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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Y en 2015, ¿qué?

Los partidos de la oposición también tienen mucho en qué pensar después del 25-M

En las pasadas elecciones europeas, por primera vez en más de dos décadas, la suma de votos de las izquierdas valencianas supera a la de las fuerzas conservadoras. El PP obtuvo, además, menos del 30% de los votos, lo que lo sitúa en cotas que recuerdan a esa entrañable Alianza Popular, tan obsesionada como los actuales populares por decirnos a los demás que no podíamos llamar País Valencià a “la cosa” o que el valenciano viene del ibero… ¡y con unos resultados electorales tan parecidos a los de ahora!

Sin embargo, los partidos de la oposición también tienen mucho en qué pensar. El PSPV puede contentarse esperando el probable cambio de ciclo a un año vista y aspirar a confirmar su de momento cómoda ventaja con el siguiente partido del previsible multipartido. Pero debería empezar a plantearse si no es un indicio preocupante perder votos elección tras elección y, sobre todo, si algo de ello pudiera tener que ver con el hecho de que no representa, a día de hoy, los intereses de la mayoría de ciudadanos que dice aspirar a encarnar. Desde su defensa de la monarquía, por plantear una cuestión simbólica, a la de los conciertos educativos, por ir a algo práctico con enormes repercusiones en la vida de los ciudadanos y la realización efectiva de ciertos objetivos de igualdad, ¿es una exageración decir que resulta más fácil encontrar coincidencias entre el programa de gobierno de PSOE y PP que similitudes con los de los otros grupos de la oposición?

Esquerra Unida, por su parte, ha demostrado que es capaz de recoger gran parte del voto descontento, quizás por las razones antedichas, que pierde el PSPV. Es previsible que pueda ir recogiendo más y más, por ello, en la medida en que el PSPV siga perdiéndolo. Pero estas elecciones también apuntan a cierto techo a su capacidad de atracción que, probablemente, debiera mover a la reflexión. ¿Falta trabajo político de difusión programática en consonancia con el hecho de que sus posiciones, tachadas tantas veces de inmovilistas, se hayan verificado como sensatas con el tiempo?

Compromís, por su parte, ha de estar satisfecho por haber salvado con éxito, e incluso un eurodiputado, unas elecciones incomodísimas para la formación, pero no debiera perder de vista que ni su política de alianzas a nivel estatal parece reportar demasiados frutos ni se puede vivir eternamente del voto protesta, máxime si este empieza a tener otros pretendientes exitosos. Un día de estos habría que empezar a exigir a este partido que deje el regate y chute a puerta con propuestas. Ya no hace falta centrarse mucho más en desgastar al Consell, para eso se basta el propio PP.

Por último, UPyD crece y se consolida, pero también pone de manifiesto cierto techo (a lo mejor relacionado con los límites inherentes a los liderazgos hipertrofiados que dejan muy poco espacio en rededor) que no le permite capitalizar todo el desgaste del PP; y aparece Podem País Valencià con mucha fuerza para introducir más incertidumbre y complicar el futuro reparto de votos y de poder. Bien está, sobre todo, si ello obliga a todos los partidos a reflexionar más sobre sus déficits que sobre sus ventajas y les hace ponerse las pilas, esencialmente, a la hora de construir proyectos alternativos. Porque, a estas alturas de la película, y visto lo visto, parece que vale la pena empezar a hacer ese trabajo desde ya.

@Andres_Boix blog en http://blogs.elpais.com/no-se-trata-de-hacer-leer/

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