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El Consell agota el plazo para hacer los 14 nuevos colegios prometidos

Tan solo en la provincia de Valencia persisten más de 350 aulas prefabricadas

Vista de los barracones del colegio Número 5 de Aldaia.
Vista de los barracones del colegio Número 5 de Aldaia.TANIA CASTRO

Hace menos de un mes que el presidente de la Generalitat reiteró que antes de acabar la legislatura estarán finalizados los 14 nuevos centros educativos que prometió en el debate de política general del año pasado. A las puertas del último año de legislatura, la Generalitat sigue sin licitar las “infraestructuras educativas” prometidas, la mayoría actualmente en barracones. Todo apunta a que las dificultades financieras y de gestión harán que el Consell acabe el mandato sin poder cumplir su compromiso, a pesar de la voluntad política de hacerlo.

 Tan solo en la provincia de Valencia, en torno a 7.500 alumnos reciben clase en barracones. Buena parte de ellos aguardan a que se hagan los seis colegios de la provincia. Ocupan en torno a 27.000 metros cuadrados de equipamientos prefabricados. Así lo reflejan los primeros resultados del estudio sobre las infraestructuras educativas que prepara el PSPV-PSOE. Este parque escolar incluye unas 350 aulas, la mayoría de 45 metros cuadrados. Pero también numerosos espacios de 15 metros (un módulo estándar), 30, 60, 90 y hasta 120 m2 en algún caso. También se incluyen más de 150 aseos y otros equipamientos menores. No son solo aulas prefabricadas, ni tampoco provisionales, como se denomina en lenguaje políticamente correcto, ya que algunas tienen 10 o más años. “La provisionalidad solo se justifica por un corto periodo de tiempo”, defiende Miguel Soler, responsable del estudio y de la secretaría de Educación del PSPV.

Un decenio hace que salieron de un edificio de los años 50, los alumnos del colegio El Perelló, recuerda la que hasta mayo fue presidenta del AMPA, María Jesús Marco. “Para no correr riesgos nos pusieron aulas prefabricadas, donde en teoría”, puntualiza, “íbamos a estar como mucho dos años”. El de El Perelló es uno de los centros en barracones que forman parte de la media docena de nuevas infraestructuras anunciadas por Fabra en la provincia de Valencia, junto a otras ocho obras para Alicante y Castellón. Entre los seis centros de Valencia suman unos 6.500 metros cuadrados de módulos prefabricados que la Generalitat aspira a hacer desaparecer con nuevas construcciones. Tras meses esperando la licitación, familias y claustros de colegios de Náquera, Montserrat, Valencia, Almàssera, Paiporta y El Perelló iniciarán el próximo curso y puede que el siguiente en barracones. “Tenemos la impresión de que iniciaremos el curso sin que empiecen las obras”, confiesa Eric Gielen, presidente del AMPA del Emilio Lluch de Náquera. “En el sector de padres tememos que se vuelva a repetir la historia de promesas incumplidas”, añade. Algo parecido les sucede a las familias de vecino colegio de Montserrat, el Evaristo Calatayud de Náquera, que bate el récord de barracones con el Cremona de Alaquàs, o en el 103 de Valencia.

Gielen ha mantenido reuniones con responsables municipales y autonómicos, donde se ha hablado de plazos y han visto planos. El Ayuntamiento prepara terrenos para instalaciones provisionales cuando se haga la obra, “según el calendario fijado”, comenta Gielen, “pero no sabemos nada nuevo del proyecto”. María Jesús Marco también ha tenido reuniones parecidas y su percepción es que el colegio no se licitará antes de finales de agosto y que las obras podrían empezar antes de final de año y que podrían estar acabadas en el cuarto trimestre de 2015. “Estudiar en barracones es como estudiar en chapas”, afirma esta madre que en varias ocasiones ha tenido que ayudar a evacuar y achicar el agua de las instalaciones. Los padres procuran que no noten las deficiencias y eso se consigue, asegura, “gracias al nivel humano y educativo del profesorado”. Recuerda que hace años la directora solicitó ordenadores y le pidieron que para el aula de informática pusieran una alarma. “¿Para qué?, si le pegan una patada a la plancha y entran”, comenta con ironía. Al final, la consejería no puso ordenadores, pero el Ayuntamiento les facilitó unos.

En el 103, junto a la Ciudad de las Ciencias de Valencia,  tienen pizarras digitales porque las han puesto los padres, pero no las pueden usar “porque nunca ha habido internet en las aulas”, cuenta Chus Algás, presidenta del AMPA. No tienen aula de informática y encima, se lamenta, “nos quieren juntar 4º y 5º de castellano, con planes de estudio diferentes”. Como el nuevo colegio sigue siendo un mero anuncio, hay familias que comienzan a llevarse los niños a otros centros. “Son muchos años esperando”, resume.

“Queremos quedarnos por la calidad educativa”

Otra vía de extinción de barracones es el vaciado progresivo del alumnado hasta poder integrarlo en otro colegio. Así desaparecerá el curso que viene el Josep Camarena de Gandia. Es lo que temen en el Ciutat de Cremona, de Alaquàs; por eso se han encerrado cien días en protesta por la supresión de la única clase de alumnos de tres años que mantenía.

El colegio Número 5 de Aldaia, nacido prefabricado y provisional hace cinco años, no tiene tampoco fecha de nueva construcción, aunque les han enseñado planos de dónde estaría emplazado y mantienen la esperanza. “Vives en la incertidumbre y casi das las gracias porque no te supriman la unidad de tres años, como al Cremona”, ironiza Nuria Crespo, directiva del AMPA, que confirma la estima por el proyecto educativo a pesar de las condiciones materiales. “Nos queremos quedar por la calidad de la enseñanza”, defiende. “Hay gente de otras zonas del pueblo que se ha apuntado aquí por eso y la calidad de los servicios y actividades”.

El José Soto Mico de Valencia es uno de los pocos centros en los que convive alumnado de Infantil hasta segundo de la ESO. Pero la secundaria está en barracones desde hace más de dos lustros. Los padres plantan un árbol cada curso donde la Generalitat anunció varios años un instituto para Patraix, “porque si nos conformamos, no tendremos instituto jamás”, recalca Germán Ramos, responsable del AMPA.

Para el colegio Sant Joan de Ribera, de Burjassot, los barracones son solo uno de sus graves problemas. “Es difícil de comprender nuestra situación”, reconoce Màrius Fullana, portavoz del AMPA, “dispersos en cuatro espacios y sin proyecto para un nuevo centro”. Alumnado y profesorado han pasado el curso repartidos entre un anexo del edificio original, declarado en ruina; unos barracones junto éste; otros barracones en el colegio Mare de Déu dels Desemparats de la misma localidad, y más aún en dependencias prestadas de un tercer colegio, el Villar Palasí. Lo malo es que, si las cosas no cambian, pueden seguir así el curso que viene.

Este colegio de Burjassot es uno de los que el Síndic de Greuges respalda en su demanda de un nuevo colegio, al igual que que el Villar Palasí, de Sagunt, cuya comunidad educativa confía en que le toque el siguiente anuncio de construcción de infraestructuras educativas. En 2008 les dijeron que sus alumnos de infantil estarían solo un año en barracones y desde entonces esperan escolarizados en 30 módulos de 15 metros cuadrados.

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