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La mirada periférica de Miguel Trillo

La muestra ‘Afluencias’ recupera retratos urbanos del Madrid de los ochenta

Una pareja en el Parque de Entrevías en 1982.
Una pareja en el Parque de Entrevías en 1982.Miguel Trillo

Se le pide a Miguel Trillo, el fotógrafo de las tribuas urbanas, que elija de entre los retratos que componen su exposición Afluencias Costa este-Costa Oeste el que mejor representa a Madrid.

Y selecciona el que figura en esta página. “Este es el retrato de una pareja en el Parque de Entrevías en 1982 durante la celebración del festival Vallecas Rock. Y resume muy bien el espíritu de la muestra. La mitad de la exposición es en blanco y negro y lleva el subtítulo de Las afueras porque son fotos hechas en el extrarradio cultural del Madrid de los años ochenta. Territorios habitados sobre todo por heavies, hip-hoperos y góticos. Al haberme dedicado desde siempre al tema de las tribus urbanas he visto que los gustos musicales siempre están cambiando. Pero mis fotos no hablan del mercado, sino del rastro perceptible que queda en los cuerpos y en las calles de unas maneras de vivir”.

En Afluencias, que se puede ver en el Espacio Tabacalera hasta el 19 de noviembre, Miguel Trillo (Jimena de la Frontera, Cádiz, 1953) exhibe dos series distantes en el tiempo y en el espacio. Una le ha llevado cinco años de trabajo y viajes por tres continentes. Son más de un centenar de imágenes en color de jóvenes en seis ciudades de tres países.

El mensaje que parecen transmitir las actitudes y las miradas de esos adolescentes que pululan por las calles de Los Ángeles, Nueva York, Casablanca, Rabat, Hanói y Ho Chi Minh City (antes, Saigón) es que no hay tanta diferencia entre algunos de los jóvenes de Vietnam, Marruecos y los Estados Unidos. Que sus sueños, como sus pintas y sus gustos, son intercambiables.

La otra, en blanco y negro, está realizada en Madrid y data de los años ochenta. En esa Ciudad periférica alejada del glamour del centro en kilómetros y actitudes. “En este retrato de hace ya 32 años se percibe una ciudad que hacía hablar a las paredes y unos jóvenes orgullosos de manifestar su propia identidad”, concluye su autor.

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