La feria de la gran sorpresa
El Llibre d’Ocasió Antic i Modern alcanza sus 63 años seguidos de vida
El Piromusical quizá sea ahora la estrella de las fiestas de la Mercè de Barcelona pero durante décadas ese protagonismo lo ostentaba la Fira del Llibre d’Ocasió Antic i Modern, que debutó en la diada de 1952. Con la que se inauguró con pregón y cartel de Narcís Comadira ayer son 63 ediciones ininterrumpidas, “la feria de calle más antigua de Europa”, a decir de Albert Obradors, presidente del Gremi de Llibreters de Vell de Catalunya desde 2002.
El arraigo de la feria es tal que ni las notables obras de remodelación del paseo de Gràcia han podido trasladar la cita (las 38 casetas —cuatro menos que en 2013— se concentran entre las calles de Aragó y Mallorca). La ubicación también es de récord: son ya 40 años ahí, refuerzo de marca y mnemotécnico y privilegio del que no han gozado sus homólogas de libro moderno, obligadas a ser más errantes por la ciudad. “También hay que saberlo gestionar. Cuando estuvieron aquí, los vendedores de obras a crédito no te dejaban ni pasear”, recuerda Obradors. Eso es clave en esta feria: pasear porque, admite, “nosotros vendemos curiosidad, nostalgia, ilusión, cierto fetichismo, incluso inversión pero, sobre todo, sorpresa, azar, no saber qué te vas encontrar”.
La digitalización de bibliotecas públicas y la venta por internet, donde se da intrusismo profesional, armas de doble filo para el sector del libro viejo
El libro de viejo (dominante este año en la feria frente al de ocasión, en proporción tres a uno, aunque en el mostrador “hasta los más puros hacemos un poco de todo”) no se ha escapado de la crisis: las 45 librerías agremiadas han visto descender sus ventas “entre un 10% y un 20%”. No tiene el subsector el peligro de la piratería pero si el de la digitalización de bibliotecas y fondos públicos y la omnipotencia de internet, armas para el librero de viejo de doble filo: “Con la digitalización mucho cliente potencial, sobre todo profesor universitario, ya ve el volumen por la Red y con la crisis deja de adquirirlo y ya ni se acercan por la tienda física, con lo que no puedes fidelizarlos”. Lo mismo ocurre con la venta electrónica: “Puedes captar clientes de todo el mundo, pero quizá no los veas nunca más porque por internet buscas algo concreto y no puedes dialogar ni ampliar las miras del cliente”. Además, está el intrusismo: los que deciden vender por la red sin ser del sector. El portal que más venta concentra en España en este subsector es Iberlibro. “Ahí estamos todos”, pero depende de una multinacional con sede en Canadá, AbeBooks, que Amazon adquirió en 2008. “Esa gente sólo quiere números, ventas y márketing por lo que ahí, dando cualquier NIF, puedes vender: AbeBooks te cobra un fijo cada mes y luego un porcentaje sobre cada venta... Ese intrusismo nos hace daño; por eso en España creamos Uniliber.com, una red de profesionales con tienda”.
Obradors, que viene del mundo de las antigüedades y hoy dirige la librería Casals, tiene claro cuál es el peor enemigo del libro viejo: “No salen nuevos clientes; esa pequeña burguesía con bagaje cultural que cuando te llevaba a cenar a su casa te mostraba orgulloso la librería desaparece. El nivel intelectual de esa clase ha bajado: ahora te muestran el último móvil y la oferta de ocio se ha diversificado por otros derroteros”.
Confía el librero en el “anhelo inherente al ser humano de poseer algo físico y de valor económico o sentimental” y en los jóvenes que entran al libro de viejo por el de segunda mano: “buscan títulos de hace poco que se descatalogan al no venderse pero que si pueden adquieren también ya alguna primera edición asequible de obras de menos de 50 años”. De ahí que apueste por la feria en la calle —Vic, Banyoles...— y, en especial, por la del Passeig de Gràcia, por cuyos 600 metros (estará hasta el 5 de octubre) pasarán 500.000 personas. Ello justificaría el alto precio por la inscripción: seis metros de caseta, 2.500 euros. “Con eso sufragamos también costes del gremio”, mitiga.
Esquivando turistas (“cada vez detectamos más: compran postal antigua y libros de iconos como Gaudí”) el visitante puede hallar desde los originales volúmenes rojos de la obra completa de Pla (“uno de los best-sellers, a menos de 20 euros”) a ejemplares de Constituciones catalanas del XVI (“cerca de 2.000 euros”). Pero siempre hay algo susceptible de ser comprado, “algo que de aquí a un tiempo quizá arranque de valor; el negocio del libro de viejo tiene un punto especulador”, medio bromea. Futuro, pues, garantizado.
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