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Con Blondie asoman las estrellas

La continuidad de este festival está garantizada, sobre todo por un público perfecto, o casi. Entendido, ecléctico y con ganas

pablo madariaga / efe
La cantante estadounidense Deborah Harry, durante el concierto ofrecido en el Azkena Rock.
La cantante estadounidense Deborah Harry, durante el concierto ofrecido en el Azkena Rock.David Aguilar (EFE)

En un concierto con hits, pero los justos, Blondie han demostrado en el Azkena Rock de Vitoria de donde les viene ese magnetismo y en qué consiste esa provocación que les ha convertido en unos clásicos para varias generaciones.

Lo que se podía esperar de ellos era un concierto serio y un recorrido por su historia que también es la historia de los últimos 40 años de pop. Con el sonido punk, ramonero a veces, pero un optimismo que les distingue.

Hacen pensar en Simple Minds, Men at Work, Costello. Gente de su generación y con una reserva de ritmos parecida. No se puede hablar de la new wave sin mencionarles y sin embargo, a primera vista, parecen intranscendentes. También lo parecían entonces, pero aquí siguen, dándolo todo.

Debbie Harry vuela sobre el escenario. Como dicen allí "bigger than life", grande. No tiene ningún problema en insinuar un movimiento de cadera, o en pasarse la mano por donde quiere. Lo importante para ella es sentirse a gusto, pero es casi más importante para el público, para que todo salga bien. Además está como en casa, porque ya estuvo aquí cantando jazz, pero esa es otra historia.

Te susurran a la oreja y luego te gritan a la cara

Un par de horas antes, Violent Femmes han sorprendido para empezar por la instrumentación. Ellos siempre han tocado así pero no es habitual verlo. El bajo es un guitarrón como de mariachi de cuatro cuerdas. El batería no tiene bombo y toca de pie, con un tambor extra como de chapa. Luego hay un cajón, y la guitarra.

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Su música se acerca al blues a veces, otras al rockabilly, otras directamente rock&roll pero pueden tocar también un ska. El tono oscuro se lo da seguramente la sencillez cruda del sonido y una voz llena de matices. Por alguna razón la rabia siempre está ahí.

Han tocado la mayor parte de su repertorio clásico, el de los dos primeros discos, utilizando todos los recursos. Bajo eléctrico, sección de vientos cuando ha sido necesaria, redobles acelerados de batería. Lo que haga falta.

Y otra de las cosas que inventaron y sigue siendo una de sus señas de identidad es que son capaces de combinar, en una misma canción, pasajes de ritmo salvaje y zonas líricas. Te susurran a la oreja y luego te gritan a la cara. Los Pixies también lo hicieron, pero después. Los Femmes quieren que tu cuerpo se anticipe a lo que va a venir para crear tensión y así hacer que explotes.

Después ha salido Joe Bonamassa con su banda y el blues, tocado a la manera de los setenta, con una pátina de hard rock. A veces, cuando han ido más rápido se podía acercar al garage, pero muy de lejos. Siempre con la guitarra en primer plano. Aunque detrás había batería y percusión, su protagonismo ha sido evidente.

Todavía queda mucha noche después de Blondie, con Wolfmother, Kadavar, Royal Thunder y lo que decidan los djs.

La continuidad de este festival está garantizada, sobre todo por un público perfecto, o casi. Entendido, ecléctico y con ganas. Que viene año tras año porque la programación siempre tiene sorpresas agradables y porque merece la pena ver, alguna vez, a los que te han hecho disfrutar tanto.

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