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“El castellano ha perdido eficacia poética”

Pere Gimferrer lanza dos nuevos poemarios, uno escrito en italiano

Carles Geli
Pere Gimferrer durante la presentación en Madrid de sus libros 'El castillo de la pureza' y 'Per riguardo'.
Pere Gimferrer durante la presentación en Madrid de sus libros 'El castillo de la pureza' y 'Per riguardo'.Luca Piergiovanni (EFE)

Parece sorprendido Pere Gimferrer (Barcelona, 1945) de que se le haga notar que aparece cuatro veces la palabra muerte en ocho estrofas de uno de sus recientes poemas. Coge el volumen y lee por encima de las gafas. A los dos segundos, murmura: “Ay, estaba mirándolo en castellano, voy al original italiano…”. Sí, el último libro del académico se titula Per riguardo (Fundación José Manuel Lara) y está escrito directamente en esa lengua (versión española de Justo Navarro). Y acompaña en el mercado a El castillo de la pureza (Tusquets), versión castellana (de José María Micó) de su último poemario en catalán El castell de la puresa, de principios de este año.

La sombra de la muerte y cierta añoranza por la juventud marcan el tono del más profundo y personal Per riguardo, temas que también aparecen en El castillo… si bien el cordón umbilical más fuerte es un trasunto crítico con la situación política y social, de una violencia latente --“nella città dei fiamme in rivoltelle” (“en la ciudad de llamas en revólveres”)-- y una vida aparente: --“Així vivim, com viuen els follets / o els focs follets, com la calamarsada / que només sap que és la voluntat cega / d’escampar el foc o l’aigua destructiva” ("Así es como vivimos, como duendes / o como fuegos fatuos, o granizo / que solo sabe del designio ciego / de esparcir fuego o agua destructiva”).

Pere Gimferrer, en el ascensor del edificio del Grupo Planeta.
Pere Gimferrer, en el ascensor del edificio del Grupo Planeta.Enric Vives-Rubio

La culpa de los versos italianos la podría tener Dante, cuya Divina comedia ha leído seis veces (“por encima de Proust, al que he leído cinco”, constata como sorprendido de sí mismo), pero el hecho es que publicó por vez primera en castellano en 1966; en catalán, en 1970 y ahora en italiano. “No dejan de ser variables del latín. En una misma semana he escrito en los tres idiomas; también tengo alguna cosa en francés, pero no lo muestro porque es una lengua en la que es fácil hacer un pastiche”.

Lo dice con naturalidad abrumadora. “Hace años que no leo traducciones y eso ayuda, quizá de algún ruso u oriental sí, pero pienso y leo en diversos idiomas aunque no los hable”. Y repasa la génesis de los que le son propios: “El castellano es el idioma de mi formación, aunque en la escuela no aprendí nada de idiomas, solo latín; escribir en catalán en los 60 tenía un significado político, pero para mí era una cosa más: yo aprendí a nombrar las cosas en catalán y eso había de salir en algún momento; y del italiano he visto mucho cine, he estado muchas veces... El italiano es una lengua mía”.

A las causas terrenales hay que añadirle las poéticas, las que le permiten versificar directamente “Tutto questo azzardandosi all’esistere / la morte consisteva nell’insistere” (“Todo esto arriesgándose a existir: / la muerte consistía en insistir”). “Las palabras nacen como un núcleo rítmico que se concreta en unos sonidos que me llevan a un idioma determinado… Pero los poetas no pensamos en ningún idioma sino en imágenes e ideas. Las ideas no están formuladas en lengua alguna”.

Los poetas no pensamos en idiomas sino en imágenes e ideas

Pessoa, que escribía en portugués, inglés o francés; Carles Riba, Francisco Aldana y Rodolfo Wilcock, que lo hacían amén de en catalán o castellano, en italiano… La erudición de Gimferrer saca precedentes como de una chistera, la misma magia con la que explica que la culpa de todo la tienen las propias palabras. “Cada idioma tiene palabras que determinan la poesía; las palabras en un idioma tienen una eficacia poética que no tienen en otro. Fíjese en la sonoridad de morte: en italiano manda mucho, para empezar son las mismas sílabas que notte, son casi sinónimas…”. Redobla su didáctica: “Las palabras determinan en parte las temáticas y otras han dejado de ser poéticas por el abuso que se ha hecho de ellas; por ejemplo: ‘Unos labios rojos’ ya no funciona poéticamente, se ha de decir de otra forma. Hay muchas palabras catalanas del XV que no han envejecido, que se han preservado por su no uso, y en cambio otras del XIX y del XX, por la necesidad de construcción del lenguaje poético, han quedado totalmente inutilizadas para ello”. ¿También ocurre en castellano? “Claro: hay muchas palabras gastadas por la misma Generación del 27, recuperadas de Rubén Darío, Góngora o Garcilaso, que no funcionan sino como del 27. Fuera de ahí, no van. El castellano ha perdido eficacia poética por su alta actividad…”.

