Imputadas las hijas de Muñoz Ramonet por la desaparición de 853 obras de arte
El juez admite la querella criminal del Ayuntamiento de Barcelona por apropiación indebida y estafa El auto impide la subasta de las piezas
Carmen, Alexandra, Helena e Isabel Muñoz Villalonga, las cuatro hijas del industrial Julio Muñoz Ramonet, que legó al morir en 1991 una importante colección de arte a Barcelona, tendrán que declarar como imputadas. El Juzgado de Instrucción 29 de Barcelona ha admitido a trámite la querella criminal, redactada por el abogado Marc Molins, e interpuesta el pasado 18 de marzo por el Ayuntamiento de Barcelona, que las acusa de haber hecho desaparecer la mayor parte de las obras de arte de la vivienda familiar de la calle de Muntaner. Después de 23 años estas obras, algunas firmadas por artistas como Rembrandt, Goya, El Greco, Velázquez, Sorolla o Fortuny, siguen en paradero desconocido.
Tres meses después de presentarse, el juez Jordi Lluís de Prada ha admitido a trámite la querella al considerar que los hechos que describe pueden ser constitutivos de los delitos de apropiación indebida y de estafa procesal, ya que en un momento del largo proceso, las hijas, según la querella, trataron de hacer ver que las obras de arte pertenecían a una sociedad de la que eran las principales representantes y no su padre.
El auto asegura que los hechos no han prescrito, por lo que el juez acuerda las primeras diligencias, una buena noticia para los intereses municipales, que llevan peleando por la herencia desde el año 1995, cuando el Ayuntamiento tuvo noticia de las intenciones del industrial. El juez, a fin de garantizar el resultado del proceso, acuerda diversas medidas cautelares, consistente en pedir a todas las casas de subastas que se abstengan de comercializar cualquiera de las obras que puedan tener en su poder e incluidas en una lista de 853 piezas patrimoniales, 672 de las cuales son objetos artísticos: 67 pinturas y dibujos, 260 miniaturas, 20 esculturas de marfil, 17 vidrios arqueológicos y ocho esculturas policromadas en madera.
Las hijas de Muñoz Ramonet tendrán que decidir si declaran en Madrid (donde residen tres de ellas) o en Barcelona, donde el juez investiga los hechos.
El juez no precisa la fecha en que las hermanas Muñoz tendrán que ir a declarar al juzgado como imputadas. Lo que sí acuerda el auto judicial es la citación, para el próximo 14 de octubre, de cinco personas en calidad de testigos, tres de ellas restauradoras de arte, que en algún momento tuvieron contacto con las obras desaparecidas.
El auto reclama al ayuntamiento que aporte más información sobre Lori Gross, que declarará a través de una comisión rogatoria. Gross, tal y como publicó el pasado agosto EL PAÍS (diario que destapó en 1995 todo el asunto) es la experta en arte estadounidense que asesoró en la elección de obras, planificó su traslado de la calle de Muntaner a Madrid, y supervisó su desembalaje entre octubre de 1991 y febrero de 1992, un trabajo por el que percibió 1.800 euros.
Tres instancias judiciales distintas han dado la razón al Ayuntamiento y actualmente la sentencia sobre la propiedad del legado ya es firme. Tras anunciarse en marzo que la Fundación Julio Muñoz Ramonet, la entidad municipal que ha peleado en los tribunales durante 17 años por el legado del industrial, se había querellado contra las hijas, estas negaron haber sustraído la mayor parte del legado. Al mismo tiempo, en un comunicado de cuatro puntos anunciaron que emprenderían ante los tribunales “las acciones que procedan, ante la falta de veracidad de los hechos, y el irreparable perjuicio personal y profesional que se ha producido”.
El portavoz de las hermanas admitió ayer que esa denuncia todavía no se había presentado. Sobre la admisión de la querella aseguró que no tenía ninguna notificación y que cuando la conociera oficialmente, las hijas decidirían si presentan o no la denuncia anunciada. Pero las hermanas Muñoz no han estado con los brazos cruzados estos tres meses. Su última acción ha sido intentar anular todo el proceso judicial —después de casi dos décadas— con el argumento de que la constitución de la Fundación Julio Muñoz Ramonet se había producido de forma fraudulenta porque la única persona que la podría crear era el albacea designado por su padre y no el Ayuntamiento de Barcelona. Por eso pidieron que fuera el patronato de fundaciones de la Generalitat el que pasara a ocuparse del tema. Al final el juez no les ha dado la razón y ha obligado a las cuatro hermanas a pagar las costas del proceso.
Pero la querella que ahora empieza no será fácil. El auto relata que Isabel Muñoz, una de las cuatro hermanas, ya ha designado abogado. Se trata de Cristóbal Martell, uno de los penalistas más reputados de Barcelona y que tiene, entre otros clientes, al futbolista Leo Messi. Para el resto de las querelladas, el juez fija tres días para que designen abogado.
Esta querella criminal correrá paralela a la ejecución de la sentencia civil que desde el verano pasado está intentando llevar a cabo el Juzgado de Primera Instancia número 1 de Barcelona. Este juez exige la entrega de todas las obras desaparecidas del interior de la vivienda de la calle de Muntaner, entre ellas las joyas de la colección.
Tampoco ha sido fácil elaborar la lista de las obras de arte a reclamar. Tras inventariar todas las piezas localizadas en el interior del palacete, la mayoría de autores de la década de 1950 y 1960, se cotejaron con las que aparecen en listados judiciales de 1968, 1998 y 2005. Solo entonces se pudo determinar que faltaban 853 obras, 672 de las cuales eran objetos artísticos. Son las que ahora se reclaman penalmente.
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