_
_
_
_
LA CRÓNICA DE BALEARES

Memoria cercana de Matas

Hay una herencia inerte del ex presidente y exministro, aquel personaje que quedó petrificado en el paisaje por su estilo “rápido y sin miedo, sin complejos”

Las desaladoras no funciona, o lo hacen al 50%.
Las desaladoras no funciona, o lo hacen al 50%.TOLO RAMON

Existe una herencia inerte de Jaume Matas, aquel personaje que quedó petrificado en el paisaje por su estilo —rápido y sin miedo, sin complejos— mucho antes de que cayeran las sentencias de sus hechos probados. La memoria retendrá su figura por las decisiones erróneas y desmesuras que ilustran la biografía política del por dos veces presidente de Baleares y exministro de José María Aznar.

El mandatario del “!hágase!” dejó una corona de mamotretos y deudas en su tierra, obras megalómanas y proyectos desorbitados. Quedó el lastre de enormes inversiones ejecutadas en apenas una década de apogeo (1996-2007), en el frenesí constructor en su eje de poder Palma-Madrid-Palma.

Posiblemente las desaladoras de agua de mar que “regaló” a las islas son uno de los agujeros de esa gestión compulsiva. Tras una primera etapa de apenas tres años al frente del Gobierno de Baleares, en las elecciones de 1999 perdió la presidencia y fue nombrado en 2000 ministro de Medio Ambiente. Fue una maniobra doble: no quedar en la oposición y ser candidato de choque —desde el Telediario de TVE— a presidente balear. Tras tres años de ministro en plena campaña de reparto de inversiones, Matas recuperó el poder en las islas en 2003.

Las desaladoras, los edificios icónicos, las playas artificiales y los paseos litorales con esculturas incluidas eran su debilidad. El Estado se gastó 320,9 millones de euros en las fábricas de agua de Alcúdia (77,3 millones), Andratx (89 millones), en Mallorca, y en la de Santa Eulàlia, de Ibiza, (99,4 millones) y Ciutadella, de Menorca, (55,2 millones); estas dos últimas no se han puesto de funcionamiento nunca, no han sido recepcionadas por el Gobierno de Baleares y no están conectadas a la red de agua potable por problemas de diseño y acabado.

El coste anual por deuda y mantenimiento de esta red Matas de desaladoras es de cerca de 15 millones de euros. A lo largo de catorce años se deberá afrontar esta carga para infraestructuras con escaso uso o directamente inútiles situadas en zonas de población turística. En Ibiza hay tres en diez kilómetros.

La desaladora de Alcúdia se activa solo en verano y rinde al 50%. La Andratx, próxima de Palma, está parada porque resulta más barato trasvasar agua desde la fábrica de agua de la capital. Además hay siete pequeñas desaladoras móviles paralizadas. Las dos grandes desaladoras de Ibiza y Sant Antoni están comunicadas y rinden todo el año; la de Formentera funciona al 100% en verano y al 25% en invierno. Según los convenios con el Estado del año 2003, las ayudas de la UE debían cubrir el 60% pero finalmente la ayuda solo fue del 14%.

La imagen irreal de su época será una maqueta, la ópera acuática flotante en la bahía de Palma que Matas encargó por su cuenta a Calatrava y el toro que este alzó sobre la muralla de Palma, una escalera al cielo. Permanece, en hierros, parado, inconcluso el palacio de congresos gigante de Palma de Paxti Mangado, 120 millones al menos y ocho años de retraso. El metro Matas de Palma costó 126 millones, es el más caro, más corto y con menos usuarios de España y se inunda.

Su megavelódromo Palma Arena (110 millones) bautiza su meta escándalo judicial y su primera condena a 9 meses de cárcel; el polideportivo no tiene apenas uso. Las autopistas de Ibiza —que siempre se cierran al llover porque son ríos estancados— costarán 140 millones, aunque el PP dice que será el doble y culpa de ello al PSOE.

Aquel plan ideal —fracasado— para generar energía con los molinos de agua de Campos, costó 7,5 millones y quedó en una mera restauración estética. Forman un paisaje de postal con más de 40 torres y aspas porque no hacen electricidad.

En su pirámide/museo —sin apenas público— en Sa Colònia, al lado de su casa invirtió 21 millones, el triple de lo presupuestado. Al olvidado y vacío parque de la Falca Verda de Palma fueron 25 millones en vez de 15. En la televisión autonómica Ib3, tótem de culto y propaganda del PP, Matas comprometió 300 millones que ahora son 30 al año.

En 2002, el ministro Matas y su socio de entonces, la hoy presa Maria Antònia Munar, se encapricharon con la finca de Raixa, se la quitaron a la modista Jill Sanders, mediante el derecho de retracto, por interés público. El monumento y sus jardines deshechos son nuestros, con 22 millones gastados y doce años perdidos sin uso ni visitas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_