“Yo valgo lo mismo que hace dos años, pero estoy estigmatizado”
Los desempleados lamentan que se premie la rentabilidad frente a la experiencia
Dicen los expertos que a mayor tiempo en paro, menores son las posibilidades de encontrar trabajo. Pero los cuatro protagonistas de este reportaje encaran su situación no desde el total desánimo, sino con fuerza para movilizarse. Sienten pagar los platos rotos de una situación que no crearon y en la que solo se ha ayudado a los bancos. Y pueden hablar desde la experiencia de muchos años de exitosa carrera profesional, pero que a la hora de contratar no cuenta. Se quiere gente joven con sueldos irrisorios. Prima la rentabilidad frente a la experiencia.
Los treintañeros Carlos, auditor financiero, y María, experta en psicología industrial y responsable de recursos humanos, son una pareja con un niño y parados de larga duración. Ella, que lleva tres años desocupada pese a tener hasta un doctorado, ha agotado toda prestación y él, tras dos de paro, pasará ahora a cobrar 429 euros. Tuvieron unos “buenos sueldos” lo que les permite sobrevivir. “Si dices que estás en el paro, parece que estás estigmatizado. Cuando yo valgo lo mismo que hace dos años”, se queja Carlos. Con dos carreras, idiomas y un máster, este auditor trabajó en dos multinacionales y una empresa pública que es la que le puso en la calle por ser personal laboral no funcionario. “No estaba en pérdidas, fue una decisión política”, sostiene. <VS1>Le indemnizaron con lo que dicta la reforma laboral, 22 días, y su caso está ahora en el Tribunal Superior de Justicia.
Ni Carlos ni María miran ya con atención las ofertas de la empresa privada. “Hay demasiado enchufismo” y se centran en la oferta pública. Él quedó segundo en un proceso de selección. “Me dijeron que si había otro puesto me llamarían, pero no ha sido así”, cuenta. Ambos se sienten “estafados”. Sus padres se “deslomaron” para darles una educación y ahora les tienen que ayudar para salir adelante. Se han planteado establecerse como autónomos, pero les faltan medios. Carlos cree que los planes para emprendedores son un “autoengaño” porque no hay ninguna garantía de poder mantener un negocio.
El periodista y escritor Víctor Claudín lleva casi cinco años en paro. Solo cobra los 425 euros de prestación por ser mayor de 55 años. Viven tres a duras penas con la pensión de su mujer —que tiene tres enfermedades crónicas— y no les queda dinero para pagar la hipoteca: 140.000 euros en ocho años. Por fortuna para Claudín, son muchos los que han correspondido a su amistad ayudándole a pagar las letras. Lejos de caer en el desánimo, Claudín ha reaccionado al desempleo “con indignación”, ayudando a construir redes de solidaridad. Por ejemplo, montando un huerto urbano en Collado Mediano.
Este ex director de comunicación de dos teatros asegura que en casi cinco años el Inem solo se han comunicado con él una vez hace apenas un mes para ofrecerle un cursillo para aprender a gestionar empresas. “Es de risa. ¡Si gestionar ya sé! Monté dos periódicos gratuitos en el sur de Madrid. Lo que me falta es dónde gestionar", cuenta Claudín, que se ha formado en páginas web por su cuenta. “Gané hace poco 200 euros por una novela y un pico me lo han restado de la prestación”, cuenta con ironía.
Tiene varios proyectos periodísticos en mente, pero no hay fondos para llevarlos a cabo. Descarta también colaborar en medios, “te ofrecen hacerlo gratis y es así como se va desprestigiando la profesión”. Por eso el cuelga sus artículos en su web victorclaudin.net. “Seguiré escribiendo. Cuando me iba de vacaciones volvía siempre con varios reportajes. No entendía dejar de mirar la realidad por estar de descansando”.
Claudín entiende que en los trabajos —también en la prensa— se necesita gente joven con ideas frescas, pero recuerda que tiene que haber también gente con experiencia que les corrija. Esta no se consigue en dos tardes. “Echas un vistazo a una oferta y piden un graduado de no más de 25 años con experiencia. ¿Eso cómo se consigue? Imposible”, se plantea José Manuel, de 57 años, que salió de una empresa de hostelería hace 18 meses tras 32 años en plantilla. Fue de todo: recepcionista, adjunto a la dirección, director… No se cansa de enviar su currículum a ofertas de empleo —“total, no cuesta dinero”— pero en este tiempo nadie ha contestado. Ni siquiera como acuse de recibo.
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