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Sant Pere y los cuarenta dragones

Localizadas en la iglesia de Ripoll pinturas del siglo XVI con un conjunto extraordinarios de estos fieros animales mitológicos

José Ángel Montañés
Uno de los dragones del siglo XVI pintados en los nervios de la bóveda de Sant Pere de Ripoll y la fecha de la realización: 1561.
Uno de los dragones del siglo XVI pintados en los nervios de la bóveda de Sant Pere de Ripoll y la fecha de la realización: 1561.Reinald González

En multitud de leyendas, míticas y cristianas, el dragón representa, por antonomasia, el enemigo a vencer. Apolo, Cadmo, Perseo, Sigfrido, San Jorge o el arcángel San Gabriel, entre otros, se enfrentaron a vida o muerte con este ser, personificación de lo diabólico, que lo mismo arroja fuego por la boca o utiliza sus potentes mandíbulas y su serpenteante cola para luchar. Sin embargo, esta temida criatura también es símbolo de protección feroz de lo que tiene a su cargo, sea cueva, objeto, dama o princesa. Si tenemos en cuenta el carácter protector de los dragones, la iglesia de Sant Pere de Ripoll, el templo que se levanta junto al monasterio de la famosa portalada románica ha de ser uno de los más protegidos de la cristiandad, tras localizar durante su rehabilitación 40 figuras de dragones de más de un metro de largo, en lo que constituye uno de los conjuntos más singulares localizados en Cataluña.

Con dientes afilados, ojos saltones o llamas por la boca, todos amenazantes y agresivos. El hallazgo ha sorprendido al equipo de arquitectos e historiadores que rehabilitan el edificio. “La iglesia está desacralizado desde finales de la guerra civil, y se ha utilizado como almacén para todo tipo de cosas. Tras un acuerdo entre el Ayuntamiento de Ripoll y el obispado de Vic se cedió su uso durante 30 años. Realizamos varias catas y sabíamos que se conservaba policromía bajo las capas de pinturas modernas, pero nunca había visto un conjunto así”, explica el arquitecto Josep Arimany, del equipo que desde octubre trabaja para convertir el edificio de un centro cultural.

Una de las claves de Sant Pere de Ripoll, con los cuatro nervios pintados con los dragones.
Una de las claves de Sant Pere de Ripoll, con los cuatro nervios pintados con los dragones.Reinald González

Los dragones están pintados a cada uno de los lados de los cuatro nervios de cada bóveda, por lo que se representaron ocho por bóveda. “Todos diferentes, no siguen un solo patrón”, explica Reinald González, historiador de Veclus que también coordina la rehabilitación. De las ocho bóvedas en las que ya se ha actuado, han aparecido figuras en cinco, por lo que se han localizado un total de 40 dragones, pero quedan otras tres por actuar, por lo que los dragones pueden ser más. Se ha localizado, algo excepcional también, la fecha en las que se realizaron las pinturas: 1561, según se lee en una de las claves. “Son muy tardías. El dragón se representa con normalidad dentro del bestiario románico, y luego se arrastra en el tiempo con toda una serie de transformaciones, pero es raro que se realicen pinturas con esta carga decorativa en los nervios de los arcos en estas fechas”, matiza González. Para el experto está clara la representación de los dragones “para expulsar la maldad” ya que se representaron protegiendo símbolos de la localidad, como el gallo, o del cristianismo como las llaves de San Pedro o un Calvario. “El exceso de estas figuras también le da singularidad”, prosigue González.

“Solo estaba previsto limpiar las claves de las bóvedas, pero una vez colocados los andamios actuamos en los nervios y localizamos estas figuras y la decoración floral que aparecen en las zonas entre nervio y nervio de los arcos”, explica el historiador. “Esto, junto a que se conserva un ábside románico y restos de la muralla del siglo XIII, hacen que esta iglesia, en la que se bautizaban, casaban y enterraban los vecinos de Ripoll, pero que tenida como menor a la sombra del monasterio, adquiera una mayor importancia”.

“No hay duda de que los feligreses pagaron estas pinturas en un momento de esplendor y poder económico”, según el historiador. “Y esto queda patente en los colores utilizados; además de negros y rojos, muy potentes, se emplearon verdes y azules, como lapislázuli, de gran coste económico, que hablan de un edificio más importante de lo que se pensaba”, mantiene Aremany.

Las obras cuentan con un presupuesto de más de medio millón de euros, a través de un fondo Feder, pero la aparición de estos casi 800 metros cuadrados de pintura inesperada ha hecho que el proyecto se amplíe. “Estamos buscando financiación para consolidar estas pinturas”, explican desde el Ayuntamiento, que junto con la Diputación, el obispado y la Generalitat, tendrían que ocuparse de pagar los trabajos. “No será fácil, porque tras quitar las cuatro capas de pintura y el humo del incendio que sufrió la iglesia, habrá que inyectar mortero para evitar que la pintura se desprenda”, remacha el arquitecto.

Según los expertos se pintaron para proteger la ciudad y la cristiandad

Cuando concluyan los trabajos de rehabilitación del edificio, el ex templo se utilizará para conferencias y exposiciones. En las naves laterales se expondrá el importante lapidario retirado del claustro del monasterio en la última intervención, con elementos tan imponentes como las claves de la nave central que pesan entre 3.000 y 4.000 kilos cada una.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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