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Gaudí no descansa ni de noche

El Palau Güell y la Torre Bellesguard se unen a La Pedrera y a la Casa Batlló en la exitosa oferta de veladas nocturnas que aúnan música y arquitectura

La Pedrera, durante una sesión nocturna.
La Pedrera, durante una sesión nocturna.GIANLUCA BATTISTA

Si la arquitectura de Gaudí fuese una música, probablemente sería una improvisación de jazz. Ambas poseen la virtud intrínseca de generar impresiones heterogéneas que van desde la más inocente sorpresa hasta el completo envolvimiento. No sorprende que, con la llegada del verano, los lugares más representativos del modernismo de Antoni Gaudí en Barcelona se abran de noche y se conviertan en escenarios privilegiados para actuaciones de jazz, blues, guitarra, música clásica y rumba catalana en directo. A esa oferta que desde hace ya un tiempo ofrecían La Pedrera y la Casa Batlló se unen este año por vez primera los menos conocidos Palau Güell y la Torre Bellesguard, que se incorporan así a este particular circuito y abren sus puertas y sus azoteas al variado público, ya sean turistas o locales, dispuestos a dejarse encantar por la compenetración de música y arquitectura.

Prioridad de este año es, en general, atraer no solo a los turistas. En eso hacen especial hincapié en las noches mágicas del Palau Güell. El edificio, propiedad de la Diputación de Barcelona y el único de Gaudí que no está en manos privadas, se ha estrenado con un ciclo de cuatro conciertos de jazz. Son solo jueves seleccionados, en una propuesta que servirá de prueba para preparar un programa más denso para el año que viene. “Es el lugar donde convirtió por primera vez las chimeneas en elementos escultóricos”, afirma Anaïs Barnolas, gestora cultural de un edificio declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 1984 y que tiene en su azotea un espectacular (y poco conocido) bosque de sinuosas chimeneas, algunas de las cuales el genial arquitecto recubrió con la técnica del trencadís. “Queremos acercar a los barceloneses al trabajo de Gaudí”, asegura Barnolas, si bien los 35 euros de la entrada parecen contradecirle, por más que las necesidades de conservación obliguen a un númerus clausus de una cincuentena de personas. 

Junto con las noches en el Palau Güell, la otra novedad son los espectáculos organizados en la Torre Bellesguard. Más conocida como Casa Figueras, el edificio construido por Gaudí entre 1900 y 1909 y que abrió sus puertas a las visitas guiadas por primera vez en septiembre pasado ofrece a los visitantes por 19 euros la posibilidad de admirar otra de las obras más singulares y desconocidas del arquitecto. Modernismo y gótico se fusionan con el plus de una copa de cava y conciertos de música suave. “Siendo nuestra primera edición estamos teniendo un resultado sorprendente, con entre 80 y 100 personas diarias”, asegura Pol Gago, nieto de la propietaria Amèlia Guilera y coordinador del ciclo, que se prolongará hasta el 13 de septiembre.

Más cara es la opción de la ya veterana Casa Milà, que propone, hasta el 6 de septiembre y al precio de 28 euros, cada jueves, viernes y sábado una amplia oferta de jazz catalán junto con una visita guiada al Espai Gaudí, que presenta la única exposición dedicada a la vida y a la obra del genio. “En 2013 acudieron a las noches mágicas de La Pedrera casi 10.000 personas; este año estamos un poco por debajo porque la propuesta cultural y musical se ha multiplicado. No hay ciudad o pueblo que no organice un festival”, asegura la directora cultural de la Fundación La Pedrera, Marga Viza, que subraya la “deslealtad” de algunos sitios que, presentando una oferta gratuita, “complican la posibilidad de contrapropuestas”.

También la Casa Batlló apuesta por unas veladas estivales hasta el 27 de septiembre. En los 29 euros de su entrada se incluye una copa de bienvenida y la posibilidad de presenciar actuaciones musicales, desde conciertos de guitarra española hasta interpretaciones de piano, pasando por las notas de la rumba catalana, funky y soul. “Llevamos ya cinco ediciones y este año hemos decidido añadir al repertorio musical una oferta gastronómica”, argumenta Carla Crespo. Un suplemento de seis euros permite, además, un recorrido cultural por un clásico gaudiniano. Como cada año una programación de miércoles a sábado y estructurada en dos partes: la primera en la terraza y la segunda en la tribuna de la planta noble. Total, que Gaudí no descansa ni de noche.

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