Invitados a la creativa mesa de Ai Weiwei
La Virreina de Barcelona acoge 42 obras, algunas inéditas, del polémico artista chino
Si Ai Weiwei (Beijing, 1957) hubiera podido venir a Barcelona a inaugurar la exposición que acoge La Virreina hasta febrero de 2015, no se la habría perdido y la habría filmado con su móvil para subirlo a Internet, como hace con la mayoría de actos que vive a diario. Pero el artista chino, después de permanecer 81 días de arresto en paradero desconocido en 2011, no puede salir del país porque las autoridades chinas le han retirado el pasaporte. El motivo, sus continuas críticas contra las violaciones de los derechos humanos en su país. Las autoridades chinas consideran desde entonces a Ai Weiwei un “enemigo público” y un “criminal”, además de estar acusado de evasión fiscal y pornografía. Ausente físicamente, la presencia de este creador apasionado y comprometido se deja sentir por las diferentes salas de este edificio barroco donde se puede ver la exposición On the Table. Ai Weiwei, formada por 42 piezas (muchas de ellas son series de más de cincuenta obras), algunas tan personales como su enorme mesa (de seis por dos) de madera de olmo donde trabaja y se reúne con sus colaboradores desde hace 15 años. El artista no ha dudado en que abandonara su estudio por primera vez para viajar a Barcelona, donde todo el mundo está invitado a sentarse, en algunas de las diez sillas de la dinastía Qing, para enviarle comentarios o subir fotografías a Instagram, la red social que tanto le gusta al artista.
Que Ai Weiwei es un artista completo lo demuestra esta exposición en la que están presentes casi todos los formatos: fotografías, videos, instalaciones, esculturas, diseño gráfico y decoración, publicaciones, música, e incluso arquitectura. Desde las primeras fotografías realizadas en Estados Unidos en 1983, como un artista más de la diáspora china que se instaló en Nueva York, atraído por creadores como Marcel Duchamp (reconocible en la percha deformada de Hanging Man) y Andy Warhol hasta obras tan conocidas como Coca-Cola Vase, en la que dibujó el logotipo del refresco sobre una antigua vasija de cerámica de la dinastía Han como crítica al consumismo y la falta de memoria. Pero también hay obras inéditas, creadas exproceso para esta exposición teniendo en cuenta los espacios del viejo palacio, tal y como explica la comisaria Rosa Pera. Es el caso de Cao (hierba en chino), una blanca y sutil escultura para el suelo creada en mármol que juega con el concepto de falso (los brotes de hierba no se pueden pisar).
Entre todas se adivina un eje como es el papel de la imagen como construcción y vehículo de realidad, calibrando las tensiones entre verdad y mentira, evidencia y ambigüedad, control y libertad, individualismo y colectividad, arte, poder y sociedad. “Ai Weiwei nos sitúa en el vértice de dos elementos antagónicos, unas veces con una crítica feroz y otras con gran complicidad”, explica Pera.
Entre los iconos que le han dado fama mundial están sus famosas pipas de girasol —cinco toneladas que 1.600 compatriotas suyos crearon en cerámica— de Sunflower Seeds con las que llenó en 2010 la sala de turbinas de la Tate Modern de Londres. Aquí hay apenas un par de miles, pero sirven seguir explicando la metáfora de la sociedad china que giraba entorno a su líder. También está su famosa serie Study of perspective, 1995-2011 en la que el artista realiza su característico signo de la peineta delante de un buen número de edificios hiperconocidos, desde la Casa Blanca, hasta la Torre Eiffel, pasando por el Valle de los Caídos o La Sagrada Familia. Un motivo que sorprende ver también repetido infinidad de veces en su nueva obra Untitled (middle finger), un papel pintado que decora una de las estancias.
En 2009 cuando Ai Weiwei fue detenido, tras denunciar la corrupción que llevó a que 5.000 escolares murieran bajo los escombros de sus colegios mal construidos durante el terremoto de Sichuan en 2008, creó Ilumination, una fotografía que dio la vuelta al mundo: Dentro de un ascensor uso su móvil para retratar a sus captores y colgó la imagen en Internet. “Es la imagen que mejor resume la exposición”, explicó Pera. La fotografía se muestra por primera vez transformada en un daguerrotipo de apenas cinco centímetros, justo al lado de Brain Inflation, dos enormes radiografías de su cráneo en el que se puede ver el coágulo que le ocasionaron para retenerlo.
Famoso e influyente en el mundo del arte —el tercero de cien, según Art Review—, en su país sus obras se exponen con cuentagotas y solo los coleccionistas privados se hacen con ellas. La exposición de Barcelona, que ha contado con un presupuesto de 250.000 euros, se inscribe dentro de los actos del Tricentenario, según explicó Llucià Homs, director de La Virreina.
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