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Cine para el calor

Las proyecciones al aire libre son una de las apuestas del Ayuntamiento para el ocio nocturno. Nuevas pantallas para una actividad de larga tradición en Madrid

Sergio C. Fanjul
El cine de Verano del Parque de la Bombilla es un clásico que se remonta a 1984.
El cine de Verano del Parque de la Bombilla es un clásico que se remonta a 1984.Carlos Rosillo

Parecía tan real… El brutal tsunami de Tailandia ocupaba la gran pantalla al comienzo de Lo Imposible, de Juan Antonio Bayona, y en el cine al aire libre del parque de La Bombilla comenzó a chispear.

El sumun de los efectos especiales y la tecnología 3D. Como si el agua saliera de la película y mojase a los espectadores. Tanto que la fuerte impresión hizo que un ocupante de las primeras filas se desmayase. “Fue el pasado verano: tuvo que venir una ambulancia, pero no pasó nada grave. Así es este cine: a veces se oye el tren o el autobús de lejos, arriba se ven las estrellas y puede pasar cualquier cosa. La gente viene por la nostalgia y por esta magia”, explica el promotor David Lluesma. El Festival de Cine al Aire Libre (Fescinal), que así se llama oficialmente, cumple 30 años de películas sin paredes ni techo y esta temporada el Ayuntamiento quiere sumarse a esta particular forma de cinefilia estival.

“El cine de verano de Cibeles está llamado a ser un clásico del verano”, dijo la alcaldesa Ana Botella en la rueda de prensa de Los Veranos de la Villa. Este cine pop-up en Centro Centro, bautizado como The Cinema y gestionado por la Fundación Proyecta, se une a otra experiencia similar en otro espacio público, El Cuartel by City Lights, en el Centro Cultural Conde Duque, organizado por la empresa Callao City Lights.

Hay más, como las proyecciones en la terraza de La Casa Encendida (que acaba de inaugurar cafetería y que ofrece un ciclo sobre las transformaciones de la juventud desde los años cincuenta), las del patio de la Casa Museo Lope de Vega o las de Parque Calero, en Ciudad Lineal.

Los responsables no creen que sean competencia para las salas clásicas

Rita Sonlleva fue pionera al fundar el Fescinal hace 30 años, en 1984, en el parque del Retiro, como continuación del Festival internacional de cine imaginario de Madrid (Imafig). “Eran tiempos de eso que llamaron la Movida madrileña, había mucha gente haciendo cosas por todas partes, y el cine tuvo muy buena acogida”, explica.

Hasta llegar a su ubicación actual en el Parque de la Bombilla pasaron por diferentes lugares, como el Templo de Debod o Ventas. “En los ochenta Madrid era una ciudad que funcionaba durante las 24 horas, no como ahora, y nos amanecía viendo las tres partes de El Padrino o las dos de Novecento”, recuerda. Fescinal tiene dos pantallas en las que se proyectan cuatro películas por noche (se paga una sola entrada y se puede hacer zapping caminando de una pantalla a otra) y se vertebra en cuatro ejes: la versión original, el cine español (con encuentros con cineastas), el infantil y los homenajes al autocine, en los que llenan el patio de butacas con grandes coches clásicos americanos. No en vano David Lluesma, hijo de Sonlleva (y que se ha pasado desde su nacimiento correteando por el cine de verano) es presidente del club Madrid American Cars y orgulloso propietario de un Corvette blanco de impresión.

Porque si a algo asociamos el cine de verano es a los Estados Unidos de los cincuenta que nos relatan las películas, de azúcar y cuero, y a las parejas acarameladas metiéndose mano en el coche, iluminadas tan solo por la tenue luz azulada de la pantalla. Como en Grease, película que, por cierto, abrió esta semana la experiencia The Cinema en Cibeles. “Es un cine pop-up, concepto muy popular en el mundo anglosajón, que se monta y desaparece sin dejar rastro, pero dejando huella”, dice Nacho Andarias, director de la Fundación Proyecta, dedicada a cultivar el respeto por y el disfrute del cine, “se puede hacer en cualquier lugar: un parque, un cementerio o en Cibeles. En cada sitio se proyectarían cosas diferentes”.

