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Dos orejas en voz baja

Una tarde cargada de frialdad no reflejó una interesante corrida

Joselito Adame en la lidia de su primer toro.
Joselito Adame en la lidia de su primer toro. FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

No parecía una tarde de agosto. Apenas 18 grados, amenaza de lluvia y frialdad en los tendidos. Este lunes se repitió la ausencia de público y la feria parece condenada a no arrancar hasta el mano a mano entre Hermoso de Mendoza y Enrique Ponce.

Pero los espadas no quisieron dejar pasar su oportunidad, porque Paco Ureña y Joselito Adame se presentaron en Vista Alegre y a poco que les dejaron los toros apretaron el acelerador y subieron las revoluciones de una plaza que está con el ralentí muy bajo.

En otra tarde de feria, con el calor de un día de Aste Nagusia y con los tendidos ocupados por cuatro mil espectadores más, las faenas habrían tenido otro eco. Faltó resonancia y mucho del toreo se basa en la conexión que se establece entre el torero y el público.

Ureña, Adame y Álamo

Seis toros de Alcurrucén, justos de presentación, serios de cara pero sin remate, aprovechables pero sin transmisión.

Paco Ureña: estocada caída (saludos) y estocada caída y dos descabellos (saludos tras aviso).

Joselito Adame: estocada (saludos) y estocada desprendida y trasera (oreja).

Juan del Álamo: estocada caída (vuelta tras petición) y estocada desprendida (oreja).

Jarocho saludó tras banderillear bien al segundo de la tarde.

Plaza de Toros de Vista Alegre. 18 de agosto de 2014. Un tercio de entrada. Tercera de las Corridas Generales.

Claro que los toros de Alcurrucén no ayudaron en exceso. Fueron unos nobles paseantes, como veraneantes que caminan por las calles de Bilbao, sin el empuje necesario para llamar la atención de quien les observa. Tan pronto acudieron al caballo como rehusaron cualquier cita con el varilarguero. Así, que nadie estaba dispuesto a calentar la tarde y ni siquiera en los tendidos corrían los vasos anchos, porque a ver quién se animaba ayer con el hielo.

Joselito Adame cortó una oreja en su segundo toro, después de ligar con oficio y habilidad al mejor astado del festejo. Empezó despegado, que es defecto del mexicano, pero acabó por convencer en dos buenas series ligadas en su desproporcionada muleta. Se empeñó y tocó pelo, pero con esa manta que exhibe por franela es complicado que los pases resulten estéticos.

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Paco Ureña abrió la tarde y dejó poco picados a sus dos enemigos. El murciano quería pisar fuerte y lo hizo, pero no supo dar la importancia que merecía su disposición. Le faltó gustarse, tiempos, pausas y comunicar al público que se la estaba jugando. Llegó con poca fuerza su buen hacer en el cuarto y ni siquiera pudo dar la vuelta al ruedo.

Pero no fue el único, porque a Juan del Álamo le ocurrió parecido en su primero, cuando dos buenas tandas con la derecha apenas despertaron olés en los tendidos y es que la tarde estaba condenada a seguir en voz baja. Y eso que se le pidió la oreja, pero nadie se decidía a cantar con autoridad algunos de los muletazos y hasta los pañuelos salieron como por sorpresa después de no haber ovacionado con fuerza algunas de las series. El salmantino sí se llevó una oreja del que cerró el festejo, un pequeño ejemplar bien armado que mereció mejor trato por el pitón derecho.

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