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medio ambiente

La pugna política entre Bildu y el PNV enreda la crisis de las basuras

Gipuzkoa acumula más de una década sin ejecutar un plan de residuos

Mikel Ormazabal
El diputado de Medio Ambiente de Gipuzkoa, Iñaki Errazkin, con el vertedero de Zarautz al fondo.
El diputado de Medio Ambiente de Gipuzkoa, Iñaki Errazkin, con el vertedero de Zarautz al fondo.JAVIER HERNÁNDEZ

El plan integral de residuos urbanos de Gipuzkoa comenzó a esbozarse a finales del siglo pasado, durante la legislatura foral 1999-2003, con la coalición PNV-EA a los mandos de la Diputación. En aquellos primeros borradores ya se contemplaba la construcción de entre una y tres incineradoras en el territorio. Esta estrategia fue defendida entonces por el diputado de Medio Ambiente, Jon Mikel Murua, de Eusko Alkartasuna, formación integrada hoy en EH Bildu. En 2002, Murua ya se refería a la incineración como el modelo más adecuado para la eliminación de las basuras de Gipuzkoa, aunque lo hacía evitando por todos los medios citar expresamente la palabra maldita y empleaba otros términos políticamente más correctos, como “valorización” o “tratamientos energéticos”.

En 2002, la tasa de reciclaje de Gipuzkoa era muy baja, el 16,6%, y se advertía de que el vertedero de Sasieta (Beasain), hoy aún activo, tenía “siete años de vida útil”. Por eso, Murua declaró aquel año: “Vamos contra el reloj”.

Dos décadas después, Bildu (EA incluido) enterró en julio de 2013 el proyecto de la incineradora y puso patas arriba la norma foral que regula el plan de residuos aprobado por las Juntas Generales en 2008 y que sigue en vigor. La coalición abertzale, al frente del Gobierno foral desde 2011, reniega de ese plan de residuos e impulsa en solitario el suyo propio, aunque sin refrendarlo en la Cámara provincial porque no tiene la mayoría suficiente.

Pero la apuesta medioambiental de Bildu también está haciendo aguas. A seis meses vista de cerrarse la legislatura, la propia Diputación guipuzcoana ha tenido que asumir que su estrategia no podrá culminarse en los plazos comprometidos. En el mejor de los casos, Gipuzkoa habrá resuelto el problema de la gestión de las basuras a finales de 2016.

No hay tiempo para ejecutar antes de esa fecha todas las infraestructuras necesarias para tratar las 311.000 toneladas de basuras que se generan al año en la provincia y, paralelamente, cerrar los tres vertederos que siguen abiertos, como pretendía conseguir el Gobierno foral antes de acabar 2015.

Todo el calendario se ha ido al traste cuando la consejería de Medio Ambiente, en manos del PNV, ha comunicado esta pasada semana que no puede conceder la autorización ambiental que precisa la planta de tratamiento mecánico-biológico (TMB) de Zubieta tal y como la había solicitado la Diputación de Bildu. El Gobierno vasco ha dicho no a la pretensión de Bildu de heredar el permiso ambiental otorgado a la planta TMB que se había incluido en el plan de residuos que la coalición no quiere cumplir porque también incluye una incineradora en Zubieta.

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Los responsables de la Diputación han aprovechado la negativa del Gobierno para culpar ahora de los retrasos al PNV. “El Gobierno vasco castiga a Gipuzkoa por reciclar”, declaró el diputado de Medio Ambiente, Iñaki Errazkin, para eximirse de cualquier responsabilidad en la dilación indefinida de los plazos que sufrirá la solución del problema de las basuras.

Con un porcentaje de recogida selectiva del 45% en 2014 —un dato que la Diputación considera reciclaje—, la previsión de los desechos que se depositarán en los vertederos de Urteta (Zarautz), Sasieta (Beasain) y Lapatx (Azpeitia) asciende a 170.000 toneladas este año. Garitano anunció hace apenas un mes que el día 23 de diciembre se cerrará el basurero de Zarautz. En la próxima primavera se clausuraría el de Azpeitia y, finalmente, el de Beasain a finales de 2015. Ahora mismo, no hay certeza de que esto pueda cumplirse. Tampoco si dentro de un año estará operativo el vertedero de inertes de Zestoa, adonde tendría que derivarse los residuos resultantes de la planta TMB de Zubieta. Del mismo modo, es una incógnita si en enero, como anunció el Gobierno foral, estará en funcionamiento la nueva planta de compostaje de Epele (Bergara), el proyecto que está en marcha pero que arrancó en la anterior legislatura.

Así, todo queda en el aire a la espera de lo que suceda en las próximas elecciones. Con Bildu en el poder se mantendrá el puerta a puerta en la mayoría de municipios, pero si PNV, PSE y PP son mayoría podría resucitar el proyecto de la incineradora,

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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