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Las detenciones tras el alijo frustrado colapsan los calabozos de Chiclana

Los arrestados por coger hachís procedente del naufragio se elevan a 70

Tres encapuchados buscan hachís en una playa de Chiclana.
Tres encapuchados buscan hachís en una playa de Chiclana.juan carlos toro

No ha salido el sol. La marea está baja. Y decenas de personas aguardan su oportunidad en los alrededores de la playa de Sancti Petri (Chiclana, Cádiz). Llevan cañas de pescar, ropa deportiva como si fueran a correr, disimulan su acecho con un paseo por la arena. Pero muchos de los que esperan buscan lo mismo, la droga perdida tras un vuelco el viernes de una lancha cargada de fardos de hachís. La Guardia Civil lleva detenidas a 70 personas. Dicen sus agentes que no recuerdan algo parecido, algo tan descarado. Hasta han agotado los grilletes y los calabozos de Chiclana se han quedado pequeños ante la acumulación de arrestados.

La oportunidad de que las olas trajeran hachís hasta la playa surgió el viernes. Entonces, en pleno temporal, tres lanchas transportaban unos 3.000 kilos de hachís. Pero el mal tiempo jugó una mala pasada a los narcotraficantes que trataban de alcanzar Chiclana. Una de las lanchas volcó y toda su mercancía, que se estima en aproximadamente una tonelada, se esparció por el agua. Murieron dos personas, dos ciudadanos marroquíes, reconocidos por la Guardia Civil como habituales transportistas de droga.

Poco después, la noticia corrió por todo el entorno. “Han sido claves las redes sociales”, ha argumentado el portavoz de la Guardia Civil de Cádiz, Manuel González, para justificar la masiva presencia de personas en el entorno de la playa a las pocas horas del suceso. En seguida se difundió que el alijo completo no había podido ser abortado y que los fardos flotaban y quedaban sobre la orilla con la marea baja. Llegaron riadas de personas, la mayoría vecinos del entorno. Se camuflaron como pescadores, simples paseantes, corredores pero los agentes, que mantenían un dispositivo de rastreo en busca de una posible tercera víctima, pillaban a muchos de los que cogieron droga. En general, llevaban una o dos pastillas de hachís, de un kilo cada una, aunque algunos se arriesgaban con más. Cada detención era aprovechada por otros para bajar a la playa y conseguir más mercancía.

El reguero de arrestados suma hasta ayer 70, aunque los agentes mantienen un dispositivo de seguridad que va sumando detenidos por momentos. El colapso ha sido evidente. Los agentes se han quedado sin los cordeles de un solo uso con los que realizan los arrestos rápidos sin necesidad de las esposas. Y los calabozos de la Guardia Civil no han dado abasto. La cárcel de Puerto II ha tenido que habilitar un módulo especial para acoger a muchos de los detenidos. Este miércoles iban siendo trasladados en grandes autobuses al cuartel chiclanero y de allí, de dos en dos, a los juzgados en coches oficiales o camuflados.

La mayoría de arrestados quedaron en libertad con cargos, acusados de un delito de tráfico de drogas. Si fueron sorprendidos con más de 2,5 kilos se enfrentan a peticiones de pena de cárcel de hasta cuatro años. La mayoría alegaba que no llevaban nada encima, que, simplemente, estaban paseando o pescando. “Nadie que no tuviera droga ha sido detenido”, ha insistido el portavoz de la Guardia Civil.

El delegado de la Junta en Cádiz, Fernando López Gil, ha admitido que lo que se vive estos días en Chiclana es fruto de la situación económica de la provincia, una de las pocas donde el paro registrado aumentó en noviembre hasta superar los 193.000. Pero también advertía de las graves consecuencias de tomar este camino. Lo dice también la Guardia Civil, que añade otra alerta. Las mafias pueden tomar represalias contra quienes les roban su mercancía.

La mayoría de detenidos son hombres de entre 20 y 30 años, aunque también ha habido cinco menores de edad y dos mujeres. Proceden de localidades vecinas como Chiclana, Conil, Barbate, Sanlúcar o Sevilla. La Guardia Civil no cree que las mafias que ordenaron este envío hayan pagado a alguien para recogerla, sino que los intentos proceden de personas que, voluntariamente, tratan de conseguir dinero vendiendo después este hachís encontrado en la playa, unos 1.000 euros por kilo si se encuentra en buen estado.

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