Jaroussky o el impacto de lo distinto
El Ensemble Artaserse abre la Temporada Lírica en A Coruña con un magnífico concierto, siempre a la sombra del divo francés
La Temporada Lírica que organizan conjuntamente el Consorcio para la Promoción de la Música (Orquesta Sinfónica de Galicia) y Amigos de la Ópera inició el viernes su ciclo Grandes cantantes en el Teatro Rosalía Castro de A Coruña, con un concierto de Philippe Jaroussky y el Ensemble Artaserse. En programa, obras religiosas y arias de ópera de Antonio Vivaldi, en un monográfico de larga duración que forma parte de la gira de promoción de su último disco VIVALDI, pietà, dedicado a obras religiosas del compositor veneciano.
El concierto tuvo ese inevitable aire de culto al divismo, ese montaje personalista sobre y desde la imagen del cantante como protagonista único que se prodiga en este tipo de eventos. Algo que flotaba desde antes de su comienzo en el ambiente del Rosalía, en el que los aficionados y ese público un tanto heterogéneo que se prodiga en estos eventos habían agotado las entradas desde mucho antes de su celebración.
La ejecución sin solución de continuidad entre el Concierto en do menor para cuerdas y clave con que dio comienzo el concierto y el Stabat Mater, sin dejar ocasión para aplaudir al ensemble, fueron la más clara muestra de lo antes dicho. La ovación tras el Concierto en re mayor para arcos y clave, que centraba la primera parte, y la muy larga y merecida tras el que hacía lo propio en la segunda, el Concierto en la menor para dos violines, fue la reacción lógica del público en reconocimiento del mérito musical del Ensemble Artaserse.
La ausencia en el programa del nombre de los dos espléndidos solistas de esta última obra fue la prueba del montaje personalista-promocional del concierto. El Ensemble Artaserse, siempre a la sombra del divo francés, cuajó una magnífica actuación. Su sonido, afinación y musicalidad fueron una base muy sólida para el éxito del evento.
Jaroussky posee una espléndida técnica y su dominio, a lo que se añade un extremo amor a su voz, le hace caer en un cierto ensimismamiento en la pura vocalidad. Algo muy del gusto de eso que ha dado en llamarse el público en general -compuesto por parte de los aficionados y la práctica totalidad de los meros consumidores de acontecimentos- pero que lastra algunas de sus interpretaciones.
Como es frecuente en sus actuaciones, la interpretación del contratenor francés tuvo sus mejores logros en las piezas “di bravura” y otras de extrema delicadeza que en aquellas cuyo dramatismo precisa una expresión de mayor profundidad. Es el caso del Lunge mala, unbrae terrores (tremendo y espléndidamente ejecutado el inacabable melisma sobre la segunda “o” de “tolle mareorem”) y de las arias, frente al Stabat Mater con que se inició el concierto, obra que quedó un tanto plana de expresión por falta de un sentimiento más profundo. Al final, el acabose con tres propinas y esas palmas tocadas al unísono tan propias de los conciertos celebrados en estas circunstancias.
Declaraba hace poco Antonio Moral, director del Centro Nacional de Difusión Musical, que era “partidario de traer a los grandes intérpretes en un contexto determinado, pero no sin más” y que no concebía que “se estén quitando recursos para hacer un proyecto determinado, o para apoyar proyectos que se están haciendo durante años, únicamente para hacer un concierto con el divo de turno”. Algunos grandes aficionados a la ópera de A Coruña se preguntan si, con el coste de estos conciertos de relumbrón protagonizados por grandes nombres de la lírica actual, no habría sido más lógico programar más óperas, representadas o en concierto, en esta Temporada Lírica OSG/AO.
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