Antaviana en la fuente mágica
Dagoll Dagom congrega a millares de personas en su fiesta de 40 aniversario en Montjuïc, en el Festival Grec
Fue un momento emocionante que hizo musitar a muchos por lo bajito, poniendo cara de asombro y abriendo mucho los ojos, la vieja palabra mágica “Antaviana”. La luz del crepúsculo se había apagado ya definitivamente en el horizonte después de trazar arabescos carmesís en el filo de las nubes y la noche se enseñoreaba del acto de celebración de los 40 años de Dagoll Dagom, en el exterior del pabellón Mies van der Rohe. Entonces, avanzada ya la cosa, Montse Guallar, maestra de ceremonias con Pep Cruz, anunció a Sisa. En 1979, en otra noche de verano a recordar, la misma actriz, muy jovencita, se había incorporado al reparto de Antaviana, estrenada el año anterior, y que se representó entonces en el festival Grec, en el anfiteatro.
“Hace muchos años hicimos una obra que se llamaba Antaviana”, evocó Sisa. “Allí también salía un barco, pero era muy pequeño”, bromeó aludiendo al pedazo de navío que botó luego Dagoll Dagom en su emblemático Mar i cel. El cantante señaló cómo el grupo, encabezado por Joan Lluís Bozzo, Anna Rosa Cisquella y Miquel Periel, ese grupo que nos ha dado tantos buenos recuerdos, se ha convertido él mismo en un gran barco de feliz singladura, un barco grande, dijo, como los cruceros que llegan cada día a Barcelona. Y volvió al pequeñito, inolvidable, que veía la niña de Antaviana al abrir su ventana. Y cantó, ronco, ya bajo las estrellas. “Divina perla de las Antillas/ nunca en la vida podré olvidar/ aquellas playas y cafetales/ y tus mulatas de dulce cantar”.
La velada, que millares de personas seguían más o menos cómodamente desde las sillas instaladas en la explanada junto al pabellón o de pìe bajo los plátanos adquirió por unos momentos un tono deliciosamente nostálgico.
Esa intervención de Sisa fue de lo mejor de una fiesta que se alargó más de lo esperado —el problema de tener tantos amigos— y que contó con otros grandes momentos, como la aparición de Nina, la de la coca cantarina de La nit de Sant Joan, la de Ferran Rañé —que aprovechó para arremeter contra el IVA cultural del 21 %, “que eso sí es mortal y no la Katisha”—, interpretando el desopilante Piu-piu de El Mikado, o Àngels Gonyalons y Carlos Gramaje, los Blanca y Said del primer montaje de Mar i Cel (1988), cantando el tema Perquè he plorat...
Se cantaron muchas canciones y Bozzo emplazó a celbrar el centenario
Acompañados por un piano y dándose pie unos a otros en simpática cadena, históricos y jóvenes miembros, colaboradores y amigos de Dagoll Dagom fueron sucediéndose junto a un piano para interpretar diferentes temas de los musicales del grupo y felicitar el aniversario. Se recordó Glups, Flor de nit (L'amor no és cec, es borni), Cacao (con un bolero de Santiago Auserón, presente en la fiesta), Alfonso Vilallonga cantó La pantomima del amor que compuso para Aloma... Bozzo hizo varias apariciones divertidas para acabar señalando que él y sus colegas abjuran de la nostalgia, qué diablos, que se sientes llenos de fuerza y vida y que su idea es hacer “la fiesta fuerte de verdad” por el centenario, una fiesta a la que convidó a todos los presentes y que anunció que se realizará... en los Hogares Mundet.
La velada tuvo su momento de autopropaganda con el descubrimiento del reparto de la nueva versión de Mar i Cel que se estrenará el 25 de septiembre como parte del aniversario. Y como colofón, la fiesta se trasladó a la Font Màgica que se puso en funcionamiento acompañada por música de Dagoll Dagom, a la que luego se sumaron los nuevos moros y cristianos. ¡Feliz cumpleaños!
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