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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Elogio de las elecciones primarias

Aunque cueste creerlo, la política es una de las actividades más nobles que puede desempeñar el ciudadano

Aunque cueste creerlo, la política es una de las actividades más nobles que puede desempeñar el ciudadano. En principio, conlleva un ejercicio de generosa dedicación a la mejora social, ya sea desde la gobernanza o la participación en los partidos. Eminentes clásicos han ensalzado sus bondades y aún no se ha descubierto un modo más eficaz y pacífico de solucionar los conflictos colectivos y promover el bien común. También es un ámbito donde cunde el medro personal, las corrupciones de todos los colores, el incumplimiento de las promesas y el cinismo. En este sentido, la mera observación de cuanto acontece en este país y los sondeos demoscópicos revelan de modo genérico y acaso injustamente –todos no son iguales– el desprestigio y la desconfianza que se han ganado los políticos.

Enmendar esta depredación requiere tiempo, leyes y cambios. Un de estos es la adopción de las elecciones primarias para decidir las candidaturas partidarias mediante la participación de los afiliados y simpatizantes. En estos días algunos partidos están promoviendo las referentes a los próximos comicios municipales y autonómicos. A pesar de su falta de rodaje del proceso, ya se pueden percibir sus ventajas y también podemos apostar que esta suerte de ensayo ha llegado para cuajar. Por lo pronto, conlleva un verdadero ejercicio de transparencia y difusión de la democracia interna, lo que supone una profundización de la misma. Las listas ya no dependen del sancta sanctorum de la organización, sino de la llamada “puta base” y ciudadanos partícipes, lo que ha conllevado una floración de vocaciones políticas que han de postularse y superar el escrutinio de sus cofrades.

Se argüirá a modo de objeciones que el mero hecho de tener que presentarse ante a concurrencia y razonar los motivos de la decisión, además de los méritos que se aducen e incluso las propuestas pueden significar una traba disuasoria. No lo vemos así. Sin un mínimo de elocuencia para exponer qué se quiere no se mejorará el gremio político, hoy por hoy tan nutrido de zoquetes que no saben pronunciar la “o” ni con canuto. Visítense las Cortes valencianas. También se menciona la complejidad del proceso electoral que, por mor de satisfacer a las minorías, retuerce las normas democráticas. Mero remedio transitorio, como lo es la cirugía, la terapia y hasta el maquillaje por el bien de la salud. Cuanto más cohesionado esté el partido y más rodado el procedimiento más simples serán los reglamentos.

Nos avecinamos a un tiempo de novedades en los usos políticos. A las elecciones primarias ha de seguir la limitación de los mandatos en la vida pública, siquiera sea para ahorrarnos el espectáculo de contemplar a gobernantes momificados en el cargo. ¿Citamos algunos o algunas? Uf, qué deprimente. Los y las hay que han consumido media vida pisando moqueta a costa del erario. Tampoco ha de hacerse esperar la iniciativa revocatoria para que nadie se crea blindado por los votos, a pesar de incumplir o corromper escandalosamente los compromisos contraídos. El futuro se avizora cargado de cambios.

Adenda a modo de preguntas. ¿Pero qué demonios propone el presidente de AVE, Vicente Boluda, otro partido falsamente nacionalista y blavero? ¿Acaso cree que con tal esperpento puede amedrentar al Gobierno de Madrid? Cuesta dirimir si prima la ingenuidad o la estulticia. En todo caso, cero patatero en política.

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