¿Alcaldes de elección directa?
Lo que propone [Rajoy] es abandonar en las municipales la representación proporcional a favor de la decisión por mayoría relativa
La posibilidad de elección directa de alcaldes es una idea que lleva flotando en el ambiente al menos desde 1995, por lo que yo se, y que en casi veinte años nunca ha ido más allá de la especulación, pues nadie ha presentado nunca en el Congreso un proyecto o proposición de ley que diera estado parlamentario a la cuestión y suscitara una discusión sobre arquitectura y detalles, que, como todo el mundo sabe, es el lugar donde habita el diablo. No es casual, si bien es cierto que la elección popular directa es una idea ampliamente aceptada, viene tropezando con la nada reservada hostilidad de los aparatos de los partidos, a los que la imagen de un alcalde con fuerte respaldo electoral personal les eriza el vello. Para tales organizaciones la imagen de un alcalde de Madrid que cuenta con la posibilidad de decirle al secretario general/ presidente: “Un servidor un millón de votos, ¿cuántos tiene su persona?” resulta sencillamente terrorífica. Si ya son malos diecisiete barones regionales excuso decirles a ustedes lo nefastos que pueden ser un centenar de barones locales. Un horror. Por eso el alcalde de elección popular nunca ha pasado de ser una imagen retórica. Y ello aun cuando la elección popular del alcalde, al serlo a un puesto unipersonal, es, por naturaleza, una elección mayoritaria.
Entonces ¿significa el anuncio del PP de someter a debate la cuestión un cambio sustancial en la materia? ¿no se está hablando de alcaldes electos por mayoría popular?. Aunque a primera vista pudiera parecer que nos hallamos ante un cambio profundo de las posiciones de los principales partidos y, en particular, del que gloriosamente nos rige la realidad es que no hay tal, las palabras del señor Presidente del mismo, por una vez claras, así lo indican: bajo la pomposa presentación de una propuesta de alcaldes de elección popular lo que se cobija es algo muy distinto: la propuesta real no consiste en que los electores puedan escoger entre varios candidatos a la alcaldía, en elección con voto unipersonal a candidaturas separadas y distintas de las propias de los concejales – que eso y no otra cosa son los alcaldes de elección popular - , la propuesta real es algo más simple: que la ley otorgue la mayoría absoluta de la corporación a la lista con mayor apoyo electoral, sea este el que sea. Si se prefiere dicho lo mismo de otro modo: abandonar en las municipales la representación proporcional a favor de la decisión por mayoría relativa. En el trasfondo lo que con el atractivo nombre de elección popular del alcalde se trata de vender es algo muy similar a la fórmula francesa: la lista de mayor votación obtiene algo más de la mayoría absoluta de los concejales ( en el ejemplo el 55%) ,y con ella la alcaldía , y los demás partidos se distribuyen el resto de los escaños mediante una fórmula proporcional. De este modo la minoría de mayor tamaño se hace con el poder y la aplicación de la representación proporcional a las demás minorías dificulta que haya en la corporación una oposición cohesionada y fuerte.
Vaya por delante que la propuesta así definida es impecablemente constitucional, por no resultar incompatible con el art.140 de la ley fundamental, que no exige representación proporcional en los ayuntamientos, siempre que se reserve a los concejales la decisión formal sobre la elección del alcalde ( si la provisión de la alcaldía fuere automática el alcalde no seria elegido por los vecinos- que votan una lista- ni por los concejales –que no tienen opción – y no resultaría por ello compatible con el mentado precepto constitucional ). Otra cosa es que se trate de una propuesta de introducción aconsejable, que, a mi juicio, no lo es.
Resulta obvio que la propuesta del partido conservador responde a un cálculo electoral evidente, y que reposa sobre el valor entendido de que el PP seguirá siendo el partido de mayoría relativa en la mayor parte de los municipios importantes, posición que conserva tras el resultado de las europeas, empero con independencia de ello y de si el cálculo político sobre el que reposa es correcto o no me parece que hay al menos tres hechos que hacen que la propuesta no parezca acertada, aquí y ahora al menos. Veamos:
Primera. La introducción del principio mayoritario en la elección municipal en los términos vistos favorece a la minoría de mayor tamaño….siempre y cuando las demás minorías no se asocien. Si se introdujere el sistema colocaría a las demás minorías en la alternativa de asociarse y tener con ello la posibilidad de conquistar el poder o no asociarse y asegurarse con ello cuatro años de irrelevancia. Como entre nosotros el partido conservador esta ayuno de socios en la mayor parte del país corremos serio riesgo de establecer un método de elección municipal que impulse no el consenso sino la polarización política. Al respecto nuestro pasado acredita que esa es idea digna de más detenida meditación.
Segunda. Si en la contienda electoral hay candidaturas asociadas, el principio mismo de decisión mayoritaria conduce a que una pequeña o muy pequeña diferencia de votos de un vuelco absoluto al resultado de la votación. Paradójicamente ello puede conducir a que minorías muy pequeñas tengan en la práctica una influencia desproporcionada respecto de su tamaño si tienen capacidad para decantar la elección. Los radicales de izquierda en Francia, mismamente. ¿se figuran ustedes que la alcaldía de Valencia dependa de la decisión de Podemos de dar o no su apoyo a un candidato de izquierda?
Tercera. En nuestro contexto ese modelo es desaconsejable porque incentiva la corrupción. En efecto, hay consenso entre los expertos en el asunto que un factor decisivo en la existencia o no de corrupción radica en la concentración del poder y la ausencia de controles efectivos que es su consecuencia. La combinación entre un fuerte poder de incidir sobre intereses muy relevante y gobierno concentrado con controles débiles o inexistentes se ha revelado letal .Por eso hay tanta basura en el nivel local del gobierno.
Hagamos primero inamovibles al secretario y al interventor municipal, y garanticemos por ley su puesto e ingresos y después podremos empezar a hablar.
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