Paso a paso contra el maltrato
La Administración busca evitar que las víctimas de violencia de género tengan que repetir sus testimonios tras interponer una denuncia
Frida Kahlo las observa desde una imagen colgada en la pared. En el sofá de un colorido piso, cuatro víctimas de violencia de género narran sus testimonios, una de ellas, ya a salvo, mientras amamanta a su bebé. Todas pertenecen a la asociación Mujeres Supervivientes, lo pueden contar. En lo que va de año 10 hombres han asesinado a 10 mujeres en Andalucía. Si a este grupo de supervivientes se le diese la posibilidad de dar un gran paso para erradicar el problema, lo primero que haría sería cambiar los planes de estudio. “La educación es fundamental. Tenemos que trabajar en la igualdad desde que somos como este bebé”, dice Antonia Ábalos entusiasmada mientras señala al hijo de su compañera. “Y también educaría a los jueces y a los fiscales para que tuviesen más sensibilidad, para que nos entendiesen. Denunciar es muy positivo, pero el juicio es duro”, añade.
Concienciación
- "Este es un fenómeno complejísimo que hunde sus raíces en la desigualdad. Es un problema público", detalla Silvia Oñate, directora del Instituto Andaluz de la Mujer.
- Las últimas campañas consisten en ofrecer información de los recursos entre toda la sociedad. En estos últimos meses se habrán repartido más de un millón de folletos informativos en farmacias, hoteles, taxis, peluquerías y bares y restaurantes.
- Según datos del IAM, casi el 26% de las víctimas mortales de violencia de género de 2013 en España fue menor de 30 años.
- En 2013, el Observatorio Andaluz de la Publicidad no Sexista recibió 627 quejas de anuncios, un 45% más que en 2012. Vamos a peor. Lo veo en la gente joven, el mensaje que se da es que sin hombres no somos nada. Están muy bien las campañas, pero luego ponen películas, canciones y anuncios que fomentan justo lo contrario", se queja María, una joven que fue maltratada.
“La denuncia es fundamental para que se activen los protocolos de protección y los servicios de vigilancia, pero el acto de ir a denunciar es muy peligroso, por eso deben estar muy bien asesoradas y contamos con un servicio gratuito para ello. Durante el proceso las mujeres pueden repetir hasta en siete ocasiones la versión de los hechos, lo que le hace revivir el dolor y caer en contradicciones. Por eso estamos trabajando en cambiar este sistema y evitar ese sufrimiento”, detalla Encarnación Aguilar, directora general de Violencia de Género de la Consejería de Justicia. “Prestar declaración es un momento clave y la mayoría vienen muy asustadas, sufren muchísimo, obvian datos muy relevantes, eliminan lo que más daño les hace”, añade.
Fue lo que le pasó a María (nombre ficticio), otra superviviente. Con 18 años denunció a su novio por agresiones. Ahora tiene 24 y el chico acaba de salir de la cárcel por esos hechos. “No sé ni cuántas veces lo conté. A los médicos, a la policía, a los psicólogos, a los jueces, a los fiscales, a los servicios sociales… Y solo sientes terror. Con los nervios no te acuerdas de nada, es que no sabes ni lo que te hizo, solo quieres que te deje vivir”, detalla con gesto amargo. “También habría agradecido un trato más humano por parte de los profesionales”, matiza. Ahora está preocupada porque dice que ya no tiene orden de alejamiento.
“Es lógico que caigas en contradicciones, a veces no consigues protección porque los jueces pueden no creerte y algunos abogados apenas conocen el caso”, se queja Antonia. No obstante, hay un dato que revela de forma muy clara la situación: solo un 0,0038% (102) de las 27.056 denuncias por violencia de género presentadas en 2013 en Andalucía fue falsa. “Si el juez no dictamina orden de protección, la mujer, una vez que ha dado el paso, suele abandonar el proceso...”, añade Aguilar, que avanza que van a comenzar a trabajar con un método para que sea la Administración la que vaya a buscar los casos.
Todas reconocen que la denuncia es un paso muy difícil de dar. En el primer trimestre de este año se han presentado 6.537 en la comunidad (un 4,4% más que en 2013) y hubo 805 renuncias. En ese tiempo se han tramitado 1.510 órdenes de protección, un 15,6% más que en el mismo periodo de 2013. “¡Cuándo denuncias, ves el cielo abierto!”, exclama Rosario (nombre ficticio) por teléfono. En su caso, ha conseguido vivir en una localidad diferente de la de su expareja, con sus tres hijos, tranquila. Cuenta que lo primero que hizo fue hablar con los servicios sociales, que allí le asesoraron y le ayudaron a preparar la denuncia. “Te informan de cómo va el proceso y te acompañan. Te explican como prepararte, es importantísimo”, detalla. “Es fundamental denunciar. Aunque tiene que quedar claro que la culpa no es de ella, es del hombre que abusa, eso que no se olvide”, matiza Nerea Sanchís, con el bebé en brazos.
