Cañones, balas y vinos de altura
La garnacha madrileña de cepas viejas junto a Gredos seduce al gurú Parker
Si alguien ve en los estantes de una tienda vinos con nombres como La Bruja Avería, Las Uvas de la Ira, El Fin del Mundo, El Hombre Bala o La Mujer Cañón pensaría que es una broma, que las botellas no contienen un líquido como para tomarlo en serio. Pues no. Se trata de vinos para tomar y recomendar.
Precisamente La Mujer Cañón 2012 ha llegado a lo más alto en la lista de un gurú del vino, Robert Parker. En la última valoración de la revista The Wine Advocate ha sido considerado el mejor vino de la Comunidad de Madrid, con una puntuación de 95 puntos. Con una producción limitada de tan solo 2.000 botellas y 90 magnums (botellas de grandes dimensiones para compartir con apasionados del buen beber), La Mujer Cañón es monovarietal de garnacha (esa uva que las narices internacionales están venerando últimamente) priocedente de un viñedo de 80 años situado en Cadalso de los Vidrios, en las inmediaciones de la Sierra de Gredos.
En esta localidad está el campo de acción de Comando G, precisamente denominado así en honor de las bondades de la garnacha. Y ese comando lo forman dos jóvenes enólogos, Fernando García (Bodegas Marañones) y Daniel Gómez Jiménez-Landi (Bodegas Daniel Landi), que manejan con habilidad viejas cepas en un suelo granítico de cuatro fincas (en Cadalso, Cenicientos y en Rozas de Puerto Real) y siguiendo los parámetros de la agricultura biodinámica. Una característica especial de sus vinos es que reflejan la frescura serrana. No en vano nacen de los viñedos más altos de la denominación de origen Vinos de Madrid, entre 900 y 1.000 metros de altitud.
La vendimia de cada finca empieza en el momento óptimo de maduración: la más temprana es la de El Hombre Bala (de mediados de septiembre a mediados de octubre), y un poco más tardía es la de La Mujer Cañón (segunda quincena de octubre). La maceración dura una media de 30 días a baja temperatura y la fermentación se realiza en barricas y tinos de madera a temperatura controlada. Después, la crianza se produce en barricas barricas de diferentes tamaños "para buscar profundidad, complejidad y equilibrio".
La aventura vinícola de estos activistas de la enología comenzó en 2010, con la complicidad de Uvas Felices, un proyecto de vinos de autor en distintas regiones apoyado por Vila Viniteca (distribuidora liderada por Quim Vila y organizadora del concurso anunal de Catas por Parejas), y parece que la felicidad va a durar sorbo a sorbo.
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