Algunas pantallas para el calor

Fescinal 2014. Festival de Cine al Aire Libre en el Parque de la Bombilla. Comienzo de las proyecciones a las 22.15 horas. Dos pantallas y cuatro películas por noche. 6 euros. Tercera edad y carnet joven: 5 euros. Menores de 4 años, gratis. Abono 10 sesiones: 54. Parque de la Bombilla, Avenida Valladolid S/N. www.fescinal.es

The Cinema. Cine pop-up en Cibeles. De 20 horas a 2.oo. Exposiciones, música, finger food, bar de copas y terraza de verano abierta hasta las 2 de la mañana. Entradas sesde 4 euros. Centro Centro, plaza de Cibeles 1. www.thecinema.es

El Cuartel by City Lights. Cine de verano con gastronomía solidaria, muestra de diseño y cine-karaoke. Inicio de proyecciones a las 21.30 horas. 6 euros. Reducida: 5.50 euros. Centro Cultural Conde Duque, c/ Conde Duque 11. www.condeduquemadrid.es

La Casa Encendida. Proyecciones los sábados en la terraza del ciclo Imaginarios de la juventud. 22.00 horas. Entrada: 3 euros. Ronda de Valencia, 2. www.lacasaencendida.es

Casa Museo Lope de Vega. En el jardín se proyectan películas basadas en los textos de miembros de la Real Academia Española. Desde las 22 horas. Gratis, aforo limitado. Cervantes, 11. www.madrid.org

XVIII Festival de cine de verano en el auditorio de Parque Calero. Inicio de la proyección a las 22.15 horas. c/ José del Hierro (Esquina c/ Virgen del Sagrario). 6 euros. Reducido: 4 euros.

VII edición del ciclo Cine en el Paraíso en el Parque El Paraíso. Desde las 22.30 horas. Gratis. Auditorio del parque de la Avenida de Arcentales, 4.

Cine de verano para niños en el Parque Lineal del Manzanares. Desde las 22.00 horas. Gratis. Metro Hospital 12 de octubre.

La fundación tiene en su historial otros proyectos como Dominical, un ciclo de cine español que tuvo lugar en Bricklane, uno de los barrios de moda en el Este de Londres o, también en la capital británica, el ciclo Landing Focus, sobre filmografías poco conocidas en el Reino Unido como la lituana, la peruana o la mexicana. “La idea es reenganchar a los que antes iban al cine y lo han abandonado, y descubrirlo a los jóvenes que ahora tienen una forma de entretenimiento más dispersa y nunca se han acercado a la gran pantalla”, explica el director. The Cinema tiene oferta gastronómica y, después de la proyección, el espacio se abre al público como terraza de verano.

También Grease estará en el Conde Duque, en este caso a modo de sing-along, es decir, en sesiones a modo de karaoke (los viernes) en las que el público puede acompañar a los protagonistas de los musicales en sus gorgoritos. Otras películas para cantar serán Mamma mia, El otro lado de la cama o The rocky horror picture show, pero también se proyectan películas a la manera tradicional, para estar bien callado. “El Conde Duque estaba de capa caída desde que se dejaron de celebrar los conciertos de Los Veranos de la Villa y la idea es revitalizarlo”, dice Álvaro Martín, responsable del proyecto Callao City Lights.

Las proyecciones se complementan en este caso también con gastronomía: habrá un restaurante apadrinado por cocineros que suman nueve estrellas Michelín, y dirigido por el chef Javier Muñoz-Calero, pero además, tendrá un matiz solidario en colaboración con la Fundación Raíces, que pretende la integración de jóvenes en situación de exclusión social a través de la restauración. “Son chavales inmigrantes que, tras cumplir la mayoría de edad, caen en cierta desprotección”, dice Martín, “aquí aprenderán y trabajaran con los maestros”. El proyecto se denomina Cocina Conciencia. Y si parece que tiene que haber en todo evento cultural un chef eminente (o varios), tampoco faltará el mercado de diseño que tanto pega últimamente.

No son las únicas iniciativas de este tipo en espacios municipales que han tenido lugar en los últimos años. En 2010 llegaba al parque Tierno Galván el cine Open Air que colocó una enorme pantalla de 300 metros cuadrados en el anfiteatro del parque con una potencia sonora de concierto de rock, con su chill out y su sushi bar. El experimento no tuvo el éxito esperado y duró pocas temporadas. ¿Y son competencia desleal para los cines tradicionales? “No lo creo”, dice David Lluesma, “son experiencias y mercados diferentes. No creo que la gente deje de ir al cine tradicional por venir al de verano”. Estos cines al aire libre tienen otras ventajas: “Las películas cada vez tienen una vida menor en cartelera. Hay mucho material al que las distribuidoras quieren dar salida. Como en estos cines se reponen estrenos de la temporada, muchos lo utilizan para ponerse al día a un precio reducido”.

¿Ha cambiado mucho el cine de verano en 30 años? “Un poco: antes tenía en la cabina un proyector como de Cinema Paradiso y ahora una técnica digital que parece Robocop”, bromea Rita Sonlleva, “pero las nuevas tecnologías acaban dando más problemas y lo nuevo falla más que lo de antes. Es siempre mejor un cerebro que un botón. Y al final, el secreto del cine de verano es que haya fresquito y estrellas”.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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