_
_
_
_
industria

Un siglo reinventando la fábrica

Lazpiur celebra el centenario con un acto al que irán Urkullu y Garitano Sus trabajadores han impulsado el cambio en plena crisis internacional

Pedro Gorospe
Miguel Lazpiur y su hermano Agustín junto a una de las máquinas de la planta, en Bergara.
Miguel Lazpiur y su hermano Agustín junto a una de las máquinas de la planta, en Bergara.

Un grupo de jóvenes trabajadores, con cierta responsabilidad, pero sin la etiqueta de directivos, sin corbatas ni privilegios se plantaron un día delante del jefe y copropietario de Lazpiur SA, Miguel Lazpiur —junto a su hermano Agustín—, y le soltaron a bocajarro que había que cambiar la organización. Terminaba el aciago año 2011, y llevaban cinco resistiendo y sufriendo una brutal crisis.

Le dijeron algunas cosas que ya sospechaba después de tanto tiempo apretando los dientes para superar la situación. Lo hicieron porque confiaban en él, después de comprobar que, pese a caídas de las ventas de más del 50% en un solo ejercicio, todos seguían trabajando, jamás se planteó un despido, las condiciones seguían siendo dignas y los salarios, fruto de los pactos, —directos con los trabajadores, no hay comité de empresa— habían subido el 18% desde 2006 hasta 2011.

Miguel Lazpiur, el expresidente de Confebask, y ex miembro del comité ejecutivo de la CEOE, escuchó. Después de muchos años al frente de la firma de Bergara, de ser la cuarta generación de Lazpiur que mantiene la actividad fabril, y de tener la Q de oro brillando desde 2006, era plenamente consciente de que son las personas las que obran los cambios y después de tantos como estaban sufriendo tenía muy claro que sobrevivir es adaptarse cada minuto a lo que viene. A Lazpiur le sonó bien que sus propios empleados tomaran la iniciativa de dar un paso al frente, y de comprometerse con el presente y el futuro de la empresa, pero además le gustó que en sus palabras hubiera conocimiento, criterio y mucho sentido común.

La cronología

La cronología de la crisis en Lazpiur es un calco de lo que sucedió en miles de empresas. Su manera de salir de ella, no. Las previsiones de Lazpiur en 2006 eran buenas. Su plan de gestión hablaba de un crecimiento del 15% para 2007. Pero ese año comenzó con una caída de la actividad en mayo del 18% en la automoción, un sector al que vendía el 70%.

Empezaron 2008 con buenas intenciones. Crecer en torno a un 15%. Pero aquello no iba. Cuando en septiembre Lehman Brothers quebró, la luz del mundo se apagó.

En 2009 y 2010 pusieron en marcha todas las recetas aplicables para ajustarse a los ingresos como consumo energético, fortalecer el equipo comercial, ajustar gastos. El mercado se desplomaba.

En 2011 se deshicieron de dos participaciones en empresas y a finales de año optaron por revolucionar la gestión y los procesos.

Ese mismo día de finales de 2011 se conjuraron en el proyecto Fénix. “Le pusimos ese nombre porque queríamos resurgir, sacar lo mejor de cada uno de nosotros, mejorar todos y cada uno de los aspectos de la firma”, describió el viernes pasado Aroa Agirrezabal, una de las impulsoras. Hartos ya de resistir, de controlar los gastos en puros actos de resistencia y de ajustar todo lo ajustable, decidieron que era hora de pasar a la ofensiva y ajustar para conocer cómo mejorar, no sólo para cuadrar la cada vez más encogida caja. En 2012 salieron de números rojos y en 2013 el resultado fue, como el actual curso, mucho mejor.

Eeste próximo miércoles, el lehendakari, Iñigo Urkullu; el diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano, y los 113 empleados del Grupo Lazpiur celebrarán su centenario en uno de los pabellones de la empresa, en Bergara. Una longevidad poco usual para una empresa familiar y típica del tejido industrial vasco, que ha aguantado 100 años entre el bélico siglo XX y el transformador e inestable inicio del XXI.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

“Esta crisis nos ha enseñado mucho”, reconoce Miguel Lazpiur con cierto dolor por los años de dura pelea que todavía mantienen con un mercado que remolonea en la UE y no arranca en el resto de España. “Pero hemos aprendido que hay que trabajar en dos planos, siempre en dos planos, el día a día, las urgencias, pero de igual manera hay que observar el proyecto global, el futuro, las ideas, renovarlo y mirar más allá”.

Miguel está orgulloso de sus empleados, de su empresa, de cómo siguen avanzando pese a las resistencias, de no tener un despacho, y trabajar con los demás en la zona de oficinas. Explica satisfecho mientras pasea entre las máquinas que ahora están ya en 25 países, con presencia en lugares como Alemania, Francia y Estados Unidos.

Lazpiur fue invitado el pasado julio como ponente de referencia al mayor congreso mundial de forja (IFC, celebrado en julio en Berlín), donde hablaron de las nuevas tendencias en el utillaje de forja para el futuro. Sus clientes son multinacionales como Ford, Mercedes, Volkswagen, y otros como Lear, o GKN.

Otro de los empleados que se involucró en diseño del proyecto de transformación, Josu Lete, reconoce que en Lazpiur “somos afortunados porque el compromiso es total y está dando sus frutos”. Tras el pacto de finales de 2011 reorganizaron los equipos de trabajo, dándole especial relevancia no tanto a los conocimientos de las personas, que también, como a sus capacidades. La hija de Miguel abrió la lata de la información económica e implantó la transparencia, enseñando a la plantilla a interpretar los balances para conocer todos los aspectos económicos de la planta, y empezaron a rediseñar todos los procesos para mejorar la eficiencia y los gastos. “La crisis nos ha enseñado muchas cosas”, repite Lazpiur.

Zapatos, clavos, utillaje de forja...

Zapatos, clavos y ahora maquinaria y utillaje de forja. “Mañana ya veremos”, dice con una sonrisa Miguel Lazpiur. José Lazpiur Agirrebalzategi (abuelo de los actuales responsables, Miguel y Agustín Lazpiur), se dedicó a la fabricación de zapatos, y años más tarde al negocio de los clavos. La empresa ha crecido gracias a la confianza de sus clientes, cada vez más internacionales y que cada vez le han solicitado productos más sofisticados que le han hecho evolucionar hacia el diseño y la fabricación de maquinaria y utillaje de forja.

En la actualidad están rediseñando los procesos de producción y los de control de calidad gracias a unas nuevas máquinas que están instalando estos días. Lazpiur es un convencido de la colaboración público-privada y de la intervención pública para el servicio a la industria a través de potenciar la investigación.

La apuesta por la innovación ha llevado a la compañía a colaborar de forma permanente con plataformas tecnológicas cuyos empleados comparten espacio en la planta mientras ponen a punto determinado software o máquinas avanzadas de control por visión. Lazpiur ya ha registrado unas 20 patentes de invención.

A la celebración del centenario han confirmado ya la asistencia unos 150 invitados, incluida la alcaldesa de Bergara, Jaione Isazelaia.

La empresa Lazpiur cuenta con numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio Korta, entregado en 2012 por el Gobierno Vasco a Miguel, en reconocimiento a su trayectoria empresarial.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_