La sinergia también existe y tiene swing
Dave Douglas y Joe Lovano protagonizan EL concierto del Festival de Jazz de Barcelona
El Festival de Jazz de Barcelona ha pasado ya su ecuador, pero aún queda mucha música por escuchar. Pero no parece arriesgado aventurar que el concierto del pasado miércoles en el Auditori pasará a ser recordado como EL concierto del certamen. La intensidad y belleza de lo ofrecido por el quinteto de Dave Douglas y Joe Lovano es de las que hacen mella y se quedan clavadas en la historia musical. Un concierto memorable en todos sus aspectos que destiló una de las mejores caras del jazz contemporáneo.
JOE LOVANO Y DAVE DOUGLAS QUINTET
46º Festival de Jazz de Barcelona
Auditori de Barcelona
12 de noviembre de 2014
Reunir en un escenario a dos figuras con personalidades tan fuertes como las de Douglas y Lovano y encima ponerles detrás a otro monstruo de su altura como el batería Joey Baron era una apuesta arriesgada ya que, con la historia en la mano, estas reuniones suelen convertirse en un agradable paseo por la rutina. Nada más lejos de lo que sucedió en el Auditori, la palabra rutina no está en el vocabulario de estos músicos y lo demostraron con un concierto tan denso y repleto de ideas como colorista y estimulante.
Por separado, Douglas y Lovano son dos auténticos líderes de su instrumento, la trompeta y el saxo tenor respectivamente, y si solos ya pueden llenar un escenario de los grandes juntos consiguen ascender hasta lo más alto. Viéndoles sobre la tarima queda claro que la sinergia, esa palabra mágica, existe y que uno más uno (más otro uno si añadimos a Baron) son mucho más que tres. La compenetración de los dos líderes sobre el escenario es total y, sobre un trampolín tan seguro y apabullante como el servido por el batería, pueden lanzarse al vacío sin miedo. A Lovano le siente de maravilla la presencia de Douglas y al revés, al trompeta le estimula hasta lo increíble la cercanía del saxofonista. Añadamos una contrabajista, la ascendente Linda Ho, que sorprendió por su seguridad y capacidad de compenetrase con el siempre explosivo Baron y un joven pianista al que todo parecía venirle grande pero que cumplió con su trabajo.
Temas de los dos líderes y composiciones de Wayne Shorter llenaron cien minutos de pura magia.
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