Botella pone en venta el hoyo del “icono arquitectónico” de Gallardón
Izquierda Unida cifra en 100 millones el gasto en el Centro de Convenciones
El Ayuntamiento de Madrid inició el jueves el expediente para vender el enorme agujero de 33.000 metros cuadrados, al pie de las cuatro torres de Chamartín, donde se iba a edificar el Centro Internacional de Convenciones. Las obras del ambicioso proyecto que planificó el entonces alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, se paralizaron en 2010 por falta de presupuesto, dos años después de que el regidor colocara la primera piedra de lo que definió en ese momento como “el nuevo icono arquitectónico de Madrid”. Cuatro años después, el único rastro de aquel imponente proyecto son las tres plantas del aparcamiento subterráneo que no han llegado a utilizarse y que amenazan con venirse abajo si no reciben el mantenimiento adecuado.
Los planos que dibujaban un rascacielos circular de 120 metros de altura se perdieron en algún cajón y el proyecto que se anunciaba en la página del Ayuntamiento como “un gran sol artificial que iluminará la ciudad, ¡Madrid, donde no se pone el sol!” parece que no trascenderá del papel. El procedimiento administrativo oferta “el suelo, subsuelo y construcciones existentes en la parcela situada en el Paseo de la Castellana 259 E” para los próximos 75 años sin tener que compensar al Ayuntamiento por la inversión realizada hasta la fecha. El comprador, si aparece, levantará lo que considere oportuno sobre este mastodóntico agujero congelado en el tiempo.
El Madrid que se soñó y no fue
El Centro de Convenciones no fue el único proyecto que se marchitó esperando a que empezaran las obras. Como fichas de dominó, fueron cayendo uno a uno los planes megalómanos que trazó el gobierno de Alberto Ruiz-Gallardón en sus nueve años al frente de la alcaldía. Construcciones como el Coliseo de las Tres Culturas nunca vieron la luz. Este pretendido centro artístico de referencia en el barrio de Canillas (Hortaleza) se quedó en un mero solar vallado. El Ayuntamiento recalificó dos parcelas y se las cedió en 2002 al empresario teatral José Luis Moreno. El contrato se resolvió finalmente en 2011 y el “emblema de la ciudad del siglo XXI identificable en los cinco continentes” no pasó de lo imaginario.
Gallardón quiso recuperar el templete de la Red de San Luis, trasladado piedra a piedra a O Porriño, la localidad pontevedresa en la que nació su autor, Antonio Palacios, creador del Círculo de Bellas Artes. En 2008, el entonces alcalde prometió levantar una réplica del que durante décadas albergara el ascensor de la estación de Metro de Gran Vía. El plan estaba incluido en la peatonalización de la calle Fuencarral. La idea nunca pasó del punto de partida. La marquesina, que no fue trasladada a Pontevedra, es la única pieza del flamante nuevo templete.
A unos metros, en la parte trasera de Gran Vía, la plaza de los Mostenses sigue esperando una reforma, una necesidad reconocida por el Consistorio. El mercado, que ocupa el espacio entre la plaza de España y la calle San Bernardo, debía ser sustituido por un edificio acristalado con biblioteca, piscina o mirador. Sin embargo, el anteproyecto que la Oficina de Centro encargó al estudio Espegel Fisac se quedó en una vanguardia frustrada.
El eje Prado-Recoletos fue uno de los grandes conflictos administrativos de Gallardón con la Comunidad. Entonces presidente regional, declaró en 1998 la zona del paseo Bien de Interés Cultural para controlar cualquier reforma. La decisión se volvió en su contra: la zona soporta demasiado tráfico, tiene el pavimento levantado y sus jardines muestran un aspecto descuidado. El proyecto de Álvaro Siza está ejecutado salvo la parte BIC, que alberga museos y por donde transitan miles de turistas.
Un informe del área de Hacienda, al que tuvo acceso EL PAÍS, señalaba en enero del año pasado que la situación debía “ser resuelta lo antes posible”, y ver dudas sobre la seguridad de la instalación a corto plazo. El coste del proyecto “es inasumible” y “sería imprescindible” cambiar su uso.
Los arquitectos Emilio Tuñón, Matilde Peralta y Luis Mansilla, fallecido en 2012, ganaron en 2007 el concurso de ideas convocado por Gallardón, regidor de la capital entre 2003 y 2011 y exministro de Justicia. Proyectaron un gran auditorio con capacidad para 4.000 espectadores y otros dos con un espacio más reducido de unas 1.500 personas. El plano incluía tres grandes salas de exposiciones distribuidas por las plantas (habría diez, cada una con una altura de 12 metros). Contaba además con un mirador que ofrecía unas vistas privilegiadas a la sierra, un jardín y un restaurante. Uno de los puntos fuertes era la construcción de ascensores panorámicos de forma curva que serían visibles desde el exterior. Si esta infraestructura, de 200.000 metros cuadrados y una altura de 120 metros, hubiera visto la luz habría estado entre los diez edificios más altos de la capital.
El proyecto partía de un presupuesto inicial de 300 millones de euros, de los que el Consistorio ha gastado más de 100, según critica la oposición. La primera fase de las obras se adjudicó en abril de 2009 a la constructora Acciona por 16 millones. En el plazo de un año, debía hacer el agujero en el que poner los cimientos. Pero pasado ese tiempo, en mayo de 2010, Gallardón suspendió las obras.
La constructora continuó la excavación de toda la estructura bajo rasante, y apuntaló su “seguridad y estabilidad” con muros y anclajes, señala el informe de 2013 del área de Hacienda. Esa estructura tenía una vida útil legal de dos años, que se cumplieron en febrero de 2012. La constructora “realizó lo que consideran obra mínima para garantizar la estabilidad”, y volvió a paralizar la obra. Para entonces, la oposición ya sostenía que el Ayuntamiento había desembolsado 99 millones.
“El proyecto ilustra lo que ha sido la política del entonces alcalde, y se viene a resumir en primero vender humo, luego no hacer lo comprometido y más tarde malvender o desprenderse a toda prisa de aquello que iba a ser referencia mundial”, critica el portavoz de IU en el Ayuntamiento de Madrid, Ángel Pérez. “Todo se quedó en un agujero en el que se han enterrado más de 100 millones de euros mientras se han recortado sus servicios de los madrileños”.
El Ayuntamiento asegura que el proceso de venta “está en una fase muy incipiente” y que se limitan a “tantear” a posibles compradores. Asegura que el tema se está llevando “con discreción”. “Tenemos que ver quién viene, qué nos ofrece y qué tipo de proyecto presenta. Luego ya veríamos cómo se adapta a la colaboración público-privada”.
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