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“Muchas gracias por hacer que podamos votar”

Los 40.000 voluntarios del 9-N fueron los protagonistas de la jornada

Camilo S. Baquero
Colas para votar en un intituto de Sant Vicens Dels Horts.
Colas para votar en un intituto de Sant Vicens Dels Horts.Massimiliano Minocri

Unos 40.000 voluntarios ejecutaron ayer el dispositivo de la consulta diseñado por la Generalitat. Los ciudadanos que entregaron su tiempo para realizar las labores de organización en 1.137 centros de participación fueron los héroes de la jornada. En un proceso en el que las garantías democráticas siempre han estado en entredicho, ellos, casi todos independentistas, fueron la única garantía de limpieza democrática.

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A la escuela Sant Josep Oriol, un centro católico concertado del tradicional barrio barcelonés del Eixample, los voluntarios convocados llegaron poco antes de las ocho de la mañana. Una vez constituidas las seis mesas, solo faltaba un vocal. La coordinadora del centro escogió uno de los suplentes. El papel que les correspondía técnicamente es ese. Pero la casi treintena de auxiliares sin cargo designado decidieron quedarse.

“¡Faltan ratones!” “¡No hay letreros!” “¿Alguien tiene un marcador?” Para cada petición siempre había una respuesta. Aparte de las urnas, las papeletas y los ordenadores, los recursos entregados por la Generalitat eran mínimos. Una voluntaria que vivía cerca corrió a casa y llegó con tres ratones para el ordenador. Otra fue a su despacho para traer material de oficina. Y así con todo.

Estoy temblando de la emoción, llevo décadas esperando esto

Se trata de un barrio de población envejecida. Era impensable para muchos abuelos subir los dos largos y estrechos tramos de escaleras para llegar a la planta donde estaban las urnas. El descuido de los que escogieron el centro lo subsanaron los voluntarios. Las urnas subían y bajaban sin parar por las empinadas escaleras para que los más ancianos y enfermos pudieran votar, siempre verificando su documento antes en el ordenador y anotarlo en la planilla de recuento. Algunos besaban el voto antes de meterlo a la urna. “Estoy temblando de la emoción, llevo décadas esperando esto”, explicó Jaume Casanovas mientras luchaba para sacar su DNI de la cartera.

“Señora, yo no le puedo llenar la tarjeta, pídale el favor a otro votante”, le decía el presidente de mesa a un señor que no tenía sus gafas. “Lo siento. No puede votar. Tiene el DNI caducado”, le comunica Teresa, encargada de otra mesa, a una señora. También a un hombre que pretendía votar con el resguardo del documento en tramitación. “Son las normas”, explica. Algunos se enfadaban. Otros se lo tomaban con más comprensión. Pero todos se despedían de la misma manera: “Muchas gracias por hacer que podamos votar”.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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