Plan de choque para el parado crónico
Nace Arousa Solidaria para que las familias más pobres puedan subsistir cultivando fincas
“Hay profesiones que te sumergen en el mismo pozo de la crisis mientras otras te anestesian emocionalmente ante el pobre silencioso y solo piensas, mala suerte”. Así sintetiza el psicólogo Juan Maneiro las dos maneras que tiene la sociedad de percibir la pobreza ajena que se está cebando con aquellas familias que llevan meses, incluso años, subsistiendo de la caridad porque el paro no da tregua. Desde su gabinete psicológico, comprobó los estragos de la crisis; la dinámica autodestructiva que genera en el ser humano la falta de trabajo y la inercia de vivir de la beneficencia.
Él y su grupo de nueve amigos, dedicados a otras profesiones muy dispares, también conocen de cerca situaciones límite de familias de Vilagarcía y de otras poblaciones del entorno, y después de recaudar donativos y colaborar varios años con asociaciones que prestan ayuda alimentaria, un día decidieron crear la suya propia y mover las conciencias de políticos, empresarios y ciudadanos para poner en marcha su plan de choque para el parado crónico.
Así nació Arousa Solidaria, que se registró como asociación sin ánimo de lucro el 1 de julio, después de meses de gestiones para reunir 7.000 metros cuadrados de terrenos donde las familias más necesitadas podrán encontrar un medio de subsistencia en la agricultura y aprender un oficio que les procure un futuro laboral estable. Su presidente, Suso López, empleado municipal en el departamento de recaudación –donde también comprueba a diario la sangría del desempleo- confiesa que el parto no fue fácil pero ha valido la pena. “No somos el Inem pero nos preocupamos del ser humano y si podemos ayudar al treinta por ciento de la gente que llega hasta nosotros nos sentiremos completamente satisfechos”, dice.
El proyecto arranca con cinco familias seleccionadas después de pasar todos los filtros de los servicios sociales aunque el programa pretende llegar a las cincuenta o más. Comenzaron acudiendo al ayuntamiento que habilitó dos parcelas de 1.500 metros en la zona de Rubiáns y luego llegó el resto: unos enormes terrenos de La Golpelleira, un histórico minifundio que perteneció a una familia de aristócratas y que han sido cedidos por sus herederos, los Ramírez Esparza.
El programa contempla la plantación sostenible de distintas variedades de la huerta hasta obtener un semillero propio y autosuficiente, incluso un criadero de gallinas. Con esta tarea está comprometido Edgar Fernández, un ingeniero forestal y miembro de la asociación. Los aperos serán donados por empresas especializadas y el suministro de agua será gratuito mediante un acuerdo de colaboración con la empresa Espina y Delfín.
Para que las familias puedan obtener otros productos sin ningún coste, la asociación prepara un concierto con la Asociación Amigos de Galicia para que estos cedan sus stocks a los futuros agricultores a cambio de sus verduras, huevos y hortalizas. “Cada familia tendrá su parcela propia y vivirán del trueque, aunque compartirán una común para intercambiar entre ellas servicios y mercancías”, explica Suso López. “Nuestro razón de ser es mentalizar a la gente de que hay esperanza, de que hay vida después del paro y la pobreza más extrema y son muchos los que están colaborando con nosotros para que el panorama cambien, aunque todas las ayudas sean pocas”, dice el presidente de Arousa Solidaria.
Aunque en Galicia han surgido otras iniciativas parecidas de instituciones públicas y religiosas, esta es la primera que se pone en marcha contando con la aportación de terrenos privados, y la asociación espera que surjan muchas más concesiones para ampliar el programa de ayudas a otros ayuntamientos de Arousa.
En realidad la idea partió de Laurent Duteil, un francés asentado en Galicia que trabaja en la fábrica de velas del regatista y campeón del mundo, Pedro Campos, en Caldas de Reis. Duteil propuso a sus amigos emular una práctica que se ha puesto de moda en la capital francesa donde los altos ejecutivos alquilan fincas de labor a las afueras de París para desestresarse con los aperos de labranza. Pero también se impone como una alternativa para los que no encuentran un empleo y quieren reciclarse en el oficio de la agricultura para subsistir.
“Si esto cumple las expectativas servirá además de terapia para los parados de larga duración porque vivir de la beneficencia anula la personalidad y te condena a ser un parásito de la sociedad”, afirma Maneiro, que ha asumido la vicepresidencia de la asociación.
“La evolución de la crisis está mostrando una cruda realidad y es que cualquiera puede acabar en el banco de la alameda en cualquier momento, y que nadie está seguro en el trabajo que tiene. Los brotes verdes de la clase media y baja son los pimientos y los tomates y cada día hay más gente que cruza esta línea”, afirma el psicólogo de Arousa Solidaria.
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