, y Gómez pasó en pocos días de ir “al fin del mundo” con Susana Díaz a verter ese mismo fervor con Pedro Sánchez, pese a que en un pasado no muy lejano (cuando amagaba con disputarle el liderazgo del PSM) su relación era pésima.
Aquello contribuyó a dividir al partido en Madrid y a crear nuevas fracturas donde ya había muchas otras. “Barranco está harto de que Tomás haga lo que quiere sin contar con nadie más que con su interés personal”, destaca un alto cargo socialista crítico con el líder regional. “Tomás es bastante suyo, pero aquel vaivén ya fue la gota que colmó el vaso”, añade un dirigente cercano a Gómez.
Unos y otros coinciden en que Barranco busca, además, marcar las distancias con el resultado que pueda darse en mayo, manteniendo así intacto su prestigio como último alcalde socialista de Madrid hasta la fecha.
20 minutos para cubrir el hueco
"Este es el momento adecuado y el lugar oportuno para decir que yo también me voy", comunicó ayer Juan Barranco (Santiago de Calatrava, Jaén, 1947). Sólo 20 minutos después, Tomás Gómez ya le había encontrado sustituto, una rapidez(en realidad, el adiós del presidente del PSM se filtró el domingo) que concitó críticas entre los socialistas madrileños.
Primero, porque se interpreta como un intento de devolver el golpe al exalcalde por su inoportuno adiós (“es como un niño enrabietado que presume de lo poco que ha tardado en sustituirle”, asegura un importante cargo socialista). Y, sobre todo, por tomar en solitario una decisión que debería haber sido encauzada a través de los órganos del partido, máxime a sólo meses de unas elecciones de resultado incierto.
El sustituto de Barranco será Pedro Zerolo (Caracas, 1960). “No conoce la organización pero es adorado y para poner paz en todos estos líos y acabar el mandato es perfecto. Si hubiera puesto a otro, fuera quien fuera, se le habría revuelto la mitad del PSM”, explica un alto cargo afín a Gómez. “Y es miembro de la Ejecutiva Federal, lo que sirve como enganche con Pedro Sánchez. Al fin y al cabo, un presidente no es un cargo ejecutivo sino de representación, y el peso interno no es tan importante como poder poner paz en las discusiones”, añade.
Nadie cuestiona que, en ese sentido, Zerolo es perfecto. “No le genera ningún problema ni fricción, y además le permite quedar bien ante el electorado”, señala un relevante socialista. Otros destacan que carece de peso o relevancia en el PSM, y apuntan que podría haber elegido en su lugar a Enrique Cascallana o a Matilde Fernández. “Pero no se fía de nadie”, critica un alto cargo.
Zerolo es edil de Madrid desde 2003, cargo al que accedió tras 10 años al frente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales. En 2004, entró en la Ejecutiva Federal del PSOE como secretario de Movimientos Sociales, cargo que sigue ocupando. Zerolo comunicó hace un año que padece un cáncer, contra el que sigue luchando.
En su emocionada despedida (su última palabra fue “gracias” a los madrileños y a sus compañeros de partido), Barranco recibió ayer el homenaje de su “amigo” Jaime Lissavetzky, que le glosó como “referente del socialismo madrileño”. Lissavetzky aprovechó además para despedirse, pues tras las elecciones dejará la política, agradeciendo la lealtad de los ediles que lidera en Madrid.
También tuvo palabras de cariño y admiración para Barranco el candidato a la alcaldía, Antonio Miguel Carmona (cariño público correspondido por el exregidor), y Tomás Gómez (con quien Barranco se mostró frío y distante).
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