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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Al cierre político de 2014

El que acaba ha sido un buen año para la izquierda y de desplome para el PP

Una de las conclusiones más notorias del año político que acaba es, a nuestro juicio, el desplome del PP valenciano. Incluso buena parte de sus feligreses, a menudo la más esclarecida, así lo reconoce. Incluso da por venturoso tal desenlace habida cuenta del agotamiento del partido que nos ha gobernado la Comunidad desde 1995 y Valencia desde el 91. Muchos años, además, de mangoneo. Ahora –decimos del gobierno popular- se ha quedado sin dineros ni discurso, avezado como estuvo a la magnificencia y el despilfarro. En realidad, al presidente Alberto Fabra y su mariachi sólo les queda la oportunidad de contribuir en mayo próximo a un relevo ordenado y transparente. Sería el episodio más cívico y democrático –acaso único- de tan prolongado mandato. Algo, dicho sea en su honor y de paso, que no podríamos haber esperado de su predecesor en la poltrona, tan ensoberbecido y nefasto.

El año ha acabado asimismo con una feliz y rocambolesca sorpresa, como ha sido la dimisión súbita de Sonia Castedo, la alcaldesa de Alicante, esa lacerante vergüenza del PP. Aunque está imputada, no se le ha probado todavía que medrase en el cargo o acumulase fortuna. Pero, en cambio, ha sido escandaloso el modo de ejercerlo. Tan pinturera ella, tan descarada y redicha, ha mancillado lo indecible la gestión edilicia alicantina. Sus relaciones, estrechas y poco menos que íntimas, con la elite urbanística de la ciudad, así como su altanería para con la oposición municipal, han sido la comidilla del universo mediático, incluida sobre todo la prensa del corazón. La política, como ejercicio noble del gobierno, se ha quitado de encima un baldón que la envilecía.

También, éste que expira, ha sido un buen año para la izquierda. Después de tantas derrotas y lustros de oposición y hasta de mortificación, ha comenzado a ver la luz de la victoria en las urnas. Los muestreos de opinión y el mismo sentir de la calle anticipan el cambio de Gobierno y de políticas. La limpieza de personajes imputados llevada a cabo por el molt honorable es plausible, pero ha llegado tarde. Desde hace meses los partidos de la alternativa ya trabajan en sus programas, propuestas y candidaturas, elegidas mediante primarias, lo que ha significado una aleccionadora novedad y un ejercicio de transparencia. La irrupción de Podemos ha sido asimismo una anticipación del tsunami progresista que ha de arrasar a la derecha. No es éste el momento de mencionar los problemas que aguardan a las fuerzas políticas que asuman el gobierno. Eso pertenece a la agenda de 2015.

Por último, y aunque parezca mentira, ha transcurrido todo un año sin RTVV. Su recuperación, con las debidas enmiendas, es un propósito general. Y volverá. Pero ha de admitirse que haberla silenciado ha sido una bendición para la alternativa electoral de gobierno. Espanta imaginar qué desvaríos y manipulaciones no hubiesen llevado a cabo los responsables el PP y la manada periodística compinche ante las negras perspectivas que se le prefiguran. Prueba de ello es la invención de Tele Parrus (Tele Paliza Rus) como ya se le conoce y cuya aparición se anuncia para los próximos días. Un instrumento electorero que nada tiene que ver con los medios de comunicación, pero a cuya grotesca imagen y semejanza se hubiera acabado jibarizado la castigada RTVV.

Y que 2015 sea bueno para todos y no solo para los mismos de siempre, los que sacan tajada, que canta Joan Manuel Serrat.

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