Un Curtocircuito para transgredir
El festival de cortometrajes “asume riesgos” en su nueva edición, con retrospectivas sobre Hoolboom y Abrantes
El cineasta Pela del Álamo llegó hace dos años casi accidentalmente a la dirección del Curtocircuíto, el festival internacional de cortometrajes de Santiago que este año cumple once ediciones. Cuando Del Álamo llegó a la dirección, se podría decir que el festival era un reflejo de la desidia administrativa que vivía el Ayuntamiento de Santiago. Todo el mundo estaba más pendiente de cuanto durarían los mandatos de los alcaldes que de la continuidad de un festival de cine. Curtocircuíto es un evento que parte organizativamente desde el Ayuntamiento y cada baile de alcaldes y de equipos de gobierno, tres en los últimos cuatro años, suponía un cambio de fechas edición tras edición. En los últimos años se celebró hasta en cuatro meses diferentes pero la undécima edición, que discurrirá toda esta semana hasta el sábado, llega con intención de asentarse definitivamente en el mes de octubre. Es una de las premisas que se ha marcado el director y su equipo, después de que el pasado año llegasen para sacar a flote un festival que tenía más boletos para desaparecer que para continuar.
“La Administración no se había tomado en serio fijar unas fechas, lo cual es esencial para crear una inercia alrededor del festival” indica Del Álamo como primer punto para consolidar el evento, “además de hacer un cambio en la línea editorial”, añade.
“Buscamos un cambio que empieza en la estética y acaba en la relación con el público, un refresco necesario después de diez años, indagar en las últimas tendencias”, explica este realizador compostelano sobre el proceso que trata de marcar al frente del festival.
Con ese criterio como punto de partida, el equipo del festival empezó a escudriñar dentro de las 3.400 obras recibidas de casi un centenar de países, además del seguimiento a creadores que pasaron por festivales como Vila do Conde en Portugal o Clermont Ferrand en Francia. De aquí se han seleccionado el grueso de las 120 obras de la programación, de las cuales alrededor de medio centenar están en competición, buscando miradas que agiten la coctelera de la hibridación y reduzcan a cenizas lo que antaño eran los límites de ficción y no ficción. El festival está dividido en varias secciones. Radar y Explora serán apartados centrados en la innovación y las tendencias y Planeta Gz en la diversidad de miradas de la última obra de creadores gallegos.
“Un festival necesita autenticidad, buscamos autores con miradas muy personales que rompan las normas y programarlos sin miedo, asumiendo riesgos”, declara Del Álamo sobre las preferencias a la hora de programar.
Estos “riesgos” de los que habla el director empiezan por dos autores sobre los que el festival ha centrado las dos retrospectivas centrales: el canadiense Mike Hoolboom y el portugués Gabriel Abrantes. Hoolboom tiene una larga trayectoria en el cine experimental con medio centenar de películas filmadas a lo largo de tres décadas y una obra marcada por un factor determinante en su vida como fue el hecho de haberle diagnosticado Sida a finales de los ochenta. Por su parte, Gabriel Abrantes es un creador de apenas 30 años, que tiene una obra prolífica de 15 cortometrajes. Nacido en Estados Unidos y formado entre América y Europa, en su obra está muy presente una vertiente erótica y una mirada morbosa sobre el sexo, que ha reclamado la atención de espacios de referencia como el Museu Serralves de Oporto. “Ambos autores representa una filosofía clara. Hoolboom experimenta pero sabe llegar a todo el mundo y Abrantes tiene una solidez y autenticidad inusual en un autor joven” detalla Pela Del Álamo.
Además de estas retrospectivas que se proyectarán en el Teatro Principal y la Zona C de Santiago, Curtocircuíto completa su programación con coloquios, performances o actuaciones musicales. Contará con conciertos en la Sala Capitol, como el de las bandas Cápsula y Pablo Und Destruktion el viernes como cierre de este festival que repartirá 12.000 euros en premios a través de los jurados designados en varias categorías.
“Nos gustaría que el público viniese con más actitud de descubrir que de entretener”, afirma el director del certamen, que valora al público de Santiago como “muy abierto y con una mirada heredada de Cineuropa, un festival que ha formado a muchos espectadores”. Contrariamente a lo que indica su nombre, el Curtocircuíto no es un corte de energía, sino que en este caso busca ser todo lo contrario: un generador de energía fresca, renovada y renovable.
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