Familias en exclusión ocupan medio centenar de pisos vacíos de Sanlúcar
Estas personas reclaman viviendas dignas a cambio de un alquiler social
“No voy a dejar nunca que a mis hijos les caiga una rociá. Que cualquier padre coja a sus niños y los eche a la calle. A ver si es capaz”. Con este aplomo se expresa Raúl Moscosio, una de las 45 personas que, desde hace cinco días, ocupa dos edificios vacíos en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Este vecino de 30 años vive junto a su novia y sus dos niños (de menos de tres años) en un inmueble de un dormitorio construido en el inicio de la crisis y deshabitado desde entonces. Raúl y otras 14 familias han ocupado la quincena de apartamentos de los dos bloques anexos levantados en el Barrio Alto del municipio. No es una situación aislada. En las últimas semanas, se han detectado casos en otros 35 pisos.
Son 51 familias, constituidas ya en plataforma, que se proponen vivir en estas casas mientras puedan. Entre sus planes no está ofrecer resistencia si se produjera un desalojo. Algo que, de momento, no va a ocurrir. El Ayuntamiento deja claro que no tiene potestad para echarlos ya que las casas son de titularidad privada y el propietario, sea un promotor o un banco, no lo ha denunciado.
El Ayuntamiento señala que no hay denuncia del propietario
Estas familias piden a las Administraciones un techo digno a cambio “de un alquiler social asequible”, unos 100 o 150 euros mensuales. “Cuando veo la cantidad de casas vacías que hay, me pongo negro”, protesta junto a Raúl, José Antonio Núñez, otro de los ocupantes de uno de los bloques del Barrio Alto. También tiene 30 años y vive junto a su novia, de 27, y un hijo de tres. Vivían en un piso de alquiler hasta que hace un mes concluyó la campaña de recogida de zanahoria. “Cogiendo manojitos ganaba 400 euros. Ahora hasta la vendimia, no hay nada, y la uva sólo da trabajo para diez días”, relata Nuñez, quien hasta la semana pasada dormía en el piso de su padre, de tres habitaciones y en el que viven otras 10 personas.
La vida de ahora no es más fácil. Lo primero que tuvieron que hacer cuando entraron en las casas fue adecentarlas. Encontraron ventanas y puertas rotas, sanitarios y cables arrancados, excrementos y jeringuillas regadas por el suelo... En estos días se han surtido de lo básico: colchones, alguna butaca y una bombona de butano. Se iluminan con velas y bombillas conectadas a una batería de moto. Beben del agua que, en cubos, les ofrecen vecinos de la calle. “No queremos mal rollo, pedimos luz y agua para poder vivir”, recalca Raúl.
El gobierno local de Sanlúcar (PSOE) no va a propiciar el desalojo, pero tampoco va a dar suministros a estas personas, entre otras cosas, porque si lo hace cree que el número de familias se multiplicaría. Para tratar de dar respuesta a esta realidad, el Ayuntamiento ha aprobado en pleno la cesión de suelo a la Junta para la construcción de viviendas públicas y elabora un censo de casas vacías con el fin de que la Consejería de Vivienda y los bancos titulares de los inmuebles permitan alojar a familias excluidas bajo el pago de un alquiler social.
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