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Música, teatro y ‘cabaret’

La directora, intérprete y productora madrileña lleva más de 25 años sobre el escenario

La actriz y directora Roma Calderón en el Volta Café.
La actriz y directora Roma Calderón en el Volta Café.Álvaro García

1. Volta Café. Para mí, es el último cabaret que queda en Madrid. Tiene un aspecto de entreguerras. El personal de la sala es muy canalla. Llevo más de un año haciendo el musical The Lovers allí y me siento como en casa. Es un espacio vivo que siempre te sorprende (Santa Teresa, 9).

2. Teatro Valle Inclán. Se puede decir que es el primer teatro donde actué. Con cinco años, el colegio nos llevó a ver El mago de Oz, cuando todavía era el teatro Olimpia. Fue la primera película que vi en pantalla grande. En el descanso, subí al escenario y le dije al animador que quería cantar. Y él, muy alucinado, me dio el micro (risas) (Plaza de Lavapiés, s/n).

Una mujer orquesta

Nominada varias veces a los Max como coreógrafa y ganadora en la edición de 2013 por Alegría, Roma Calderón (Madrid, 1970) representa su obra de producción propia The Lovers hasta el 13 de diciembre en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid.

3. Museo Reina Sofía. El edificio es un antiguo hospital militar y estuvo muchos años cerrado. Todos los días pasaba por allí para ir al colegio y me quedaba embobada mirándolo. Tenía un rollo de película de miedo maravilloso (Santa Isabel, 52).

4. Cuesta en la calle Zurita. Es de las pocas cuestas que hay en el centro de Madrid. La perspectiva desde este lugar es cinematográfica a tope. Ves los techos de los edificios antiguos de Lavapiés, las antenas y las torres altas. Si te pilla un atardecer es para que se te caigan dos lagrimones como dos kiwis. 

5. El otro Ángel Caído. La del Retiro ya no es la única representación de Lucifer en Madrid. En la azotea del edificio de la calle Milaneses que hace esquina con la calle Mayor hay una estatua de un hombre con alas boca abajo, como si se hubiera estrellado.

6. Antiguo Madrid Rock. Cada planta del edificio estaba dedicada a un tipo de música. Y lo maravilloso es que todas las tribus urbanas convivían en paz. Fuera de ahí no existía ese respeto. Yo era yeyé, con el pelo cardado, y fui a la firma de discos de AC/DC con mi hermano heavy. Tenía el encanto de lo decadente (Gran Vía, 55).

7. El matadero. Me parece maravilloso en lo que se ha convertido este edificio. Cuando era pequeña quería comprar una de esas naves abandonadas y vivir en ella. Ahora no es mi casa, pero casi. He actuado varias veces allí y ya forma parte de mi bagaje profesional (Plaza de Legazpi, 8).

8. Mercado de Tirso de Molina. En la parte de arriba del mercado de abastos hay unos locales de ensayo con mucha vida. Los taconazos se escuchan antes de abrir la puerta. Los gestiona un hombre enamorado del arte que no te recibe con la actitud del que alquila una sala, sino con la intención de ayudarte. Y el buen rollo que genera se contagia. Es uno de los espacios más especiales en los que he estado ensayando (Doña Urraca, 15).

9. Palacio de cristal. Ver un atardecer en verano y quedarte de noche sentada al lado del lago, con esos árboles que parecen de pantano... tiene una magia especial. Y además puedes disfrutar de actuaciones en directo de los músicos que se ponen a tocar en el Retiro.

10. Templo de Debod. Lo descubrí por casualidad un día que me perdí paseando. Lo vi aparecer de repente cuando subía una cuesta y me quedé alucinada. Me senté en el borde de la fuente y durante dos segundos me imaginé el templo rodeado de gatos. Luego descubrí que este santuario estaba dedicado originariamente a estos animales (Ferraz, 1).

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