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final manomanista

Irujo se pasea

El campeón endosa un aplastante 22-9 a Retegi Bi, superado por la diferencia de categoría

Juan Martínez de Irujo celebra su victoria ante Retegi Bi, tras la final del Campeonato Manomanista celebrada este domingoen el frontón Atano III de San Sebastián.
Juan Martínez de Irujo celebra su victoria ante Retegi Bi, tras la final del Campeonato Manomanista celebrada este domingoen el frontón Atano III de San Sebastián.Juan Herrero (EFE)

Fue una fina sin historia, resuelto de entrada con un comienzo demoledor y suficientemente indicativo. Suele ocurrir cuando la diferencia es sideral como era el caso. Además, para deshacer esas dudas de quien siempre suspira por la sorpresa, algunos garrotazos de Irujo sonaban a mensajes rotundos para vocear por toda la cancha que todavía es muy pronto para alterar el orden en el escalafón. Retegi Bi lo entendió muy pronto. Asustado a veces por la intensidad del vendaval que se le avecinaba, incómodo por la falta de sitio propio, atónito ante algunos pelotazos, recurrió a la casta para no entregarse jamás porque para eso es hijo de su padre y así se hizo con un hueco en medio de la adversidad. Ni con un 17-7 bajó los brazos. Por eso era cuestión de tiempo llegar al desenlace, que quedó en el 22-9. 

Parecía de entrada que se asistía a uno de esos duelos que acostumbran a decirse que no tienen madre. Lo ha sido. Uno peloteaba y el otro iba de recadista. Los galones no se pierden de la noche a la mañana parecía creerse. Por eso las distancias se iban ensanchando con una rapidez tan pasmosa que las apuestas pasaron a mejor vida con gran celeridad. Solo hubo un pequeño respiro para la tregua. Fue cuando Retegi Bi sacó la casta y acortó la desventaja como si quisiera meter por un rato el miedo en el cuerpo del campeón. Puro espejismo.

Ya se sabía que no era una final típica. Se había llegado por eliminación y más de una sorpresa a una pelea inédita, sin demasiado gancho, bien es cierto, para la tradición. Era, vaya, un envite entre dos pelotaris hoy mismo tan desnivelados, con dos peldaños mínimo de diferencia, y a quienes solo une el amor propio porque son combativos un rato. Se ha visto esta rabia contenida en el ecuador del partido cuando la promesa se ha atrevido con un par de osadías en la cara de Irujo, propias de la estirpe de Erasun. Poco más podía hacer con todo en contra y aún en fase de aprendizaje ante los grandes acontecimientos.

Irujo no ha tenido rival para conseguir su quinta txapela, aunque siga incómodo con su mano izquierda y buscara un material apropiado para salvar el expediente sin más sobresaltos. Es verdad que el torneo se había abierto este año a los batacazos imprevistos, a la llamada tímida de las nuevas generaciones en su legítimo derecho de hacerse un hueco más allá de los torneos de verano de los pueblos. Pero todo tiene un límite. Y ha quedado nítidamente demostrado. El sopapo deportivo de Irujo calma las inquietudes de los neófitos. Queda tiempo para los relevos. Ahora bien, entre tanto revuelo solo ha ganado Aspe que en el mismo domingo tiene un campeón y una alternativa consolidada.

El principal interés consistía en saber si a la hora de la verdad Retegi Bi estaba en condiciones de dar el golpe de mano. Todavía le queda más de un trecho a pesar de que había preparado al milímetro el partido con su padre, a quien el frontón y los aficionados le siguen debiendo más de una reverencia. Ahí queda ese 19-7 donde el recado de Irujo obliga a Retegi Bi a devolver de rebote y su desesperado sprint recibe la bofetada de una cruel dejada suficiente para decir aparta de mí este cáliz. Nunca se entrega aunque se haya despedido con un error al ancho cuando había cogido carrerilla para maquillar el resultado.

Fue una final sosa, como muchos preveían pero quisieron silenciar para mantener vivo el espectáculo. Cuando se trata de las cosas de comer, los favoritos se esmeran. Todo ha sido distinto este año en el manomanista, menos el resultado final que es una cosa entre Irujo y Olaizola II. Hay paseos que son previsibles. Incluso que tienen larga vida por delante.

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