Un protocolo que unifique criterios
La transversalidad de la violencia de género hace que trabajen en su tratamiento decenas de agentes diferentes. El protocolo de actuación es distinto si la alerta llega por Salud, por la policía, por los servicios sociales... Y durante el proceso de atención, la víctima, normalmente, tiene que dar respuesta a cada uno de ellos, repitiendo su testimonio. En 1998 se creó el primer plan andaluz para la Erradicación de la Violencia de Género contra las Mujeres, en el que se establecieron los protocolos; en 2005 se reforzó con el llamado Procedimiento de Coordinación y Cooperación Institucional y, en 2013, se amplió hasta que en el acuerdo están implicadas siete consejerías, la delegación del Gobierno central y las Fuerzas de Seguridad del Estado, el Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, la Fiscalía Superior, la Federación Andaluza de Municipios y Provincias, la Confederación de Empresarios de Andalucía y los sindicatos UGT y CC OO.
En este procedimiento se establece que deben mantenerse reuniones periódicas para fijar mecanismos, actualizar métodos... No obstante, hasta el momento no había un protocolo unificado para el tratamiento de la violencia de género. Así, en septiembre, se creó una Comisión de Seguimiento Institucional en la que participan los mismos agentes. "Vamos a crear un circuito marco por el que unifiquemos todos los protocolos y nos coordinemos de forma extrema, al más alto nivel institucional", detalla Silvia Oñate, directora del Instituto Andaluz de la Mujer. Existe además el Observatorio Andaluz de la Violencia de Género como ente consultivo y el Consejo Andaluz de Participación de las Mujeres, formado por organizaciones sociales.
Para dar este paso, la mujer tiene que ser consciente de lo que le ocurre, enfrentarse a su vida, proteger a sus hijos, superar su ansiedad, su miedo, buscar la fuerza donde parece que no existe, asumir que quizás no tiene dinero para ser autónoma o se tiene que mudar… Aurora (nombre ficticio) aún no la ha puesto porque quiere estar cerca de sus hijos y dice que no puede pagar un abogado. Está en el sofá, flanqueada por las compañeras de la asociación que la han acogido cuando se ha ido de su casa tras 30 años de maltrato. “Si le preguntas a cualquiera te dirá que mi marido era el hombre perfecto, nadie pensaría que yo estaba dominada”, dice pausada.
A la denuncia se suele llegar tras dar otros pasos para intentar sobrevivir. Pasos que pueden ser rápidos, escaleras abajo, hacia la calle, con la respiración entrecortada, huyendo de una mano aterradora. O tras marcar los números 900 200 999 si es para pedir asesoramiento o el 016 si es una urgencia. Pueden venir tras pronunciar unas primeras palabras de auxilio a alguien querido, a una asociación, o a un médico, un policía o un técnico de un centro social. Esas primeras decisiones serán difíciles, pero se dan. Desde junio de 2013 hasta este junio, los dos teléfonos han recibido 4.000 llamadas, el 74% de ellas por maltrato físico.
Sin apoyo de familiares pero con la ayuda social pasó el trance hasta denunciar Rosario. “Estaba todo organizado por los técnicos. El mismo día que presenté la denuncia me llevaron con mis hijos a un centro temporal. Estuve 15 días. Después pasamos seis meses en un piso de acogida, al que llegamos destrozados. Pero allí te activan el corazón y te curan el cerebro”, recuerda. Cuenta que se puso a trabajar de limpiadora. “Me apunté al programa de formación Cualifica y a la bolsa de trabajo que existe para que nosotras tengamos más facilidad para acceder a un empleo”, explica. “Después pasé a un piso tutelado, por el que no pagas alquiler”, agrega. De junio de 2013 a junio de 2014, 1.191 mujeres y 1.314 menores víctimas en situación de alto riesgo de muerte han sido asistidos en centros de acogida de la Junta.
“Yo quise independizarme lo antes posible para no abusar de los recursos públicos y que otra mujer los disfrutara”, dice muy consciente Rosario. “¡Ahí es cuando he empezado a tener mi vida, a tener un trabajo mejor, puedo decir que soy otra!”, exclama eufórica. “Animo a todas las mujeres a denunciar, si no lo haces por ti, hazlo por tus hijos. Ellos no pueden ser futuros maltratadores. Tenemos que terminar con esto, tenemos que salvar vidas y aprender a respetar”, añade Rosario. Vuelve la educación y la igualdad como solución.
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