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opinión

Elefantes de puntillas

La sensación de tolerancia hacia la corrupción es el mayor problema al que se enfrentan el PP y el PSOE en España

El gran problema de Susana Díaz durante este primer año de mandato es que decidió no entrar en la Junta de Andalucía como un elefante en una cacharrería, que era lo que necesitaba el Gobierno regional tras tres décadas de hegemonía de su propio partido. Díaz optó por acceder a la Junta de puntillas, justo en el momento en que toda la cacharrería que rodeada al Gobierno de Griñán y al anterior Gobierno de Chaves amenazaba con desplomarse con el caso de los ERE. Por eso, a pesar de que el eje de su discurso de investidura fue combatir la corrupción, ha evitado durante este año montar un alboroto y se ha ido desprendiendo de los cacharros que iban cayendo, pero sin empujar las estanterías para que se fueran al suelo al completo.

Hace unos días, Susana Díaz alardeó diciendo que llevaba un año abriendo puertas contra la corrupción, después de que al lastre de los ERE se les hayan sumado los presuntos fraudes en las subvenciones a la UGT y el escándalo de los cursos de formación. Y el símil sigue funcionando igual. La presidenta, lejos de entrar en los casos como elefante en cacharrería, sigue pasando de puntillas sobre estas graves irregularidades. La impresión es generalizada. Según la encuesta hecha pública por El Observatorio de la Cadena SER, un 64% de los andaluces desaprueban la actuación de la Junta de Andalucía en los casos de corrupción que se han producido en esta Administración.

Un 64% es mucha gente pensando lo mismo como para no replantearse el discurso. Y en estos momentos, la sensación de tolerancia hacia la corrupción es el mayor problema al que se enfrentan el PP y el PSOE en España de cara a los ciudadanos, hartos ya de estar hartos de tanta impunidad. La encuesta no viene más que a confirmar una evidente tendencia. Los dos grandes partidos están perdiendo apoyos por días. También en Andalucía, donde la irrupción de Podemos —que ni tiene caras ni apenas estructuras en la comunidad— les sitúa cerca del 20% en estimación de voto.

Los socialistas pueden seguir felicitándose por el empuje de Susana Díaz, pero la realidad es que en cada encuesta el PSOE de Andalucía pierde más votos que en la anterior. O pueden seguir distraídos pensando que todavía anda peor que ellos el PP andaluz, con unas expectativas a la baja y un líder que sigue sin despegar en conocimiento ciudadano. Pero las cosas están cambiando. Y mucho. No es baladí que, según esta misma encuesta, la opción de Gobierno preferida por los andaluces (31,6%) sea una coalición de izquierdas —IU, Podemos, Equo— que no incluya al PSOE. O que apenas un 5% prefiera un Gobierno del PSOE en solitario o un 10% quiera la reedición del actual pacto con IU. Podemos ha entrado en la política española como un elefante en la cacharrería de los dos grandes partidos. Y estos últimos siguen a lo suyo, andando de puntillas para no romper un plato cuando toda la vajilla se les está viniendo encima.

@jmatencia

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