Lo que pudo ser y no fue
El Cid y Bolívar no acabaron de aprovechar una interesante corrida de Victorino
La última de las Corridas Generales de Bilbao sirvió como resumen de la semana de toros vivida en la plaza de Vista Alegre. En definitiva, que pudo ser mucho más y no fue. El matador más esperado se estrelló con un lote imposible y los toros buenos fueron aprovechados a medias.
Y hubo espontáneo por segunda tarde seguida, una fea costumbre que parecía olvidada, pero que se repitió en Bilbao y rozó la tragedia. Ocurrió en la salida del cuarto toro, un hombre con la única defensa de una chaqueta citó al toro y se lo pasó una vez, pero al segundo encuentro fue arrollado y trasladado totalmente conmocionado a la enfermería. Quedó en una anécdota, pero un enorme susto recorrió los tendidos.
Lo mejor de la tarde lo hizo El Cid ante el quinto, un Victorino muy noble al que el sevillano templó en suaves tandas por ambos pitones; una faena lenta, con pausas en la que El Cid supo medir espacios y tiempos. Acertó con una buena estocada y cortó una oreja que le hizo reencontrarse con la afición que le sacó en hombros hace ya siete años.
URDIALES, CID Y BOLÍVAR
Seis toros de Victorino Martín, serios por delante aunque justos de remate; el segundo fue ovacionado de salida, destacaron por su juego segundo, tercero y quinto.
Diego Urdiales: pinchazo y estocada (saludos) y pinchazo contrario y casi entera (saludos).
El Cid: media y descabello (saludos) y buena estocada (oreja).
Luis Bolívar: estocada caída (silencio) y media y metisaca (silencio tras aviso).
Saludaron Raúl Adrada y Alberto Zayas tras banderillear al tercero. Destacó El Boni en la lidia al quinto.
Plaza de Toros de Vista Alegre. 24 de agosto de 2014. Casi media entrada. Undécimo festejo de las Corridas Generales.
La pena es que el victorino de triunfo era el segundo de la tarde, pero exigía un esfuerzo y El Cid no fue el de años atrás, porque entonces lo habría desorejado. El de Salteras dejó unas buenas verónicas y un quite para el recuerdo, pero con la muleta fue a menos hasta acabar desdibujado en detalles que difuminaban lo que debió ser una buena faena.
Diego Urdiales se topó con dos complicados ejemplares. Lo intentó y sobre todo dio una lección de dignidad al someter al cuarto después de ponerse por ambos pitones. Macheteo con desplante y a matar. Por eso, fue aplaudido.
A Luis Bolívar le tocó un buen lote. No se entendió con su primero al que ahogó en lugar de darle distancia y el toro fue perdiendo su buena condición a medida que el torero le acortó los terrenos. Estuvo más entonado el colombiano en el que cerró la feria, con dos buenas tandas de naturales que podían haber servido para cortar una oreja, pero no supo poner el punto final y escuchó un aviso antes de entrar a matar, una suerte en la que no estuvo acertado.
No es que la corrida de Victorino fuera la soñada, pero sí puso en escena lo suficiente como para que El Cid y Bolívar triunfasen.
Como toda la feria de Bilbao, en la que se han visto cosas buenas, algunas excelentes como la faena de Perera el jueves, pero unas veces por la espada y otras por la falta de entendimiento nunca ha cogido la fuerza suficiente como para convertir una tarde en algo triunfal.
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