Admite Gimferrer que sus poemas en italiano “quizá son más oscuros porque el vocabulario me lleva a concentrar más lo que quiero decir; es la suma de Dante y Ungaretti y Montale… El catalán de El castell de la puresa también lleva a ello, pero el estilo lo camufla”. De joven, tras una primera redacción, Gimferrer eliminaba nexos de asociación de ideas de sus composiciones. “Ahora lo hago automáticamente durante el proceso de escritura mismo; hoy tengo más confianza de que el lector me siga”. ¿Y si no lo hace? “La poesía consiste en la asociación de palabras y sonidos que sólo existen en el poema. Querer entenderla como se entiende el argumento de una novela eso está descartado en poesía. Nadie va a leer las Soledades de Góngora para enterarse de lo que hacen los cazadores y pescadores; se lee por otro motivo: uno busca la asociación de imágenes y palabras que hace Góngora con el pretexto de esos cazadores y pescadores”.

Lo ideal para España sería la confederación; pero da miedo decirlo”

Hay en Per riguardo y en El castillo de la pureza una notable presencia de la parca (“está también ya en Arde el mar o en Hora foscant; puedo morir mañana o en 10 años pero esa presencia de la muerte ya la tenía a los 20 años”, arguye) y una notable nostalgia de una juventud (“La bella addormentata”) añorada: “Ens fan mal les estelles del temps adolescent: / s’han esberlat els vidres de tanta primavera” (“Nos duelen las astillas del tiempo adolescente: / se ha quebrado el cristal de tanta primavera”)… “También estaba en Arde el mar, en Rapsodia y en Alma Venus, y en unos poemas castellanos inéditos… Veía esa juventud como si no la viviera de muy chico: a los 13 años, en 1958, había leído a Blas de Otero, que acababa de publicar Ancia, donde había una angustia existencial que quizá no me marchó”.

Hay nostalgia camuflada, pero en cualquier caso con una exuberancia de colores muy visible. “Lo aprendí de Joao Cabral de Melo, que en 1967 mantenía que un poeta no puede decir una cosa que no sea visualizable; puede formular cosas que no sean aceptables en el terreno de la realidad; tiene razón: Gonzalo de Berceo habla sobre la Virgen en un prado y puedes no creerlo pero lo puedes visualizar y eso me lleva a una poesía de imágenes y colores…”.

Es difícil que domine bien el catalán o el castellano quien no ha aprendido sólidamente latín

Pero la realidad es más sucia: ambos libros y su predecesor, Alma Venus, están escritos entre 2012 y hoy, momentos de ebullición política y baja catadura moral en el imperio de lo material. “Si per tant de dolor i per tantes gemmes / no hem sabut viure més que de biaix..” (“Si por tanto dolor y tantas gemas / hemos sabido solo vivir de refilón…”). La sociedad y la gente está manchada (“Si tots nosaltres som una mascara –“Si todos nosotros somos solo un tizne”) y el nacionalismo exacerbado, el fascismo y el terrorismo hacen aflorar versos en los que cita desde la marcha sobre Roma de Mussolini a las Brigadas Rojas. “De la situación política ya he hablado claramente en Alma Venus: ahí ya salían Paesa e, indirectamente, Urdangarin. No creo que éstos sean años más graves que otros ya vividos: Roldán, los GAL y, antes, la matanza de Atocha… Hay mucho de eso en la historia reciente”. ¿Y le afecta como poeta? “Como persona más bien y, a veces, como poeta, pero la persona es el poeta, ¿no?”.

La consulta popular soberanista del lunes en Cataluña es “una jugada más de una partida de ajedrez que no sabemos cómo evolucionará”, pero que a diferencia de otros movimientos nacionalistas en Europa, llega con el factor de “una crisis económica que también explica la subida de Podemos”. Pero la clave vuelve a estar en una palabra: “Nadie quiere pronunciarla: confederalismo. Da miedo a todos. Sería lo mejor, pero es más fácil pedir federalismo o, incluso, independencia”. En El castillo… recoge: “Tants homes morts per l’or d’una senyera /per una llum apócrifa potser” (“Tantos muertos por el oro de una bandera/ por una luz apócrifa quizá”).

Cualquier libro que llega de América está mejor escrito que el que llega de España; el castellano de aquí vive una degradación extraordinaria

Pero la preocupación mayor de Gimferrer es la lengua. Sobre el catalán, cree que ha de optar entre un uso extensivo o de prestigio: “El uso de prestigio es importante porque si no parece que estés defendiendo una lengua secundaria. Pero el solo uso de prestigio nos podría llevar a chino mandarín. A la inversa, el uso en los mass-media nos lleva a un catalán xaró” (chabacano). También le inquieta el castellano: “El que se usa en la península no muy bueno; es mucho mejor en México, Colombia o Buenos Aires”. Y no es bueno por un tema escolar: “Es difícil que domine bien el catalán o el castellano quien no ha aprendido sólidamente latín; suena reaccionario pero estoy absolutamente convencido de ello; cualquier libro que llega de América está mejor escrito que el que llega de España, el castellano de aquí vive una degradación extraordinaria, pero también veo faltas de ortografía en diarios franceses como nunca antes…”.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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